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jueves, 29 de abril de 2021

El seguimiento de Jesús es el camino que hemos emprendido desde una llamada de amor pero el camino que queremos hacer con mucho amor en nuestro corazón

 


El seguimiento de Jesús es el camino que hemos emprendido desde una llamada de amor pero el camino que queremos hacer con mucho amor en nuestro corazón

1Juan 1, 5 — 2, 2; Sal 102; Mateo 11, 25-30

Cuando tenemos que hacer un largo camino, quizás de entrada lo hacemos con entusiasmo, las metas que nos hemos propuesto alcanzar parece que nos hacen sentirnos con fuerza, pero en la medida en que el camino se va alargando, van apareciendo dificultades y tropiezos, nos aparece el cansancio y nuestra debilidad, podemos perder aquel entusiasmo inicial o también algunas veces nos vemos como derrotados por las adversidades con que nos encontramos; nos cuesta avanzar, nos sentimos débiles, serán un aliciente para nosotros los compañeros de camino y si nos encontramos señales que nos hablen de su cercanía parece que vemos renovadas nuestras fuerzas.

Entendemos que lo dicho hasta aquí nos puede hablar de un camino, una peregrinación, como también de los trabajos que emprendemos en la vida poniendo en nuestro camino metas que aspiramos alcanzar, en nuestra realización personal como en los logros incluso materiales que podemos lograr en aquellas empresas que emprendamos. Ya estamos haciendo referencia a esa realización personal como personas, como individuos y aquí podemos ver todo lo que atañe a nuestro crecimiento y desarrollo personal, a la vivencia de una vocación o a todo lo que hace referencia a lo que es la vivencia de nuestra vida cristiana, nuestro seguimiento de Jesús.

Hay momentos en que nos aparecen los cansancios y los desalientos; nos pueden parecer muy altas e inalcanzables nuestras metas o nos damos cuenta de nuestra pobreza humana y de nuestra debilidad. Somos humanos y somos pecadores; somos seres de carne y hueso y estamos llenos de debilidades que nos aparecen en múltiples tentaciones; nos vemos rodeados de tantas cosas que se nos presentan como muy atractivas y puede aparecer la confusión en nuestro corazón; sentimos los cantos de sirena que nos invitan a una vida cómoda y fácil, donde no tengamos que realizar grandes esfuerzos y nos cegamos; vemos la aparente vida de triunfadores de tantos en la vida sin que realicen los esfuerzos que nosotros realizamos y pensamos si acaso habremos equivocado el camino. Son muchos los desalientos que nos pueden aparecer en nuestro entorno. ¿Se nos habrá enfriado el amor?

¿Lo que nosotros queremos realizar es el camino del seguimiento de Jesús? Pues escuchemos a Jesús y seamos capaces de ver su presencia junto a nosotros haciendo con nosotros el camino. La imagen de los discípulos de Emaús puede ser una buena imagen que nos sirva de aliento. Iban cansados de la vida, desalentados y perdidas las esperanzas, defraudados y frustrados porque ellos no habían visto el cumplimiento de las palabras de Jesús. Pero Jesús iba a su lado.

A pesar del desaliento fueron capaces de centrarse en la conversación para ponerse a escuchar al caminante que iba a su lado. Le dejaron hablar, porque tenemos el peligro de que cuando estamos muy encerrados en nuestras negruras todo sea una obsesión para nosotros y ni seamos capaces de escuchar a quien nos pueda ofrecer palabras de luz y de vida. Luego se darían cuenta como les ardía el corazón mientras les hablaba.

Pues escuchemos lo que hoy nos dice Jesús. ‘Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera’.


¿Estamos cansados, defraudados, nos sentimos débiles y sin fuerzas? Vayamos hasta Jesús que en El encontraremos descanso para nuestras almas. Nos puede parecer duro y exigente el camino y la meta que nos propone, pero es que lo estamos mirando ya de antemano casi como un camino imposible; cuando en nuestra imaginación agrandamos la montaña más difícil se nos hará subir a ella.

Por eso tenemos que darnos cuenta lo que significa el camino de Jesús. Es el camino que hemos emprendido desde una llamada de amor pero el camino que queremos hacer con mucho amor en nuestro corazón. Y cuando hacemos las cosas desde el amor y con amor se nos van a hacer más fáciles, más llevaderas. El amor es la fuerza de nuestra vida. Y cuando decimos que queremos ser cristianos no es cuestión de comenzar planteándonos si tenemos o no tenemos muchas cosas que hacer, sino que solamente hemos de mirar el amor en el que nos sentimos cogidos y esa respuesta de amor que nosotros vamos a dar.

No seguimos a Jesús, no podemos decir que nos llamamos cristianos porque cumplamos con unos reglamentos con mayor o menor fidelidad. No es un yugo ni una carga a los que nos vamos a sentir atados, sino un camino de amor. Seguimos a Jesús porque entramos en la órbita de su amor, nos sentimos amados de Dios y ponemos a juego todo nuestro amor.

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