martes, 27 de septiembre de 2022

Afrontemos el camino de la vida con decisión, fieles a la meta que queremos conseguir y no dejándonos vencer por las dificultades que encontremos

 


Afrontemos el camino de la vida con decisión, fieles a la meta que queremos conseguir y no dejándonos vencer por las dificultades que encontremos

Job 3,1-3.11-17.20-23; Salmo 87; Lucas 9,51-56

La vida está llena de decisiones que vamos dando continuamente que muchas veces tomamos sobre la marcha, según nos van surgiendo las cosas, pero hay ocasiones en que nos vemos obligados a detenernos un poco a pensar y ver las consecuencias de aquellas decisiones que vamos tomando. No son simplemente los cruces de calles o caminos que se van abriendo en la materialidad del recorrido que vamos haciendo, sino que en cierto modo son verdadera encrucijadas de la vida que nos obligan a pensarnos bien la decisión que hemos de tomar.

Muchas veces los que están a nuestro lado no entienden, pero nosotros podemos tener razones hondas que nos motivan a la decisión que hemos de tomar, aunque en ocasiones sea difícil y comprometida; ahí en lo hondo de nosotros mismos tenemos esas razones o esos ‘porqué’ que nos hacen tomar esa decisión. Pero si lo tenemos claro, si hemos considerado bien los ‘pro’ y los ‘contra’, luego tendríamos que se consecuentes con la decisión tomada afrontando lo duro que se nos puede hacer el camino, asumiendo que no siempre es fácil, pero que con nosotros con madurez y firmeza nos decidimos por ese camino.

Hoy nos dice el evangelista que Jesús tomó la decisión de subir a Jerusalén. Es cierto que se acercaba la fiesta de la pascua y para entonces muchos judíos de todas las regiones de Palestina o incluso de la diáspora se acercaban a Jerusalén. Pero Jesús sabe que esta subida va a tener un carácter especial, va a haber para El una verdadera Pascua, que será ya desde entonces para nosotros nuestra pascua. En un momento el evangelista nos dirá que parece que Jesús lleva prisa, porque va por delante, poco menos que tirando del grupo. Sabe cuál es su pascua, donde está su pascua.

A los discípulos más cercanos les irá anunciando qué es lo que le va a suceder en Jerusalén, y aunque los discípulos no entienda, o en alguna ocasión alguno, en este caso Pedro, trate de disuadirlo porque a El eso no le puede pasar, el continúa el camino. No serán solo los discípulos lo que no entiendan el por qué de aquella subida, sino que incluso en el camino va a encontrar dificultades, porque algunos – los samaritanos – no le reciben bien e incluso rechazan que Jesús y sus discípulos se pudieran hospedar en su pueblo. Pero la respuesta de Jesús no es quitarse de en medio de la forma que sea a quien pueda parecer un obstáculo, por eso cuando algunos de los apóstoles muy orgullosos de si mismos quieran que Jesús haga bajar fuego del cielo para castigarlos, Jesús se desentenderá de esos deseos violentos de los discípulos y seguirá con decisión adelante.

Una imagen, estas reacciones de los discípulos, que nos reflejan también lo que nosotros llevamos por dentro. No nos gusta que nos hablen de cruz y de sufrimiento, no terminamos de entender su sentido y su valor, cuántas veces queremos quitarnos de encima del hombro esa cruz; pero tampoco nos gusta que nos rechacen o no nos acepten, de la misma manera que en muchas ocasiones cuando encontramos oposición a nuestro alrededor por algo que queremos o tenemos que hacer, bien que se nos levanta el gallito de nuestro orgullo y de nuestro amor propio y nos ponemos a cacarear, que si pudiéramos los quitaríamos de en medio.

¿Cómo afrontamos nosotros las cruces que se nos presentan en la vida? ¿Cuál es nuestra reacción después de una decisión de vida tomada cuando nos encontramos con dificultades para llevarla a cabo? ¿Seremos los que a la menor dificultad tiramos la toalla y nos vamos a otra cosa? ¿Iremos dejando los caminos a medio recorrer por las dificultades que entrañan o seguiremos con decisión hasta alcanzar la meta final?

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