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viernes, 19 de septiembre de 2025

Anónimos y desconocidos tenemos que aprender a valorar a tantos que en silencio a nuestro lado por su fidelidad y su amor están haciendo anuncio del evangelio

 


Anónimos y desconocidos tenemos que aprender a valorar a tantos que en silencio a nuestro lado por su fidelidad y su amor están haciendo anuncio del evangelio

1Timoteo 6,3-12; Salmo 48; Lucas 8,1-3

Darle plenitud y valor a la vida no significa que siempre tengamos que estar haciendo cosas extraordinarias; tenemos que aprender a valorar las cosas pequeñas y sencillas de cada día, que nos pueden parecer una rutina repetida porque nos parece que siempre estamos haciendo lo mismo. No tenemos que afanarnos por hacer cosas extraordinarias, sino que nuestra preocupación ha de estar más bien en hacer extraordinariamente bien esas pequeñas cosas de cada día. Ahí está la vida, lo que en cada momento vivimos, que es donde tenemos que dejar nuestra mejor huella. Será la que en verdad cautivará los corazones, será esa semilla plantada en silencio en lo que nos parece un campo cualquiera, pero que si la cuidamos bien nos dará una hermosa planta y generosos frutos.

Esto creo que tenemos que pensarlo en lo que es nuestra vida ordinaria, que serán nuestros trabajos o nuestra vida familiar, ese salir cada mañana al encuentro de los demás y esos gestos sencillos con que nos saludamos o nos preocupamos mutuamente los unos por los otros. Pero ha de ser también la pauta para lo que significa nuestro compromiso dentro de la comunidad o en el seno de la Iglesia. No son milagros que tengamos que ir haciendo a cada paso, sino en esa sencillez de nuestra vida y en esas cosas que hacemos cada día vamos dejando la impronta de nuestra fe, el perfume del evangelio.

Quizás algunas veces, sobre todo cuando ya vamos teniendo nuestros años, nos ponemos a mirar hacia atrás en el camino que hemos hecho en la vida y puede que podamos sentir el desaliento de que no hemos hecho grandes cosas. Seguro que una mirada atenta a esas cosas ordinarias que íbamos haciendo cada día nos hará descubrir muchas buenas huellas que hayamos dejado, aunque no hayamos hecho nada extraordinario, pero esa fidelidad de cada día, esas cosas que quizás repetimos una y otra vez con las que queríamos mostrar nuestro compromiso, nuestra fidelidad, o simplemente hacer sentir nuestra presencia pueden ser señales de esas obras maravillosas, que no nosotros, pero que Dios ha obrado a través de nosotros. Porque esto es importante, saber descubrir y sentir ese actuar de Dios que solo podremos apreciar desde la fe. No tiene que haber desaliento en nosotros ni por otra parte hacer resaltar nuestros orgullos y vanidades, sino humildad para saber dar gracias a Dios.

Hoy nos encontramos con una página del evangelio que parece que no nos dice nada, pero es una página de un día ordinario de la vida de Jesús. En este caminar de una lado para otro en aquellos caminos de Galilea visitando los diferentes lugares hoy no nos muestra nada extraordinario; solo habla de que iba de un lugar para otro haciendo el anuncio del Evangelio, menciona quienes le acompañaban, aparte de aquel pequeño grupo de discípulos a los que constituiría un día apóstoles con una llamada especial, simplemente nos dice que le acompañaba un grupo de mujeres, se mencionan algunas, pero quiere expresar ese grupo más grande de las que quieren ser fieles y estar siempre con Jesús, fidelidad que les llevará a compartir incluso sus bienes en ese actuar de Jesús.

¿Nos sentiremos nosotros quizás anónimos en ese grupo de los que siguen a Jesús? Pasaremos incluso por desconocidos y nuestro nombre no saldrá en ningún noticiario, pero ahí estamos con nuestra fidelidad, con nuestros deseos de estar con Jesús y seguirle, ofreciendo lo que somos y también compartiendo nuestra vida. No será nada extraordinario pero será sobre todo anuncio ante el mundo que nos rodea de la buena nueva de Jesús que vamos plasmando en la sencillez y humildad de nuestra vida.

¿Seremos capaces de valorar también a tantos que de forma anónima quizás o sin aparentar, desde su sencillez y su humildad están siendo también anuncio de esa buena nueva de Jesús a nuestro mundo? Tenemos que aprender a valorar a tantos que quizás nos pasan desapercibidos pero que están haciendo una gran labor en la Iglesia desde su silencio, pero desde su amor y su entrega.

 

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