miércoles, 22 de octubre de 2025

Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre, estar en vela no es solo estar despierto, sino esa responsabilidad en la vida en el espíritu de servicio

 


Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre, estar en vela no es solo estar despierto, sino esa responsabilidad en la vida en el espíritu de servicio

Romanos 6,12-18; Salmo 123; Lucas 12,39-48

Que nos digan la hora exacta en que va a llegar y nosotros estaremos allí, mientras tanto podemos estar aprovechando el tiempo en otras cosas, quizás le digamos a quien nos convoca para algo determinado, para que esperemos a alguien que ha de venir; queremos aprovechar hasta el último minuto en nuestras cosas, porque si nos dicen esa hora exacta, pensamos, que vamos a estar perdiendo el tiempo en la espera. Así somos apurados y exigentes en tantas ocasiones, y digo apurados, porque queremos apurar hasta el último minuto en lo que estamos. Si sabemos la hora para ese momento prepararemos todo, aunque como suele suceder cuando dejamos las cosas para última hora que algo sale mal, algo se nos olvida, o algo importante no tenemos preparado a tiempo.

Claro que a quien esperamos, según el evangelio que hoy se nos propone, no nos dice la hora de llegada, porque lo importante no es hacer haciendo arreglos a última hora para quedar bien, sino de lo que se trata es de una vida, toda ella, que hemos de vivir en rectitud, a la que tenemos que darle su sentido y su valor. Así andamos con nuestra vida espiritual, así andamos en la recepción de los sacramentos, así andamos en lo de vivir en verdad nuestro compromiso cristiano; ya tendremos tiempo nos decimos tantas veces, y ahora seguimos con nuestras rutinas, seguimos con nuestros desórdenes porque tantas veces nos falta esa necesaria congruencia en nuestra vida, andamos con nuestra falta de compromiso porque siempre decimos que no tenemos tiempo, que ya volverá otra ocasión, otra oportunidad. ¿Volveremos a tener la oportunidad que ahora tenemos? ¿Por qué tanto dejarlo para más adelante?

Nos falta seriedad en la toma de decisiones, nos falta seriedad en los planteamientos que hemos de hacernos en referencia a lo de vivir nuestra vida cristiana, seguimos andando con muchos remiendos, pero no somos capaces de tomar el paño nuevo que nos haga esa vestidura nueva, como tantas veces nos dice Jesús en el evangelio; seamos capaces de reconocerlo, pero andamos con demasiadas hipocresías en nuestra vida, lo de las dos caras, andamos con la vida dividida, en unos momentos o en unas situaciones queremos aparentar que somos muy cristianos, poniendo una fachada por delante, pero por detrás andan nuestros desórdenes, andan nuestras actitudes y posturas poco claras, seguimos con nuestras cositas aguantando mientras podamos pero nos dominan las pasiones, las viejas costumbres, las rutinas y no sabemos mostrarnos con la suficiente entereza.

Hoy Jesús nos está hablando que nos han nombrado administradores y tenemos una tarea que realizar, que entraña también el trato que tengamos con los que están a nuestro lado; Jesús nos dice de aquel administrador que no era justo con sus compañeros empleados, a los que sintiéndose dueño en ausencia del amo trataba mal y de forma injusta. ¿Así nos sentiremos nosotros tan dueños de la vida que pretendemos hacer lo que nos parece olvidándonos de la rectitud que tendría que brillar en nosotros?

‘Estad preparados, nos dice Jesús, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre’. Y nos dice que es necesario que nos encuentre en vela; y estar en vela no es solo estar despierto haciendo lo que nos parece, sino estar con esa responsabilidad en la vida donde tiene que prevalecer en nosotros el espíritu de servicio.

Aquí tendríamos que analizar muy bien todo lo que significa ese estar en vela, en nuestra vida y en nuestras responsabilidades, en lo que es nuestro crecimiento humano y espiritual en el cultivo de esos valores que aprendemos en el evangelio, en el lugar que ocupamos dentro de la Iglesia con la misión que hayamos asumido, pero también en lo que podemos aportar a nuestra sociedad con nuestro compromiso, con nuestra implicación en todo lo que sea el bien de esa sociedad a la que pertenecemos.


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