jueves, 2 de marzo de 2023

Pedir, buscar, llamar… para sentirnos envueltos y empapados del gozo del Señor y con una nueva paz en el corazón que nos abre a nuevos caminos de amor

 


Pedir, buscar, llamar… para sentirnos envueltos y empapados del gozo del Señor y con una nueva paz en el corazón que nos abre a nuevos caminos de amor

Ester 4, 17k. l-z; Sal 137; Mateo 7, 7-12

Pedir, buscar, llamar, tres palabras que nos ofrece Jesús hoy en el evangelio. Pero, ¿qué pedimos? ¿Qué buscamos? ¿A dónde llamamos? De entrada entendemos lo que Jesús quiere decirnos. Pero quedémonos un poco en esas tres palabras, tres actitudes, tres maneras de ir por la vida, podríamos decir, y que de alguna manera nos van a decir donde tenemos nuestros intereses, qué sentido le damos a la vida, cuáles con las cosas importantes por las que estaríamos dispuestos a todo.

Algunas veces pudiera parecer que eso de pedir no está bien visto. ¿Tenemos necesidades y nos comemos el hambre por no ser humildes para reconocer nuestra carencia y acudir donde se nos pueda remediar? Algunas veces, en algunas cosas, parece que es así; el orgullo nos engarrota y no buscaremos salida a nuestras necesidades o a nuestros problemas. El orgullo, la vanidad, el querer mantener nuestra imagen, la autosuficiencia de que solo me valgo, pero también solo me hundo sin tener entonces de donde agarrarme para salir a flote. No está definiendo un poco, están saliendo a flote algunas actitudes o comportamientos nuestros. Por eso decíamos que nos pueden definir.

Pero cuando toca pedir, ¿por donde van nuestras peticiones? Y no es solamente en el sentido espiritual que también hoy a la luz del evangelio tenemos que darle a estas palabras. Lo que pedimos son nuestros deseos, nuestros anhelos, aquello a lo que aspiramos o a donde queremos llegar, aquello por lo que nos afanamos. ¿No estaremos muchas veces demasiados afanados por lo material, por el tener, por la posesión de las cosas, tener para poder tener comodidades o una vida fácil? No es ya lo que le vamos pidiendo a los demás desde nuestras carencias, sino lo que realmente le pedimos a la vida, eso que ansiamos ser pero que muchas veces se puede quedar en el tener. ¿Dónde están nuestros intereses?

Claro que utilizando estas palabras en el aspecto de la oración, que es una parte fundamental de lo que hoy nos quiere decir, de lo que nos quiere ofrecer la Iglesia como pasos necesarios en este camino cuaresmal que estamos haciendo, igual tenemos que preguntarnos cuáles son nuestros intereses ante Dios. Hemos escuchado y reflexionado en días anteriores de cual es el estilo de oración y de relación con Dios que Jesús nos enseña, cuando nos propone el padrenuestro. En todo lo que es ese modelo de oración, vamos a llamarlo así, que Jesús nos ofrece, solo en uno de los puntos se nos dice que pidamos el pan de cada día.

Nuestra oración, veíamos, que es fundamentalmente gozarnos de la presencia de Dios con su amor en nosotros, en nuestra vida, y cuando llega el momento de pedir algo en ese encuentro con Dios, pediremos, sí, el pan de cada día, pero estaremos pidiendo la paz para nuestro corazón cuando somos capaces de perdonar al tiempo que somos perdonados, estaremos pidiendo que sepamos glorificar a Dios porque estemos atentos a su voluntad, pediremos que sintamos su presencia para que con su fuerza venzamos el mal, no nos dejemos dominar ni vencer por la tentación del maligno.

Nos sabemos muy bien el padrenuestro y lo repetimos quizás muchas veces cada día, pero en aquello que es nuestra oración, esa que nos sale del corazón ¿iremos desde esa línea que nos traza Jesús?

Hoy nos dice que pidamos que recibiremos, que busquemos que vamos a encontrar, que llamemos porque vamos a encontrar respuesta. ¿Qué es lo fundamental que le vamos a pedir al Señor?  ¿Qué buscamos y para qué queremos que nos escuche? ¿Estaremos en verdad en la órbita de gozarnos en el Señor, en su presencia, y así sentirnos inundados de su amor para amar con un amor igual? Cuando terminamos nuestra oración, ¿realmente nuestro espíritu se encuentra renovado, nos sentimos inundados por su paz?

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