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martes, 16 de julio de 2024

Pensemos en la huella o no que los cristianos hoy estamos dejando en la sociedad y en la cultura en la que vivimos

 


Pensemos en la huella o no que los cristianos hoy estamos dejando en la sociedad y en la cultura en la que vivimos

Isaías 7, 1-9; Salmo 47; Mateo 11, 20-24

Si somos observadores y reflexionamos sobre la vida y las costumbres de los pueblos, o incluso podemos pensarlo también simplemente en el ámbito de las familias nos daremos cuenta donde hubo alguien que supo dejar huella en aquella comunidad o en aquel grupo humano. Un personaje que fue verdaderamente líder y supo ir sembrando valores en aquel grupo humano, o en aquella sociedad y veremos como en aquel grupo se siguen manteniendo unos valores que de alguna manera marcan el sentir y el vivir de aquellas gentes.

Pensemos en el ámbito de las familias uno se da cuenta, porque ha quedado la huella, de aquel padre de familias, de aquel abuelo que supo imponer no solo un respeto sino unos valores que ahora destacan en aquellas familias. Qué importante que haya esas personas, que no tienen que haber hecho cosas extraordinarias, sino que han sabido arrastrar, o más bien han sabido mover desde lo más hondo para marcar nuestro carácter como personas y como pueblo.

Era, podíamos decir de alguna manera, lo que significaba la presencia de Jesús en medio de aquellos pueblos de Galilea donde principalmente desarrollaba su labor; de ahí cómo van surgiendo los discípulos que le siguen, que quieren estar con él, que son capaces de dejarlo todo por seguirle. Era la huella que Jesús iba dejando en sus corazones, era la transformación que se iba realizando en aquellas gentes, aunque bien sabemos que no todos respondían de la misma manera.

El relato del evangelio nos va describiendo ese camino que iba realizando en medio de aquellos pueblos; la gente estaba con Jesús, se iba tras Jesus; lo vemos cómo incluso son capaces de estar días y día siguiéndole en ese camino itinerante que Jesús iba realizando hasta olvidarse de llevar suficientes provisiones como les veremos en determinados momentos. El evangelio nos habla de diferentes momentos en que Jesús multiplica los pocos panes que tienen para repartir entre todos, también como un signo de cómo El se parte y se reparte para ser esa luz y ese alimento de nuestras vidas.

Sin embargo hoy nos encontramos con un episodio en que se manifiesta ese dolor del Corazón de Jesús porque no todos dan la necesaria y suficiente respuesta. Nos habla el evangelista de aquellas poblaciones de los alrededores del lago de Tiberíades donde Jesus tanto ha enseñado y tantos signos ha realizado, pero donde no encuentra la suficiente respuesta. Es la queja de Jesus. Si en otros lugares se hubieran realizado los signos que allí realizó – y menciona Jesús ciudades paganas – otra habría sido la respuesta. Sus corazones estaban endurecidos de manera que en ellos el paso de Jesús parecía que no podía dejar huella. Son duras las palabras de Jesús. ‘Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras’.

Pero no nos quedamos nosotros en hacer un juicio sobre la respuesta de aquellas ciudades. Son un signo y una señal para nosotros. Es donde tenemos que preguntarnos ¿qué huella ha dejado en nuestra vida todo lo que ha sido lo que llamamos nuestra vida cristiana, todo lo que en la Iglesia de una forma o de otra hemos vivido a lo largo de los años de nuestra vida? Es una pregunta seria, una pregunta que de verdad tiene que interpelarnos por dentro. ¿Nos hemos sentido realmente tocados por la gracia de Dios? ¿Dónde están nuestros frutos?

Si además nos decimos cristianos, seguidores de Jesús, decimos que creemos en El y que somos sus seguidores ¿cuál es la huella que dejamos en nuestro entorno? 

¿De qué manera estamos nosotros contagiando a los que están en derredor nuestro de nuestra fe y de nuestra vida cristiana? 

¿Se nota que cada día florecen más los valores cristianos en nuestro entorno porque es lo que sabemos inculcar en nuestras familias, en nuestros hijos, en nuestros convecinos? 

¿Se nota la levadura del evangelio en nuestra sociedad? 

¿Qué estamos haciendo realmente para influir en nuestra sociedad? 

¿O andaremos vergonzosos jugando al escondite para que no se note que nosotros somos cristianos?


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