martes, 24 de junio de 2025

La celebración del nacimiento de Juan nos tiene que llevar a una búsqueda de Jesús, verdadera Palabra que nos trae la auténtica Salvación

 


La celebración del nacimiento de Juan nos tiene que llevar a una búsqueda de Jesús, verdadera Palabra que nos trae la auténtica Salvación

Isaías 49, 1-6; Salmo 138; Hechos de los apóstoles 13, 22-26; Lucas 1, 57-66. 80

‘¿Qué va a ser de este niño?’ es la pregunta que se hacen sus vecinos y todas las gentes de las montañas a las que había llegado la noticia de su nacimiento. Cuando los vecinos de Isabel se enteraron de la noticia de que estaba esperando un hijo a pesar de su vejez daban gracias a Dios que se había manifestado misericordioso con ella. Ahora se estaban sucediendo cosas extraordinarias, el niño se iba a llamar como su padre sino que la madre había insistido en llamarle Juan, el padre lo había ratificado escribiéndolo en una tablilla pues había estado mudo desde lo que había sucedido en el templo, en verdad aquel nombre venía a significar la misericordia del Señor que se había manifestado en aquel hogar, como el mismo nombre significaba. Zacarías había recobrado el habla y había terminando cantando también las misericordias del Señor.

‘¿Qué a ser de este niño?’ se preguntaban y con razón. ¿Sería sacerdote del templo de Jerusalén como hubiera sido habitual en el hijo de un sacerdote? ¿Quedaría allá en aquel pueblo ignorado y perdido entre las montañas de Judea?

Pero Dios había ido señalando su camino. ‘Tu mujer, Isabel, te dará un hijo’, le había señalado el ángel. Será motivo de gozo y alegría para muchos… estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno’, le había anunciado el ángel. ‘Y la criatura saltó de gozo en el seno de su madre’ con la visita de María, la prima, llegada desde la lejana Galilea. ‘Convertirá a muchos de Israel al Señor, su Dios… porque irá con el espíritu y el poder de Elías… para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’.

La respuesta a la pregunta estaba en lo que el ángel le había anunciado a Zacarías y por lo que ahora Zacarías daría gracias al Altísimo ‘porque ha visitado y redimido a su pueblo suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas’.

Si ahora la gente se preguntaba qué iba a ser de aquel niño, un día allá en el desierto donde Juan estaba realizando aquella misión para la que había sido elegido desde el seno de su madre, como habían dicho los profetas, ahora le preguntarían a Juan de la misma manera. ‘¿Tú quien eres para que podamos responder a los que nos han enviado?’ Y Juan diría que él no era el profeta, que no era el Mesías, que solo era la voz que clamaba en el desierto para preparar los caminos del Señor. Sí, sería como proféticamente había cantado Zacarías ‘el profeta del Altísimo que irá delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación y el perdón de los pecados’.

En aquellos momentos tan llenos de confusión por toda la situación, en cierto modo dramática para el pueblo, que estaban viviendo Juan era la voz que anunciaba algo nuevo y bien distinto, la voz que invitaba a la conversión, la voz que preparaba los caminos del Señor. Era la voz que gritaba en el desierto, pero él quería pasar desapercibido porque no se anunciaba a si mismo; no le importaba menguar y desaparecer para que quien iba a venir creciera y se manifestara en verdad como el Salvador. Lo harán enmudecer porque su palabra resultaba incomoda para los poderosos, de ahí su martirio en manos de Herodes.

Hoy nosotros estamos celebrando su nacimiento, que también a todos nos llena de alegría y nos hace hacer fiesta. También son momentos de confusión donde necesitamos también escuchar una voz profética que nos conduzca hasta la Palabra, porque es ahí donde vamos a encontrar la salvación. Incluso hasta la misma celebración del nacimiento de Juan nos pueda llenar de confusión porque estamos haciendo una mezcla de nuestros elementos religiosos y cristianos con un nuevo paganismo que se va extendiendo por el mundo y la sociedad.

Podemos pensar en la descristianización de nuestra sociedad donde vamos dejando a un lado los valores cristianos y del evangelio para vivir en una indiferencia muy peligrosa, en un materialismo que nos desborda y en un sensualismo que preocupa en la manera de vivir de nuestra sociedad. ¿Habrá una voz profética que nos despierte y haga volver nuestros corazones a los caminos del Evangelio que aunque nos llamamos cristianos tenemos tan olvidados? Pero incluso en las mismas formas que se han reintroducido en la forma de celebrar el nacimiento de Juan está renacimiento un nuevo paganismo en unos nuevos ritos que quieren ser como los nuevos sacramentos para nuestra sociedad de hoy. Pensemos en todas las costumbres y ritos de las que hemos llenado esta noche de san Juan, que quieren mimetizar los sacramentos de la Iglesia, pero sustituyéndolos por un fuego que llaman purificador.

¿Quién es el que de verdad nos purifica? Juan había sido anunciado como el que venía a preparar los caminos del Señor para la conversión y el perdón de los pecados. ¿Será eso lo que en verdad nosotros buscamos y queremos celebrar con el nacimiento de Juan?

‘¿Qué va a ser de este niño?’, nos seguiremos preguntando, pero tenemos que hacerlo en una búsqueda del Evangelio, que tiene que ser siempre una búsqueda de Jesús. ¿Será a Jesús a quien buscamos como nuestro único Salvador?

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