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viernes, 25 de octubre de 2024

Necesitamos aprender a discernir las señales que Dios hoy va poniendo en nuestro camino para desde nuestra fe dar respuesta a los problemas de la vida

 


Necesitamos aprender a discernir las señales que Dios hoy va poniendo en nuestro camino para desde nuestra fe dar respuesta a los problemas de la vida

Efesios 4, 1-6; Salmo 23; Lucas 12, 54-59

Cuando hoy queremos emprender una tarea, realizar una obra, sacar adelante una empresa o simplemente construir una casa no lo hacemos ‘a lo loco’, podríamos decir, sino que previamente hay que planificar bien lo que queremos hacer, hacemos un proyecto decimos, pero estudiamos sus posibilidades, las salidas que pueda tener lo que emprendemos; todo un trabajo técnico, si queremos llamarlo así, pero diríamos que es algo que hemos de llevar a cabo con todo cuidado. Hoy tenemos estudios y posibilidades de analizar todas las circunstancias que van a rodear aquello que emprendemos y a través de señales, podemos decir así, que nos da la misma sociedad en que vivimos, lo que sucede, lo que son las apetencias de la gente, las nuevas costumbres que van surgiendo, las necesidades, con todas esas circunstancias podemos conocer bien aquello en lo que nos metemos, hacia donde vamos y lo que podemos hacer.

¿Por qué seremos tan cuidadosos en la vida de nuestros negocios para ver las ganancias que podemos obtener pero no somos igualmente cuidadosos con nuestra vida para encontrarle el sentido profundo que tendríamos que darle? Es la tarea humana en la que de verdad tenemos que embarcarnos para que realmente vayamos creciendo más y más como personas, para desarrollar nuestras capacidades y valores, para darle verdadera profundidad a lo que hacemos.

Y lo decimos en ese plano humano, que va más allá de unos rendimientos económicos que podamos obtener y de lo que tanto nos preocupamos, pero también tenemos que hablarlo del sentido espiritual de nuestra existencia. Somos algo más que un cuerpo que come y que crece, que pueda encontrar unas satisfacciones físicas o pasionales, hay algo dentro de nosotros que nos tiene que hacernos elevar en la vida porque sería lo que nos daría verdadera profundidad.

Lo tenemos que mirar también en el camino de nuestra fe y de lo que tiene que ser nuestra vida cristiana. No lo podemos reducir a unas buenas costumbres o al seguimiento o cumplimiento de unas tradiciones. Algo más tiene que ser la fe y el evangelio en nuestra vida, porque no es solo un barniz que ponemos por fuera para que brille en unos determinados momentos; ya sabemos que los barnices al final se hacen opacos y ya no nos valen para mantener el autentico brillo; necesitamos renovarnos, como necesitamos renovarnos nosotros mismos, pero no desde el exterior, sino desde lo más hondo de nuestra vida.

Y es que con nuestra fe tenemos que responder a lo que es la vida que hoy vivimos; es ahí donde tenemos que vivirla y expresarla y con lo que tenemos que darle un sentido a todo cuanto hacemos. Necesitamos una profundidad espiritual. Necesitamos aprender a dar esa respuesta allí donde estamos. Pero para ello hemos de saber tener una sabia mirada a lo que es nuestra vida, pero también a ese mundo en el que estamos. Y esa renovación que surge será verdadera transformación, será verdadera levadura para ese mundo en el que vivimos.

Hoy hemos escuchado en el evangelio que Jesús les decía a la gente de su tiempo que sabían leer los signos del tiempo, si había nubes o si venía el bochorno y el viento del mar o del desierto, para saber qué tiempo tendrían, pero les echaba en cara que no habían sabido leer los signos de los tiempos. Sí, en aquello que estaba sucediendo, en la propia historia que estaba viviendo tenían que saber leer las señales que Dios iba poniendo en todo aquello. Así discernimos lo que es la voluntad de Dios, así discernimos lo que es plan de Dios, así ellos entonces tenían que descubrir esas señales de Dios en lo que Jesús les decía o lo que Jesús hacía. Pero no habían sabido hacerlo.

Pero no es la recriminación de Jesús solo para aquellas gentes sino que esas palabras de Jesús nos valen para nosotros hoy. Tenemos que aprender a hacer esa lectura de la vida, de lo que sucede en el hoy de nuestra historia, de aquello también de lo que somos herederos, es cierto, pero del momento presente, porque Dios también va poniendo señales en nuestro camino para que nos encontremos con El, para que descubramos de verdad el sentido que desde nuestra fe tenemos que darle al mundo de hoy, a la vida que vivimos en ese mundo concreto en el que estamos.

Necesitamos esa sabiduría del Espíritu que nos ilumine y que nos guíe. Pero tenemos que dejarnos conducir. Muchas son las señales que en la Iglesia podemos encontrar, muchos son los signos que en las necesidades y problemas de nuestro tiempo hemos de saber encontrar. Ahí tenemos una llamada de Dios. No cerremos los ojos; no nos hagamos oídos sordos; sintonicemos con esa Sabiduría de Dios para leer los signos de nuestro tiempo. Si somos tan listos para las cosas de la vida, seamos listos para discernir las señales de Dios.

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