Apoc. 12, 7-12
Sal. 137
Jn. 1, 47-51
‘Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra’, así comienza la liturgia de este día invitándonos a unirnos a la alabanza que los ángeles en cielo cantan a su Creador. Hoy es el día de los Santos Arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael. Arcángeles santos que tuvieron especial misión en la historia de nuestra salvación y que nos aparecen reflejados en la Biblia, en distintos textos, ya sea del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento.
Su nombre indica su misión y su función. Miguel, ‘¿quién como Dios?’, es el grito en el cielo como nos describe el Apocalipsis y también el libro, también con un sentido apocalíptico, del profeta Daniel. ‘Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón... la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás...’ que nos dice el Apocalipsis. De ‘tiempos difíciles’, nos habla la profecía de Daniel en la intervención del arcángel san Miguel.
Gabriel, ‘fortaleza de Dios’ que es el significado que le dan algunos Padres de la Iglesia, mensajero divino que trae celestiales mensajes que anuncian la salvación que llega o que nos ayudan a comprender el misterio de Dios revelado. Es el arcángel que se aparece a Zacarías en el templo que anuncia el nacimiento del Precursor del Mesías. ‘Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y darte esta buena noticia’.
Es el arcángel que viene a anunciar a María el misterio de la Encarnación de Dios en sus entrañas. ‘Al sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven prometida a un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la joven era María...’ Muchas veces hemos escuchado y meditado este texto de la Anunciación y así hemos contemplador al mensajero divino que era portador de tal Buena Noticia de Salvación para todos los hombres.
Rafael, ‘medicina de Dios’, es el ángel que acompaña al joven Tobías y le hace encontrar la medicina para curar la ceguera del anciano Tobit. ‘El Dios de la gloria escuchó al mismo tiempo las plegarias de ambos, y envió a Rafael para curar a los dos: a quitar las manchas blancas de los ojos de Tobit, para que pudiera ver con sus ojos la luz de Dios; y a entregar como esposa a Sara, hija de Ragüel, a Tobías, el hijo de Tobit... yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que asisten al Señor y pueden contemplar tu gloria’.
En la obra y la misión de estos santos Arcángeles que hoy celebramos podemos ver reflejado lo que es la misión que los ángeles realizan en nuestra propia vida y en la acción de la Iglesia. Dentro de unos días celebraremos los ángeles custodios y abundaremos más en ello, pero válganos ahora esta reflexión que nos hacemos de los arcángeles para descubrir cómo a través de ellos se hace presente Dios en nuestra vida y nos llena de su gracia y protección.
Que sintamos así la fortaleza de Dios en nosotros en nuestra lucha contra el mal, sabiendo que no nos faltará la gracia de Señor para resistir y vencer en las tentaciones. Sintamos su presencia que nos guía y nos acompaña en nuestro caminar en la fe. Que por la protección de los santos arcángeles se nos abran los ojos para descubrir y conocer los misterios de Dios, para descubrir cuáles son los planes de Dios para nuestra vida. Mensajeros de Dios impulsan nuestro corazón, mueven nuestro espíritu en esa búsqueda de lo que es siempre y en todo la voluntad de Dios.
Que así la Iglesia sienta su protección en lucha contra el mal, en el anuncio del Evangelio de Jesús, buena nueva de salvación para todos los hombres, y en ese caminar por los caminos de este mundo siempre buscando la paz, siempre tratando de llevar a Dios a todos los hombres.
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