Necesitamos
aprender a discernir las señales que Dios hoy va poniendo en nuestro camino
para desde nuestra fe dar respuesta a los problemas de la vida
Efesios 4, 1-6; Salmo 23; Lucas 12, 54-59
Cuando hoy queremos emprender una
tarea, realizar una obra, sacar adelante una empresa o simplemente construir
una casa no lo hacemos ‘a lo loco’, podríamos decir, sino que previamente hay
que planificar bien lo que queremos hacer, hacemos un proyecto decimos, pero
estudiamos sus posibilidades, las salidas que pueda tener lo que emprendemos;
todo un trabajo técnico, si queremos llamarlo así, pero diríamos que es algo
que hemos de llevar a cabo con todo cuidado. Hoy tenemos estudios y
posibilidades de analizar todas las circunstancias que van a rodear aquello que
emprendemos y a través de señales, podemos decir así, que nos da la misma
sociedad en que vivimos, lo que sucede, lo que son las apetencias de la gente,
las nuevas costumbres que van surgiendo, las necesidades, con todas esas
circunstancias podemos conocer bien aquello en lo que nos metemos, hacia donde
vamos y lo que podemos hacer.
¿Por qué seremos tan cuidadosos en la
vida de nuestros negocios para ver las ganancias que podemos obtener pero no
somos igualmente cuidadosos con nuestra vida para encontrarle el sentido
profundo que tendríamos que darle? Es la tarea humana en la que de verdad
tenemos que embarcarnos para que realmente vayamos creciendo más y más como
personas, para desarrollar nuestras capacidades y valores, para darle verdadera
profundidad a lo que hacemos.
Y lo decimos en ese plano humano, que
va más allá de unos rendimientos económicos que podamos obtener y de lo que
tanto nos preocupamos, pero también tenemos que hablarlo del sentido espiritual
de nuestra existencia. Somos algo más que un cuerpo que come y que crece, que
pueda encontrar unas satisfacciones físicas o pasionales, hay algo dentro de
nosotros que nos tiene que hacernos elevar en la vida porque sería lo que nos
daría verdadera profundidad.
Lo tenemos que mirar también en el
camino de nuestra fe y de lo que tiene que ser nuestra vida cristiana. No lo
podemos reducir a unas buenas costumbres o al seguimiento o cumplimiento de
unas tradiciones. Algo más tiene que ser la fe y el evangelio en nuestra vida,
porque no es solo un barniz que ponemos por fuera para que brille en unos
determinados momentos; ya sabemos que los barnices al final se hacen opacos y
ya no nos valen para mantener el autentico brillo; necesitamos renovarnos, como
necesitamos renovarnos nosotros mismos, pero no desde el exterior, sino desde
lo más hondo de nuestra vida.
Y es que con nuestra fe tenemos que
responder a lo que es la vida que hoy vivimos; es ahí donde tenemos que vivirla
y expresarla y con lo que tenemos que darle un sentido a todo cuanto hacemos.
Necesitamos una profundidad espiritual. Necesitamos aprender a dar esa
respuesta allí donde estamos. Pero para ello hemos de saber tener una sabia
mirada a lo que es nuestra vida, pero también a ese mundo en el que estamos. Y
esa renovación que surge será verdadera transformación, será verdadera levadura
para ese mundo en el que vivimos.
Hoy hemos escuchado en el evangelio que
Jesús les decía a la gente de su tiempo que sabían leer los signos del tiempo,
si había nubes o si venía el bochorno y el viento del mar o del desierto, para
saber qué tiempo tendrían, pero les echaba en cara que no habían sabido leer
los signos de los tiempos. Sí, en aquello que estaba sucediendo, en la propia
historia que estaba viviendo tenían que saber leer las señales que Dios iba
poniendo en todo aquello. Así discernimos lo que es la voluntad de Dios, así
discernimos lo que es plan de Dios, así ellos entonces tenían que descubrir
esas señales de Dios en lo que Jesús les decía o lo que Jesús hacía. Pero no habían
sabido hacerlo.
Pero no es la recriminación de Jesús
solo para aquellas gentes sino que esas palabras de Jesús nos valen para
nosotros hoy. Tenemos que aprender a hacer esa lectura de la vida, de lo que
sucede en el hoy de nuestra historia, de aquello también de lo que somos
herederos, es cierto, pero del momento presente, porque Dios también va
poniendo señales en nuestro camino para que nos encontremos con El, para que
descubramos de verdad el sentido que desde nuestra fe tenemos que darle al
mundo de hoy, a la vida que vivimos en ese mundo concreto en el que estamos.
Necesitamos esa sabiduría del Espíritu
que nos ilumine y que nos guíe. Pero tenemos que dejarnos conducir. Muchas son
las señales que en la Iglesia podemos encontrar, muchos son los signos que en
las necesidades y problemas de nuestro tiempo hemos de saber encontrar. Ahí
tenemos una llamada de Dios. No cerremos los ojos; no nos hagamos oídos sordos;
sintonicemos con esa Sabiduría de Dios para leer los signos de nuestro tiempo.
Si somos tan listos para las cosas de la vida, seamos listos para discernir las
señales de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario