miércoles, 20 de agosto de 2025

Un denario al final de la vida por nuestro trabajo que en la medida de Dios ese denario no se reduce a una cantidad contante y sonante, sino es el gozo de Dios

 


Un denario al final de la vida por nuestro trabajo que en la medida de Dios ese denario no se reduce a una cantidad contante y sonante, sino es el gozo de Dios

Jueces 9,6-15; Salmo 20; Mateo 20, 1-16a

Yo ahora estoy de vacaciones, a mi ahora que no me molesten, que este tiempo es para mi y no pienso dar golpe, nos dirá uno; otro nos dirá que ya está jubilado, que bastante ha trabajado en la vida, y para que va a andar ahora con preocupaciones; otro nos hablará que tiene su ‘paguita’, que bastante le costó conseguirla – aunque tendríamos que ver con que artimañas – y que ya el trabajo no es para él; otros están soñando y contando el tiempo que le falta para la jubilación porque bien se merece un descanso con todo lo que ha trabajado en la vida. Así podríamos seguir fijándonos en tantos que han llegado a una situación en la vida en la que reina la pasividad, el dejarse arrastrar por los días, en un vacío del que al final incluso nos van a decir que qué vida más aburrida.

Y yo realmente me pregunto ¿qué sentido tiene una vida así? ¿Eso es realmente vivir y gozar de la vida? ¿No tenemos nada que aportar a la vida con nuestros años, con nuestra experiencia, con la riqueza de espíritu, sabiduría, que hayamos podido acumular en nuestro interior?

‘¿Qué hacéis ahí ociosos todo el día?’ se pregunta aquel buen hombre que está buscando trabajadores para su viña. Es la parábola que hoy nos ofrece Jesús. No solo en la mañana al comienzo de la jornada, sino en diversas horas del día saldrá a la plaza y a los que va encontrando los va invitando a trabajar en su viña. Ya ha ajustado lo justo con los primeros contratados, aunque luego veremos realmente el pago que les ofrece a todos.

La parábola, es cierto, sugiere que aquellos que están en la plaza querían trabajar pero nadie les había contratado. Pero esa pregunta que hace aquel que va buscando trabajadores para su viña nos puede sugerir muchas más cosas; creo que nos puede estar planteando ese sentido que le damos a la vida y a nuestro trabajo; lo veremos luego en la valoración que hará aquel buen hombre del trabajo de todos, aunque fueran a trabajar en distintas horas. Era algo más que una remutación económica, aunque es cierto que con nuestro trabajo nos ganamos la vida, obtenemos unos medios para valernos y para tener una vida digna.

Pero el trabajo es mucho más. Estamos contribuyendo con nuestras posibilidades y capacidades a la vida de nuestro mundo. Podríamos decir quizás que no somos indispensables, pero sí que podemos pensar que ese grano de arena que yo estoy poniendo con mi trabajo, sea en lo que sea, o sea a la hora que sea de nuestra vida es importante para el bien de ese mundo en el que vivimos y vivimos interrelaciones los unos con los otros. De ahí cómo hemos de amar nuestro trabajo, cómo hemos de disfrutar con lo que hacemos, como sentimos el gozo que aquello que nosotros hacemos puede hacer felices a los demás. Hacemos una pelota, por ejemplo, y nos puede parecer insignificante, pero ¿habremos pensado en lo feliz que se a sentir un niño el día que juegue con esa pelota?

Nuestra vida en la pasividad no tiene sentido ni valor, no podemos andar dormidos por la vida porque decimos que ahora nos toca descansar, esa riqueza interior que hemos acumulado a través de nuestros años, nuestras luchas, nuestros logros, nuestras experiencias es algo que le debemos también a ese mundo que nos rodea y con ellos lo hemos de compartir.

¿Un denario va a ser el usufructo de lo que realicemos? En la medida de Dios ese denario no se reduce a una cantidad contante y sonante, es algo mucho más intenso porque es llenarnos del gozo de Dios.

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