martes, 15 de agosto de 2023

Seamos capaces de cantar el cántico de María reconociendo también cuantas maravillas Dios realiza en nosotros queriendo hacer también su mismo camino de Asunción

 


Seamos capaces de cantar el cántico de María reconociendo también cuantas maravillas Dios realiza en nosotros queriendo hacer también su mismo camino de Asunción

Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab; Sal 44; 1Corintios 15, 20-27ª; Lucas 1, 39-56

Lo que llevamos en el corazón no lo podemos disimular, no lo podemos callar. Cuando nos encontramos con aquellos, en especial, que tienen cierta sintonía con nosotros, canta de inmediato el corazón y dejar fluir los más hermosos sentimientos, y de inmediato nuestra lengua se desata y seremos capaces de decir las más bellas palabras. 

Pueden ser hermosas experiencias que hayamos vivido, encuentros que han llegado de gozo el alma porque experimentamos lo que es la belleza de la vida, nos regocijamos en el amor y la amistad que se nos ofrece y se nos regala, nos sentimos elevados en nuestro espíritu porque descubrimos lo bello y lo grande que nos engrandece; experiencias cargadas de humanidad, experiencias que nos elevan a lo divino y sobrenatural, experiencias con las que nos sentimos transformados.

¿No sería algo así lo que Maria llevaba en su corazón y le hizo correr por los caminos de Palestina desde Nazaret hasta las montañas de Judea? Grande había sido la experiencia de Dios que había vivido en aquel momento que Dios se hizo presente en su vida con la visita del Ángel. Llena de Dios se había sentido María, poseída por el Espíritu llevaba en sus entrañas al Hijo del Altísimo que iba a ser nuestra vida y nuestra salvación.

El camino de Nazaret a las montañas de Judea se había llenado de los sones del cántico de María que ella iba entonando en su corazón. Cuando se encuentra con Isabel por la sintonía que de manera tan especial con ella sostenía las palabras comienzan a salir a borbotones del corazón por la boca de ambas mujeres, porque las dos tenían mucho que contar y cantar de las maravillas que Dios había realizado en ellas. Isabel también tenía mucho que agradecer a Dios que tales maravillas había realizado en ella cuando a sus años le había concedido el don de la maternidad; María sentía que el Señor había sido grande con ella  y en ella estaba realizando también obras maravillosas.

Comenzaba así un cántico que había de terminarse nunca, porque todos aquellos que reconocen las maravillas de Dios en su vida no pueden menos que tomar prestadas las palabras de Isabel y de María para cantar también de corazón al Señor. Pero es que ese cántico se ha convertido también en el cántico de la liberación, con el que todos los que sienten que el Señor le ha liberado de muchas ataduras cuando les ha regalado su gracia cantarán casi como un emblema y un signo de lo que ha de seguir siendo su camino ese mismo cántico de María.

María con su camino de Nazaret a las montañas de Judea a nosotros también nos pone en camino, con ella quiere llevarnos y elevarnos, y está convirtiéndose para nosotros en modelo de ese camino que nosotros también hemos de recorrer. Un camino de Ascensión, como fue el camino de Jesús, y un camino de Asunción como fue el camino de María, como hoy estamos celebrando. Hemos de saber dejarnos conducir como lo hizo María, pero que no es un camino de pasividad sino que tiene que convertirse para nosotros en un camino muy positivo, muy activo. 

Dejamos actuar a Dios en nuestra vida, pero ponemos nuestra disponibilidad, ponemos la ofrenda de nuestro yo, ponemos nuestros esfuerzos de superación, ponemos toda esa lucha de liberación que a la manera de María hemos de saber ir realizando en nuestra vida.

Es el tiempo en que derribados del trono a los poderosos, ensalzaremos y levantaremos a los humildes porque en verdad queremos hacer un mundo nuevo, queremos hacer vivir una vida nueva a todos; es el tiempo de un nuevo compartir porque mientras los ricos se quedan encerrados en su propio vacío, sin embargo los humildes, los sencillos, los hambrientos se verán saciados porque el Señor en su bondad nos colma de bienes; es el tiempo de la misericordia y es el tiempo de la nueva ternura que florece con el perdón, es el tiempo en que hacemos desaparecer los orgullos y las prepotencias, es el tiempo en el que florece en el jardín de la vida la comprensión, la armonía y la paz porque todos nos sentimos valorados en lo que somos más que en lo que tenemos, porque todos nos sentirlos enriquecidos con el amor y la gracia del Señor, es el tiempo en que descubriremos cómo el Señor se revela en los pequeños y en los sencillos.

Es el camino que María nos está abriendo con su Asunción al cielo, que nos dice que es posible ese nuevo camino, que es posible esa Asunción en nuestra vida, que es posible que un día nosotros porque queremos mantener limpio el corazón podremos gozar de esa visión de Dios. 

Es lo que hoy estamos celebrando al celebrar la Asunción de María. Es a lo que nos sentimos invitados para caminar de mano de María que con nosotros, en nuestra tierra canaria, camina con nosotros como un faro de luz en su advocación de Candelaria. Que seamos capaces de cantar ese cántico de María reconociendo también cuantas maravillas el Señor realiza en nosotros.

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