miércoles, 11 de diciembre de 2024

Qué distintas hacemos las cosas cuando caminamos desde el amor, vayamos hasta Jesús y su evangelio y dejémonos encontrar por El, otra será nuestra alegría

 


Qué distintas hacemos las cosas cuando caminamos desde el amor, vayamos hasta Jesús y su evangelio y dejémonos encontrar por El, otra será nuestra alegría

Isaías 40, 15-31; Salmo 102; Mateo 11, 28-30

Estoy cansado, no puedo más. ¿Lo habremos dicho alguna vez? ¿Lo habremos escuchado a gente a nuestro alrededor? Cansados porque mucho es el trabajo y duras sus condiciones, muchas las cosas que hacer y no sabemos de donde sacar el tiempo, nos sentimos presionados porque hay que sacar las cosas a tiempo porque la vida es una loca carrera, porque nos sentimos débiles, porque estamos enfermos y nos sentimos sin fuerzas.

Pero ese cansancio puede venir de más allá, de otras situaciones, del ambiente que nos rodea o de las desganas que sentimos en nuestro espíritu; porque hemos perdido la ilusión o ya no tenemos metas por las que luchar y entonces el trabajo se hace cansino, sin sentido; porque nos hemos ido quemando en la vida con fracasos, contratiempos, incomprensiones, desmotivación porque no se valora lo que hacemos o no se nos tiene en cuenta; porque los problemas se nos amontonan y hasta hemos perdido la esperanza, porque hay en nosotros cosas que nos desestabilizan y quitan claridad a nuestra mente para saber por donde vamos ni por qué hacemos las cosas; porque la sociedad en la que vivimos parece en ocasiones que va sin norte y todo es confusión…

Cuando Jesús nos dice hoy en el evangelio que vayamos a El los que estamos cansados y agobiados está saliéndonos al encuentro, saliendo al encuentro de esta sociedad nuestra, en aquel momento de la historia de su presencia allí en los caminos de Galilea y Palestina, pero también en el hoy de nuestra historia, de nuestra vida concreta donde también se manifiesta ese cansancio, ese agobio y esa desesperanza.

No podemos tomarnos estas palabras de Jesús como unas palabras bonitas como si fueran solamente una hermosa página literaria. Su Evangelio, su buena noticia nos quiere alcanzar hoy ahí donde estamos con nuestros cansancios y con nuestros agobios; cada uno sabemos cómo nos encontramos, cada uno hemos de escucharlas directamente dichas para nosotros.

Y es que Jesús ha venido para poner luz en nuestra vida, Jesús ha venido para responder a esas situaciones concretas que cada uno vivimos, Jesús ha venido para ser nuestra salvación, y salvarnos es sacarnos de esas situaciones donde nos sentimos hundidos, donde hemos perdido la ilusión y la esperanza, donde nos encontramos con nuestros problemas, donde estamos con nuestros cansancios concretos.

Por eso escuchar el evangelio, escuchar el mensaje de Jesús es pensar en nuestra vida, en nuestra situación, en las cosas que hacemos o que tenemos ganas de hacer, en las cosas que nos cansan y que nos aburren y ver qué quiere Dios de nosotros, qué nos quiere decir en concreto la Palabra de Dios, de qué en concreto necesitamos sentirnos salvados. No es algo etéreo que veamos tan espiritual y sobrenatural que le hagamos perder el sentido nuevo de humanidad que Dios quiere dar a nuestra vida.

Cuando Jesús nos está diciendo que vayamos a El, que aprendamos de El, que en El encontraremos nuestro descanso no es simplemente para que nos encerremos en nuestras iglesias con nuestros rezos y con nuestros cantos – que también tenemos que hacerlo – sino para que empecemos a caminar un camino nuevo, el que nos va trazando con su Evangelio, que será una nueva manera de mirar y de ver las cosas, ver nuestro trabajo, ver nuestra familia, ver las cosas que hacemos, ver esa sociedad en la que estamos y comencemos a sembrarla de nuevos valores, comencemos a empaparla de un nuevo sabor y sentido, a encontrar nuevas motivaciones para nuestras luchas y para nuestros esfuerzos, a llenar de una nueva alegría, entusiasmo e ilusión nuestra vida y lo que hacemos, a tener una nueva y trascendente esperanza.

Es la mansedumbre de su corazón, es la ternura que aprendemos de El, es la nueva paz que sentimos en nuestro espíritu, es ese sentido de sencillez y de humildad con que hacemos las cosas. Qué distintas hacemos las cosas cuando las hacemos con amor y por amor; qué fortaleza interior sentimos para superar cansancios, desilusiones, fracasos, contratiempos, rutinas. Es otra nuestra vida. Vayamos hasta Jesús y su evangelio y dejémonos encontrar con El.

No hay comentarios:

Publicar un comentario