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viernes, 12 de julio de 2024

No es la imposición de unas ideas o conceptos sino el contagio de una vida cuando estamos empapados de evangelio para transformar nuestro mundo

 


No es la imposición de unas ideas o conceptos sino el contagio de una vida cuando estamos empapados de evangelio para transformar nuestro mundo

Oseas 14, 2-10; Salmo 50; Mateo 10, 16-23

Bueno, lo voy a decir así como me sale casi de forma espontánea, pero me gustaría me entendieran bien lo que quiero expresar. Una cosa es recibir una instrucción en la que se nos trasmiten unos conocimientos que bien o pueden ser hechos de la historia que nos vendría bien conocer – ¿a quien no le gusta conocer la historia de su pueblo, o de sus antepasados, por ejemplo? – ya sea el conocimiento de unas ciencias o unas materias  que necesitamos para manejarnos en la vida, y otra cosa es educarnos para la vida, trasmitirnos algo más hondo que nos ayude a encontrar el sentido de la vida misma y afrontar humanamente las diferentes circunstancias con las que nos vamos a ir topando. Es trasmitir algo más hondo porque diríamos nos va a enseñar a vivir, algo que tendrá que convertir en levadura que haga fermentar la masa de nuestro mundo.

Y eso, podríamos decir, es lo que nos quiere trasmitir el evangelio que hoy se nos ofrece. Esa es la misión que Jesús confía a quienes creen en El, a sus discípulos como lo que tienen trasmitir al mundo que les rodea; es el testimonio de lo que se vive, de lo que viven a partir de lo que significado su encuentro con Jesus.

No se contentarán los evangelistas con darnos unos datos biográficos de la vida de Jesús, sino de trasmitir el mensaje que ha sido la vida de Jesús para la humanidad. Son pocos los datos que podríamos llamar históricos que se nos ofrecen en los evangelios de Jesús, pero cuando nos están trasmitiendo lo que hizo y lo que dijo Jesús se nos está trasmitiendo un mensaje de vida desde lo que los propios evangelistas han vivido también en su encuentro con Jesús.

Y es lo que se nos está pidiendo a nosotros hoy, a los que creemos en Jesús, que hemos de convertirnos en testigos en medio del mundo. Un testimonio que no será fácil, porque de alguna manera implica una novedad, algo distinto frente a lo que se vive en el mundo. Por eso decimos es un mensaje de salvación, un mensaje de liberación, un mensaje que presente lograr una transformación para hacer un mundo nuevo, para hacer unos hombres nuevos.

Y eso será costoso porque se convierte en una contradicción frente al mundo. No siempre se querrá escuchar ese mensaje sobre todo cuando implica una renovación interior, una renovación desde lo más hondo de nosotros mismos; y nos cuesta cambiar, nos habituamos a lo que siempre hemos vivido y aunque no sintamos una satisfacción plena, sin embargo no queremos arrancarnos de ello para emprender algo nuevo. Es principalmente desde nuestro propio interior donde vamos a encontrar esa oposición al propio mensaje del evangelio.

Por eso hoy Jesús les dirá a los discípulos que los envía como corderos en medio de lobos, pero al mismo tiempo nos pedirá sagacidad y sencillez. Esa sabiduría de Dios que queremos vivir y transmitir al mismo tiempo nos dará como una visión nueva, nos hace descubrir un sentido nuevo, y nos motivará interior para descubrir los medios y caminos, la manera  de cómo hemos de llevar mejor ese mensaje a los demás. 

Pero no podemos olvidar la humildad y la sencillez, porque solo somos unos servidores de esa Palabra de salvación que hemos de trasmitir, no nos podemos presentar como poseedores absolutos que tratan de imponer dicho mensaje, dicho sentido de vida. Es la oferta que hacemos desde el amor, es la oferta que hacemos con sencillez y humildad. Pero es la oferta que hacemos con valentía sin temor a la oposición que podamos encontrar.

Nos habla Jesus de tribunales y de juicios, nos habla de cárceles y de persecución y es que el discípulo no es mejor que su maestro y ¿qué es lo que hicieron con Jesus? El nos promete la fuerza y sabiduría de su Espíritu que estará con nosotros, pondrá palabras en nuestros labios y fortaleza en el corazón. Porque es una vida lo que queremos transmitir, que primero hemos de vivir en nosotros mismos para luego poder contagiar a los demás. Es como una osmosis lo que tenemos que realizar, porque de aquello que nosotros estamos empapados, empaparemos al mundo que nos rodea.  

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