sábado, 20 de mayo de 2023

No nos deja solos, su presencia es permanente junto a nosotros, abramos los ojos de la fe y gocémonos en su amor

 


No nos deja solos, su presencia es permanente junto a nosotros, abramos los ojos de la fe y gocémonos en su amor

Hechos 18, 23-28; Sal 46; Juan 16, 23b-28

Escuchamos estas palabras de Jesús pronunciadas en el marco de la última cena, cuyos textos hemos venido reflexionando en estos días, palabras que nos hablan de despedida, de marcha al Padre, precisamente cuando litúrgicamente vamos a celebrar mañana la Ascensión.

Como hemos venido notando en las reflexiones que en torno a la Palabra nos hemos venido haciendo hay algo en lo que insiste Jesús una y otra vez. Siempre la sensación de despedida es de abandona, de la soledad en que se van a quedar después de la despedida, como suele suceder en la vida. lloramos siempre la partida de alguien por la soledad que vamos a padecer los que nos quedamos, ya sea en la despedida de alguien que marcha a otro lugar, ya sea en la partida a la hora de la muerte.

¿Nos vas a dejar solos? Jesús está repitiéndonos insistentemente que no nos deja solos, estará siempre la presencia de su Espíritu, el Espíritu de la Verdad que, como hemos reflexionado, nos lo enseñará todo, nos irá recordando todo lo referente a Jesús. Pero ahora el texto nos insiste en la oración. Tendremos la certeza de que seremos escuchados, tenemos la certeza del Padre que nos ama y nos escucha. Como nos dice Jesús, no es que El interceda por nosotros, aunque en otro momento nos diga que será nuestro intercesor, sino que el Padre nos escucha porque somos sus hijos.

‘Aquel día pediréis en mi nombre, - nos dice y nos añade aun más - y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios’. El Padre nos ama por el amor que le tenemos a Jesús, por la fe que hemos puesto en Jesús.  Es hermoso. Es como si alguien nos dijera que nos ama y que nos escucha, porque somos amigos de su hijo, o aquello otro que decimos tantas veces, los amigos de mis amigos son mis amigos también.

Jesús se vuelve al Padre pero no nos deja solos. La maravilla de nuestra fe nos hace descubrir una presencia que no tenemos que ver con los ojos de la cara, es lo que podemos sentir en el corazón. Algunas veces en nuestros momentos de fervor nos llenamos de añoranzas y nos ponemos a pesar si nosotros hubiéramos estado allí, en aquellos momentos de los que nos habla el evangelio, cómo habría sido nuestra fe, como nosotros no le hubiéramos abandonado ni rechazado, con cuanto fervor hubiéramos vivido junto a El. Pero en la maravilla de nuestra fe, como decíamos, no necesitamos de esa presencia que palpemos con los ojos de la cara. Hay algo místico y maravilloso que nos hará sentir, nos hará vivir esa presencia de Jesús junto a nosotros. Es lo que ahora tenemos que intensificar.

Es lo que vivimos en nuestro sentido de Iglesia, es lo que vivimos en los sacramentos, es lo que vivimos con nuestra oración y mira que Dios nos escucha, pero es también lo que vivimos en el encuentro con los hermanos; cuando estamos reunidos en su nombre allí está en medio de nosotros. Pero es también que en cada hermano que viene a nuestro encuentro está viniendo Jesús a nosotros, en cada gesto de amor que nosotros tengamos para los demás es como si a El se lo estuviéramos haciendo. ‘Todo lo que hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mi me lo hicisteis’, que nos dice Jesús.

No nos deja solos, su presencia es permanente junto a nosotros, abramos los ojos de la fe y gocémonos en su amor.

viernes, 19 de mayo de 2023

En esa vida de luces y sombras de nuestro camino sabemos con certeza que nunca nos faltará la luz, la presencia de Jesús en su Espíritu, la alegría que dura para siempre

 


En esa vida de luces y sombras de nuestro camino sabemos con certeza que nunca nos faltará la luz, la presencia de Jesús en su Espíritu, la alegría que dura para siempre

Hechos 18, 9-18; Sal 46; Juan 16, 20-23a

Ya quisiéramos un mundo donde todo sea alegría y fiesta; a muchos les cuesta entender la vida cuando se tienen que enfrentar al dolor y al sufrimiento, y por qué no decir que a nosotros también nos cuesta; algunos buscarán sucedáneos que le favorezcan esa fiesta, que les haga olvidar tristezas, que todo sea fiesta siempre.

Pero ahí está el dolor y el sufrimiento, ahí están los momentos oscuros, ahí está la tristeza que muchas veces nos embarga; no alcanzamos lo que deseamos, su frustran en ocasiones nuestras metas, nos encontramos contrariedades en la vida y nunca nos gusta que nos lleven la contraria, fijémonos cómo reaccionamos muchas veces incluso de manera violenta contra quienes nos lleven la contraria. Es bueno, es cierto, que deseemos un mundo de felicidad y obligación tenemos de procurar ese mundo mejor para todos.

No nos dice Jesús que por seguirle a El nunca va a haber lágrimas en nuestros ojos, que no nos van a aparecer momentos oscuros, cosas que en ocasiones nos llenen de tristeza; pero creo que Jesús nos da pautas para cómo tenemos que enfrentarnos a esos momentos, cómo no nos podemos dejar envolver por esas tristezas que nos llenarían de angustias el corazón, cómo no nos puede faltar la esperanza de que esa oscuridad acabará y un día va a resplandecer la luz que nos llene de inmensa alegría.

Jesús les está hablando en la cercanía de unos momentos oscuros que pronto todos tendrán que pasar; las palabras de Jesús las situamos en la cena pascual y ya sabemos todo lo que se iba a desarrollar a partir de esos momentos. Serán unos duros momentos de dolor como de parto, en fin de cuentas es la pascua que nos hará renacer a una nueva vida; la mujer sufre en los momentos del parto, pero pronto todo lo olvidará con la nueva vida que va a palpitar entre sus manos cuando acoja en su regazo el niño recién nacido. Así nos dice será la alegría de la vida a la que todos estamos llamados, que los apóstoles van a vivir de una forma muy intensa, tras el paso por la Pascua y con la llegada del momento del encuentro con Cristo resucitado.

Pero las palabras de Jesús van más allá de esos momentos que viven entonces sus discípulos para ser palabras que los discípulos de todos los tiempos tenemos que escuchar y escucharlas con atención. En esa vida de luces y sombras en que se convierte nuestro camino, sabemos con certeza que nunca nos faltará la luz, porque nunca nos va a faltar la presencia de Jesús en su Espíritu junto a nosotros. Es lo que tenemos que aprender, es lo que tenemos que vivir, es lo que sigue llenando de esperanza nuestra vida en medio de las luchas, de las tormentas que a lo largo de los tiempos siempre vivimos y viviremos los discípulos de Jesús.

El camino no es fácil, muchas veces se vuelve muy abrupto y hasta tenebroso, pero con nosotros camina Jesús, como caminó con aquellos discípulos que entre los primeros visajes de la noche se marchaban de Jerusalén, se querían ir de nuevo a su pueblo; pero allí está Jesús con ellos, aunque al principio no se dan cuenta, cuando lo reconocen sus corazones se llenarán de inmensa alegría, alegría que querrán compartir con los demás cuando vuelven de nuevo a Jerusalén.

Hoy nos dice Jesús que nuestra alegría será inmensa y nadie nos la podrá arrebatar. ¿Será esa la misma alegría que seguimos viviendo hoy los cristianos y con la que hemos de contagiar a los demás? 'Volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada’. Como los discípulos que tras su encuentro con Cristo resucitado ya no preguntaban nada, porque sabían que era El, se nos acaban las dudas, se nos caen de nuestros ojos esos velos que nos cegaban tantas veces y nos llenaban de dudas. No necesitamos sucedáneos porque tenemos la verdadera alegría en el corazón. Ahora sabemos que Jesús está con nosotros.

jueves, 18 de mayo de 2023

No nos puede faltar la alegría, no nos puede faltar la paz, porque sería el testimonio con que daremos razón de nuestra fe y nuestra esperanza a mundo que nos rodea

 


No nos puede faltar la alegría, no nos puede faltar la paz, porque sería el testimonio con que daremos razón de nuestra fe y nuestra esperanza a mundo que nos rodea

Hechos de los apóstoles 18, 1-8; Sal 97; Juan 16, 16-20

No son un juego de palabras, pero sí son palabras que nos desconciertan, nos producen inquietud, desasosiego, tristeza, aunque quieren provocar alegría. De ahí ese desconcierto. Nos hablan de que tiene que irse, pero de que vuelve, nos presagia momentos duros que nos harán sufrir, pero nos dice que luego vendrá una alegría más plena.

‘Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver…’ Se preguntan los discípulos porque no entienden, y Jesús sabe que ellos están desconcertados, por eso terminará diciéndoles ‘vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría’. ¿Cómo será posible todo esto?

El momento es inminente y, podríamos decir, que la tragedia se presiente. Dentro de un momento ellos mismos lo abandonarán y lo dejarán solo; antes mientras estaban en el huerto se dormirían y no serían capaces de aguantar despiertos y orar como Jesús les había pedido. Vendrán luego esos momentos tristes de la pasión y de la muerte en la cruz, con todo el drama que supuso para ellos esa situación. Estaba también en juego la incertidumbre de sus propias vidas, ante lo que podía suceder. Por eso se encerrarán en el cenáculo y de allí no querrán salir, por miedo a lo que les pueda pasar. Pero esa tristeza se convertirá en alegría con la resurrección, aunque mucho les costara aceptar y entender.

Pero no nos quedamos solo en contemplar lo que entonces sucedió a los discípulos sino que eso es imagen y tiene que ser ejemplo para las situaciones difíciles que nosotros podamos pasar. Sentiremos también vacíos y soledades, nos parecerá en momentos que estamos abandonados a nuestra propia suerte; son los problemas que cada día tenemos que afrontar pero es también nuestra situación como cristianos en medio de un mundo que nos rodea y tantas veces nos parece hostil. Nos agobiamos por situaciones por las que hemos de pasar, pero es que quizás no hemos sabido hacer una lectura en nuestra propia vida de lo que vemos en el evangelio.

Tendríamos que tener muchos motivos para no perder la paz en el corazón y mantener la serenidad, para no quejarnos de que nos sentimos solos y abandonados, para no dejarnos envolver por las tristezas y por los miedos que tantos temores van produciendo dentro de nosotros. Tenemos la palabra de Jesús que nos habla de que esa tristeza tiene que convertirse en alegría; tenemos la Palabra de Jesús de que estaría con nosotros siempre hasta la consumación de los tiempos; tenemos la promesa de Jesús que derramaría sobre nosotros su Espíritu que será nuestra fuerza y nuestra sabiduría, nuestra vida y nuestro consuelo.

Pero muchas veces olvidamos la Palabra de Jesús. Por eso, cuando contemplamos un evangelio como el de hoy tenemos que saberlo leer en nuestra vida, para darnos cuenta de nuestra realidad, pero para darnos cuenta que la palabra de Jesús no nos fallará, para saber utilizar todos esos recursos de vida y de gracia que El ha puesto en nosotros. No nos puede faltar la alegría; es el testimonio más hermoso que podemos dar los cristianos, aunque haya momentos oscuros y difíciles. Así estaríamos dando razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. No nos puede faltar la alegría, no nos puede faltar la paz, y esto tienen que notarlo los que nos rodean que tanta falta tienen de una verdadera alegría, que tanto necesitan tener esperanza.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Será el Espíritu por el que hemos de dejarnos conducir, que anide en nuestros corazones y nos abra el entendimiento para comprender e interpretar las Escrituras

 


Será el Espíritu por el que hemos de dejarnos conducir, que anide en nuestros corazones y nos abra el entendimiento para comprender e interpretar las Escrituras

Hechos 17, 15. 22 — 18, 1; Sal 148; Juan 16, 12-15

De alguna manera a todos nos sucede, en ocasiones estamos saturados de noticias, son tantas las cosas que se nos cuentan en cualquier noticiero de radio o de televisión, que conocemos a través de Internet, de cosas que suceden en cualquier lugar del mundo y que al momento podemos tener en nuestras manos, que algunas veces quisiéramos apagar todos los medios de comunicación y quedarnos sin enterarnos de nada, un poco como para desintoxicarnos de todo y poder luego con calma comenzar a asimilar cuanto hemos oído.

Sucede con las noticias, sucede con los estudios que realizamos, las distintas materias a las que hemos de meter mano para poder sacar, por ejemplo, una carrera adelante; una pausa, un repasar con calma las cosas, un poner un poco de orden en la información o los conocimientos que recibimos. Nos sentimos a veces como apabullados.

¿Qué les estaba sucediendo a los discípulos de Jesús? Mucho nuevo les había sorprendido en aquellos cortos años que llevaban siguiendo a Jesús; su entusiasmo por El les hacía mantenerse fieles y leales, pero les costaba asimilar bien cuanto iban recibiendo; por eso en ocasiones parece que reculan, les vemos ir para adelante y para detrás en aquellas cosas que Jesús les iba proponiendo del sentido del Reino nuevo que les anunciaba. Cuánto les costaba por ejemplo entender lo del servicio y lo de hacerse los últimos.

Ahora en aquellos días próximos a la Pascua habían vivido con intensidad muchas cosas que incluso les costaba comprender. Seguían a Jesús y lo amaban, se habían decantado por El en momentos difíciles y sin comprender del todo lo que Jesús les anunciaba, pero sentían que era la Verdad que no podían negar, el camino que habían de seguir, la vida eterna que deseaban alcanzar. ¿A quien iba a acudir? Solo Jesús tenía palabras de vida eterna.

Y ahora Jesús, en aquella cena pascual, donde tantas cosas estaban sucediendo, tantos signos se iban realizando, tantas promesas Jesús iba haciendo, aun les dice que les queda muchas cosas que decirles y enseñarles. ¿Se sentirán saturados? Pero Jesús al mismo tiempo les está haciendo una promesa que les aclarará muchas cosas.

Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir…

Cuando venga El, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena’. Solo con la fuerza del Espíritu podían llegar a entender cuanto Jesús les estaba enseñando. Aquí sí tenemos que decir que hay cosas que nos superan y que por nosotros mismos no podremos llegar a alcanzar. ¿Además cómo recordar todo cuanto Jesús les había ido enseñando?  Por eso podemos tener con tanta fiabilidad las palabras de Jesús, por la inspiración del Espíritu Santo. Será el Espíritu por el que hemos de dejarnos conducir, el Espíritu que anide en nuestros corazones y nos dé todo el impulso que necesitamos, el Espíritu que nos abrirá el entendimiento y el corazón para que podamos comprender e interpretar las Escrituras.

El Espíritu que seguimos necesitando hoy, lo necesita la Iglesia y lo necesitamos cada uno de nosotros, en nuestras luchas, en nuestro camino, en el testimonio que tenemos que dar, en el anuncio que tenemos que hacer al mundo. Será quien nos conduzca y nos ilumine, será nuestra sabiduría y el que nos llenará de la santidad de Dios, será el que llenándonos de la vida de Dios nos hará hijos de Dios, hará en nosotros un nuevo nacimiento para ser ese hombre nuevo del Reino nuevo de Dios.

martes, 16 de mayo de 2023

Abramos nuestro corazón al Espíritu para llenarnos de esa fortaleza interior que nos inunda de verdadera esperanza en el anuncio del evangelio

 


Abramos nuestro corazón al Espíritu para llenarnos de esa fortaleza interior que nos inunda de verdadera esperanza en el anuncio del evangelio

Hechos de los apóstoles 16, 22-34; Sal 137; Juan 16, 5-11

Sabemos que es así, que así son las cosas de la vida, ahora estamos llenos de entusiasmo que parece que nos vamos a comer el mundo, pero al rato o mañana caemos en un estado de desánimo que parece que es el mundo el que nos va a comer a nosotros. Circunstancias de la vida, cosas que nos suceden, pensamientos que nos pasan por la cabeza, anuncios que nos están haciendo llegar los malos momentos, necesitamos una fortaleza grande de ánimo, una fortaleza de espíritu para no caer en ese desánimo por cualquier circunstancia que nos bordee y nos llene de negros presagios. No es fácil mantener esa fortaleza de ánimo, pero será algo que tendremos que aprender a superar, aprender a transformar, aprender a madurar en nuestra vida.

Como decíamos necesitamos de mucha fortaleza interior. Una fortaleza interior que tenemos que saber ir cultivando, que sacamos de las buenas experiencias que hayamos tenido en la vida como también de aquellos momentos que hayan podido ser de fracaso pero que son hermosas lecciones para la vida. pero también la esperanza nos fortalece; la esperanza que nos hace ver que lo malo por lo que estamos pasando no va a durar siempre y un día podrá aparecer la luz y habremos salido de esas situaciones negras; pero es la esperanza que nace en nuestro corazón cuando sabemos que podremos encontrar ayuda, que cuando lleguen esos negros nubarrones no vamos a estar solos y a oscuras; la esperanza que se crece cuando contemplamos las luchas de los que caminan a nuestro lado, y vemos que ellos son capaces de salir adelante. ¿No podremos nosotros también?

Hoy Jesús quiere sembrar esa esperanza en el corazón de los discípulos que están pasando por un mal momento, que se sienten apesadumbrados, tristes y solos porque por las palabras y anuncios de Jesús intuyen lo que puede suceder y que un día El no va a estar con ellos. Les dice que sí es necesario que El se marche, porque de lo contrario no vendrá a ellos el Espíritu de Dios que en verdad les va a hacer fuertes.

‘Sin embargo, os digo, es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré’. Conviene la marcha de Jesús aunque sea algo que ellos no entienden; Jesús trata de explicárselo, ‘si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito…’ Es la promesa que tendría llenarlos de esperanza, hacer cambiar su estado de animo, disipar aquellas tristezas que ahora están viviendo. Tendrán un Defensor, el Espíritu de la verdad.

Es el Espíritu que va a revelarles la plenitud de la verdad; es el Espíritu que les hará descubrir sus propias sombras, su propia realidad de pecado, pero es el Espíritu que nos ilumina con una luz nueva y nos hace comprender la belleza y la grandeza de la gracia; es el Espíritu que nos pone en camino de vivir de una manera nueva y distinta, pero es el Espíritu que nos mantendrá fuertes cuando aparezca la debilidad, pero también cuando aparezcan las adversidades que pudieran distraernos o alejarnos del verdadero camino; es el Espíritu que nos transformará desde lo más hondo, como una profunda revolución dentro de la persona, pero nos hará comprender cual es la libertad verdadera.

Los discípulos tendrán que experimentarlo en sus propias vidas para terminar de comprender la riqueza de gracia que el Señor nos regala. Han de pasar por la Pascua para encontrarse de nuevo con el Señor resucitado; tendrán que vivir la experiencia de Pentecostés y saldrán por el mundo sintiendo una presencia nueva de Jesús, sintiendo la fuerza de su Espíritu para transformar ese mundo por el anuncio del Evangelio. Que nos llenemos nosotros también de esa fortaleza y podremos vivir la alegría de nuestra fe.

lunes, 15 de mayo de 2023

Creamos en la palabra de Jesús, lo que nos anuncia y son nuestros peligros, pero confiemos en la Palabra de Jesús, en la promesa del Espíritu que será nuestra fortaleza

 


Creamos en la palabra de Jesús, lo que nos anuncia y son nuestros peligros, pero confiemos en la Palabra de Jesús, en la promesa del Espíritu que será nuestra fortaleza

Hechos 16, 11-15; Sal 149; Juan 15, 26 — 16, 4a

Nos anuncian cosas que nos pueden suceder, más aún, lo dan por hecho de que sucederá, pero como no nos creemos que eso nos pueda pasar a nosotros, pues no nos lo creemos. Una persona con buena voluntad para con nosotros y con una sabiduría que le ha dado la vida, nos habla de peligros, nos habla de situaciones en las que podríamos vernos envueltos, pero nos creemos muy seguros, autosuficientes podríamos decir, y no pensamos que podríamos en verdad llegar a esa situación. Cuando llegue el momento, recapacitaremos y nos diremos que era verdad aquello que nos dijeron, aquello que nos anunciaron, pero no le hicimos caso.

¿Les sucedió algo así a los discípulos de Jesús, a los Apóstoles que había llamado a estar con El? De alguna manera tenemos que decir que sí, aunque en el momento en que escuchan estas palabras de Jesús la tensión se palpa en el ambiente y ya podían vislumbrar que algo iba a pasar a partir de aquella noche, siguieron confiados en que Jesús estaba con ellos, y como le diría Pedro un día, eso no te puede pasar a ti. Ahora cuando el evangelista nos hace el relato de las palabras de Jesús está haciendo algo así como una confesión de que no siempre se tomaban en serio los anuncios y las palabras de Jesús.

Pero Jesús les está hablando de una presencia suya entre ellos de una manera distinta; está hablándoles del Espíritu que enviará desde el seno del Padre. Será su maestro y su guía, se los revelará todo, estará con ellos para que nos les falte la fuerza en los momentos difíciles que se acercan. Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo’.

Y nos insiste y nos repite. Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis… Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho’. Y habla de que los expulsarán de las sinagogas y hasta piensan que hacen bien cuando los quitan de en medio. No será hoy expulsiones de la sinagoga o cosas así, porque lo menos que les preocupa a las gentes del mundo el que exista sinagoga o no, que sean de una religión o de la otra.

Es un tema del que se hace silencio, se ignora, no nos metan en líos o complicaciones, son cosas de religión allá ellos dirán, pero el hecho religioso es algo que hoy quiere acallarse, ignorarse, como si no existiera; todos tienen posibilidades de hablar en los foros públicos, y si pueden poner un poco de pimienta en los temas o en los problemas de la Iglesia, mejor, pero en esa cancha es a la Iglesia, es al cristiano convencido de su fe al que no se quiere dejar hablar. A lo sumo lo más que hacen es tratarlo como un tema cultural de otro tiempo pero que no nos tiene que afectar.

Y los cristianos nos callamos, nos acobardamos, como nos pedía ayer domingo san Pedro en su carta, los cristianos tenemos que saber dar razón de nuestra esperanza, de nuestra fe. Es la valentía que nos falta a los cristianos, porque no nos confiamos en el Espíritu del Señor, tal como Jesús hoy nos lo promete. Sintamos ese fuego del Espíritu dentro de nosotros y nada nos podrá hacer callar.

En estos dos semanas que nos quedan para Pentecostés ésta tendría que ser nuestra súplica diaria, invocar la presencia del Espíritu, que lleguemos a sentir ese fuego del Espíritu, que se produzca un verdadero Pentecostés en nuestra vida. Que esa sea nuestra oración, aprendamos a dejarnos conducir por la fuerza del Espíritu Santo. Creamos en la palabra de Jesús, lo que nos anuncia y lo que son nuestros peligros. Pero confiemos en la Palabra de Jesús, en la promesa del Espíritu.

 

domingo, 14 de mayo de 2023

Envueltos por el Espíritu de Jesús en Pentecostés todo cambiará en sus vidas, porque los miedos y las cobardías desaparecerán, no estarán huérfanos ni solos

 


Envueltos por el Espíritu de Jesús en Pentecostés todo cambiará en sus vidas, porque los miedos y las cobardías desaparecerán, no estarán huérfanos ni solos

Hechos 8, 5-8. 14-17; Sal 65;  1Pedro 3, 15-18; Juan 14, 15-21

Cuando en el camino de la vida nos sentimos acompañados por alguien que por su prestigio, por su bien hacer, por sus características de líder y sentimos que de un momento a otros nos va a fallar, no lo vamos a tener a nuestro lado, nos sentimos mal, nos sentimos como abandonados y nos entran los temores de qué va a ser de nosotros, de nuestro grupo, de los proyectos que traemos en mano.

En todo grupo humano siempre tenemos una persona así, que lo es todo para aquel grupo, que sabe mantenerlo unido, manteniendo en alto los ideales y metas; sucede hasta en cualquier grupo de muchachos como lo tenemos en cualquier organización. Hoy le ponemos diferentes nombres, será ‘coach’ como está ahora de moda, será dirigente, acompañante que es lo que realmente significa esa palabra mencionada, será maestro, será animador, será defensor, llamémoslo como queramos, pero si nos falta parece que el mundo se nos viene abajo, aunque la misión del líder es ponernos a caminar para que seamos capaces de hacerlo por nosotros mismos.

¿Por qué no podemos pensar que así se sentían los discípulos en relación a Jesús y que ahora en estos últimos momentos están sintiendo tantas palabras de despedida? La tristeza y la incertidumbre les embargan, porque aun no sabe lo que realmente va a suceder después de aquella cena tan llena de signos. La incertidumbre y la preocupación que también nos envuelve tantas veces a los cristianos frente al mundo y con la misión que en el mundo tenemos que realizar. También nos llenamos de miedos.

Pero Jesús les dice que no tienen por qué estar tristes, El marcha – es el momento de la entrega definitiva – pero les promete quien les va a acompañar siempre. El Espíritu de Jesús no les va a faltar. Les promete el Espíritu de la verdad, que se lo revelará todo, pero que será el acompañante, el Defensor que estará siempre con ellos. No se van a sentir solos, aunque ellos ahora no lo entienden.

No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros… Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad…’ Les costará entenderlo a los discípulos y su consuelo, de alguna manera, es confiarse a las palabras de Jesús. Lo pasarán mal en aquella pascua, más tarde Jesús les abrirá el entendimiento para que comprendan las Escrituras, para que comprendan todo lo que El les ha anunciado. Cuando se sientan envueltos por el Espíritu en Pentecostés todo cambiará en sus vidas, porque los miedos y las cobardías desaparecerán.

Tenemos que poner nosotros también toda nuestra confianza en las palabras de Jesús. Su Espíritu también ha inundado nuestras vidas porque desde el Bautismo nos hemos convertido en morada de Dios y en templos del Espíritu. Como don especial lo recibimos en el sacramento de la Confirmación y ya nosotros con la fuerza del Espíritu tenemos que ser testigos.

El Espíritu que abrió las puertas de la Iglesia para que se expandiera el mensaje del Evangelio, y llegara, como hemos escuchado hoy en la primera lectura, incluso a aquellos lugares a los que en principio tenían temor de llegar porque pensaban que no iban a ser recibidos. Fue el Espíritu el que impulsó a los que salieron de Jerusalén en aquellas primeras persecuciones para anunciarlo en Samaría, que para los judíos era una tierra maldita, y sin embargo vemos como acogen la predicación del diácono Felipe y bajarán luego Pedro y Juan para que por la imposición de las manos sobre ellos se realizara un nuevo Pentecostés.

¿Nos dejaremos conducir por el Espíritu para llegar también a las fronteras, esas fronteras que tenemos ahí cerca de nuestro lado, vecinos nuestros quizá en nuestro mismo pueblo en tantos a los que parece que no interesa el evangelio,  no interesa la Iglesia, para que también may hagamos un anuncio del mensaje del Evangelio?

Es el Espíritu que, como nos decía el apóstol Pedro en la segunda lectura de hoy, que nos hará dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza al mundo que nos rodea. Es el testimonio que tenemos que dar con nuestra vida, que el mundo crea que hay razones para la esperanza, que el mundo vea que es importante mantener viva la fe; que con el testimonio de nuestra vida, por lo que hacemos y por lo que vivimos, por nuestro compromiso serio, por esa lucha que mantenemos contra el mal y la injustita, por esos gestos de humanidad y de cercanía con que nosotros caminamos tendiendo la mano, curando heridos de la vida, levantando caídos, acompañando soledades, poniendo el amor y la comprensión siempre por delante demos razón de la fe que anima nuestra vida, de la esperanza que llevamos en el corazón y que nos mantiene con espíritu alegre para poner alegría en nuestro mundo.

Y lo podremos hacer porque estamos llenos del Espíritu que nos ha dejado Jesús como nuestro acompañante y nuestro defensor, el Espíritu de la verdad que nos guiará hasta la verdad plena. Abramos las puertas de nuestro corazón para dejarnos inundar por la fuerza del Espíritu.