Cuando
iniciamos hoy el adviento ¿cómo le vamos
a decir a nuestro mundo que Jesús es la verdadera Buena Noticia de salvación
para nuestro mundo de hoy?
Isaías 2, 1-5; Sal 121; Romanos 13,
11-14ª; Mateo 24, 37-44
Cuando llega este momento en que
litúrgicamente la Iglesia comienza el tiempo de Adviento, que decimos
preparación para la navidad y visto el ambiente que nos rodea en que parece que
ya estuviéramos en navidad, iluminación extraordinaria y especial – navideña
decimos aunque algunas veces no termino de entender la imágenes y los símbolos
de los adornos luminosos - , las ‘campañas navideñas’ – y lo pongo
también entre comillas - que se realizan por todas partes, las felicitaciones
de navidad que ya se cruzan hoy no tanto por el correo postal cuanto por las
redes sociales e Internet, el ambiente de fiesta y de preparativos con sus
comidas, regalos con sus correspondientes compras y no sé cuantas cosas más, me
surgen muchas dudas e interrogantes en mi interior sobre lo que realmente la
gente busca en estos momentos y lo que nosotros decimos que le queremos ofrecer
en esta fiesta que tendría que ser profundamente cristiana que es la navidad.
Decimos con facilidad Navidad,
nacimiento de Cristo, venida del Señor, ¿realmente qué es lo que la gente busca
y desea desde lo más hondo? Decimos Navidad, repito, como celebración de la
venida del Señor – ahora Adviento como preparación para esa celebración – y en
verdad ¿habremos despertado en ese mundo que nos rodea y que dice que celebra
la navidad un deseo de esa venida del Señor? ¿Para qué? Y no quiero ser
aguafiestas, pero si creo que tendríamos que buscar un verdadero y profundo
sentido.
Si pensamos en aquella primera venida
del Señor, el pueblo de Israel tenia detrás toda una historia, una historia de
salvación, con unas esperanzas suscitadas desde antiguo y alimentadas por los
profetas, que además en aquel momento histórico se traducían en unas apetencias
y deseos de la llegada de un Mesías libertador que incluso devolviese su
soberanía al pueblo de Israel. Desde sus situaciones de opresión, de falta de
libertad, de carencia de paz, de pobreza en todos los sentidos que vivían,
ansiaban y deseaban esa liberación. Es cierto que muchos no llegaron a entender
la llegada del Mesías en Jesús y se vieron en cierto modo desbordados con su
mensaje, que le llevaría incluso a la muerte.
Y nosotros hoy, nuestro mundo de hoy,
¿Cómo se encuentra en este sentido? ¿Qué expectativas tiene el hombre y la
mujer de nuestro tiempo, del siglo XXI, de algo que les libere y les conduzca a
un mundo futuro mejor? ¿Se encuentra concretado en la navidad que vamos a
celebrar?
La problemática que vive nuestro mundo,
las situaciones sociales que se viven en los distintos lugares, la misma
destrucción que incluso vamos haciendo de nuestro mundo y nuestro planeta que
tan a la orden del día está con lo del cambio climático, las crisis, los
descontentos, las manifestaciones, las luchas que vemos aflorar en tantas
personas, pero también en tantos lugares a lo largo y a lo ancho de nuestro
mundo, ¿nos pueden hacer pensar que en la Navidad que celebramos vamos a
encontrar una respuesta, vamos a encontrar una luz, se nos va a ofrecer un
camino de salvación? Con nuestra navidad ¿tenemos una buena noticia que ofrecer
a ese nuestro mundo concreto con su problemática tan concreta?
Alguno me puede decir, bueno, ya el
ambiente de fiesta hogareña con que celebramos la navidad, los buenos deseos
que nos tenemos en esos días con las felicitaciones, los encuentros familiares
y de amigos con sus comidas y con sus regalos, ese ambiente al menos en lo
externo de paz del que queremos rodearnos, ya son cosas buenas que hacemos y ya
eso es navidad. ¿Solo eso? ¿Pero ese mensaje va a calar hondo de nosotros de
manera que no sean cosas de unos días sino que de alguna manera va a ser
principio de una transformación que hagamos en nosotros y que ayudemos a hacer
a los demás? Porque quizá cuando pasen estos días luego seguiremos diciendo ‘como
era en el principio, ahora y siempre’, porque nada va a cambiar ni en mi
vida ni en el mundo.
Algunos también me podrían objetar,
bueno el mundo es el mundo y sigue sus ritmos y sus altibajos, y seguirán las
ambiciones de tantos y la pobreza de muchos con las injusticias que siguen,
pero en eso la navidad no tiene nada que hacer porque eso se queda en otro
ámbito, son caminos distinto, son cosas de la vida. Eso es lo triste que
podamos llegar a pensar así, que a los cristianos que celebramos el nacimiento
del Salvador nos den igual esas situaciones y esa problemática de nuestro mundo
y no seamos capaces de llevar a ese mundo que sufre con todas esas cosas una
buena noticia que despierte la esperanza de que podemos hacer un mundo mejor.
Quizá los cristianos que queremos vivir
con un poco más de intensidad la navidad nos llenamos la boca de palabras
bonitas pero no hemos terminado de saber cómo llevar la Buena Noticia de Jesús
al mundo que nos rodea. Y aunque quizá en muchos lugares la inmensa mayoría esté
inclusos bautizados, el evangelio no ha llegado a calar en sus vidas, no se
termina ni de entender ni de desear esa salvación que Jesús nos viene a traer
que camuflamos quizá en algunas cosas bonitas que podamos hacer en momentos
determinados.
No es solo un recuerdo lo que es la
Navidad. Celebramos la venida del Señor, y del Señor que viene hoy a mi vida y
a mi mundo, a esta sociedad en la que vivimos con sus problemas y sus anhelos.
¿Cómo le vamos a decir a nuestro mundo que Jesús es la verdadera Buena Noticia
de salvación para nuestro mundo de hoy?
Este ha de ser el camino de Adviento
que tenemos que emprender, despertando una auténtica esperanza en nosotros y en
los corazones de los hombres y mujeres que nos rodean. No nos preparamos
solamente para una fiesta con unas tradiciones que no queremos perder; cuidado
que nos quedemos a veces solo en nostalgias de los que ya no están con
nosotros; nos preparamos para algo más, es un anuncio más profundo el que
tenemos que realizar y es también la esperanza del mundo futuro, de la venida
del Señor también al final de los tiempos. Que nos mantengamos alerta, atentos,
vigilantes, como tantas veces se nos va a decir en estos días, mientras
esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
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