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sábado, 11 de diciembre de 2010

Mirados por Dios en su amor para volvernos hacia El y alcanzar la salvación


Eclesiástico, 48, 1-4.9-11;

Sal. 79;

Mt. 17, 10-13

‘Preparad los caminos del Señor; allanad sus senderos. Todos verán la salvación de Dios’. Es el mensaje repetido durante todo el Adviento, pero no por repetido hemos de tomarlo en menor consideración. Los profetas y el bautista nos hacen oír una y otra vez esa llamada, esa invitación. ‘Todos verán la salvación de Dios’.

Hoy hay una referencia al profeta Elías, ‘un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido’. Se nos hace esta referencia en relación a Juan el Bautista que aparece bastante clara en el evangelio. Un profeta celoso del verdadero culto a Yavé, al Dios vivo y verdadero, que le haría obrar maravillas en nombre de Dios, y por cuya causa también sufriría persecusiones como todos los que defienden el nombre de Dios.

Le preguntan a Jesús ‘¿por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías?’ El profeta Malaquías había anunciado ‘yo os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible; él hará que padres e hijos se reconcilien…’ a lo que está haciendo referencia el libro del Eclesiástico en su elogio al profeta Elías. ‘Te reservan… para reconciliar a padres con hijos y restablecer la tribus de Israel’. En la historia del profeta Elías se había hablado de que fue arrebatado al cielo ante los ojos de Eliseo en un carro de fuego. Ahora se hablaba de su vuelta y de ahí la pregunta de los discípulos.

Pero estas mismas expresiones a que hemos hecho referencia tanto del Eclesiástico como de Malaquías las veremos repetidas cuando el ángel del Señor le anuncia a Zacarías el nacimiento de un hijo. ‘Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto’. Con ello se nos está señalando la misión y la obra de Juan como Precursor del Mesías el que había de preparar los caminos del Señor para llegar a ver la salvación de Dios.

Ya hemos escuchado la respuesta de Jesús a la pregunta. ‘Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo’. Y nos comenta el evangelista que ‘entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista’. Hay un anuncio y referencia a su pasión y su pascua.

Escuchamos la voz de los profetas, escuchamos la voz de Juan Bautista que tiene la misión de ‘preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto’. Es la invitación a la conversión, a preparar los caminos del Señor que venimos escuchando una y otra vez y en la que estamos empeñados en este camino de Adviento.

‘Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve’, hemos pedido una y otra vez en el salmo. Bien sabemos que el salmo es esa respuesta que con la misma Palabra de Dios vamos dando a la Palabra que se nos proclama.

Que brille el rostro del Señor sobre nosotros, que vuelva su rostro y recibamos su mirada de amor y de gracia. Sentirnos mirados por Dios es sentirnos amados, y en ese amor sentimos cómo hemos de renovar nuestra vida.

Que esa mirada de Dios sobre nosotros nos llene de su salvación, nos impulse de verdad a enderezar nuestros caminos para nosotros llegar a ver también la salvación de Dios. Mirados por el amor de Dios volvemos nuestra mirada hacia Dios y en ese amor nos sentimos transformados y salvados.

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