miércoles, 11 de mayo de 2022

Creemos en Jesús y en El encontramos la Luz, comenzamos a encontrar el camino, se disiparán las tinieblas que tantas veces nos oprimen y todo es vida para nosotros

 


Creemos en Jesús y en El encontramos la Luz, comenzamos a encontrar el camino, se disiparán las tinieblas que tantas veces nos oprimen y todo es vida para nosotros

Hechos de los apóstoles 12, 24 — 13, 5ª; Sal 66; Juan 12, 44-50

Triste, duro, peligroso es caminar en una noche oscura sin ninguna luz. No sé si les habrá pasado en alguna ocasión que caminando en la noche por lugares apartados, de repente el coche se haya quedado sin luz. Qué abismos se nos abren ante nosotros en la oscuridad, aunque quizá el camino esté bien cerca; nos encontramos perdidos, desorientados, ante los posibles peligros no sabemos hacia donde dirigirnos. En esas oscuridades de caminos oscuros podemos tener algunos sucedáneos que momentáneamente nos puedan resolver algo, pero necesitamos la seguridad de una luz que no nos falle.

Pero no he comenzado esta reflexión por ahí simplemente para que contemos anécdotas, sino que puede ser una buena imagen de cómo podamos encontrarnos en la vida. Necesitamos un norte, como decimos en nuestras latitudes, necesitamos algo que nos dé sentido, necesitamos encontrar caminos seguros y hay muchos sucedáneos a nuestro alrededor, muchas luces que quisieran ser señeras y que nos atraen y nos pueden confundir.

Siempre el hombre se ha preguntado por si mismo y por el sentido de su vida, y aunque algunos digan que no creen en nada sino que lo que quieren es vivir la vida, en el fondo están encontrando un sentido, algo que dé valor, algo que nos haga sentirnos seguros en lo que hacemos. Podremos disimular falsa felicidad o podemos querer dar apariencia de que tenemos tranquilidad, pero en el fondo nos preguntamos por algo, en el fondo estamos necesitando de alguna luz. Y cada uno tenemos nuestros por qué, nuestras razones, nuestro sentido, nuestro camino o la apariencia de alguna luz; y nos vamos influyendo los unos a los otros, pero seguimos buscando en nuestro interior.

Hoy Jesús nos deja dicha una cosa importante. Algo que se nos repetirá a lo largo de todo el evangelio, pero de manera especial en este evangelio de Juan. Es el tema de la luz repetido en diversas imágenes, en diversos signos, en palabras concretas de Jesús como las que hoy escuchamos.

Son significativas en el evangelio las curaciones de los ciegos. Lo habían anunciado los profetas. Eran las señales del Reino. Encontrar la luz. La luz que quería brillar entre los hombres, pero las tinieblas, los que andaban en tinieblas la rechazaron. Pero es continua esa imagen que se repite a lo largo de todo el Evangelio. Es que la Buena Noticia de Jesús nos trae la luz, quiere disipar las tinieblas de nuestro mundo, viene a ayudarnos a encontrar el sentido y el camino de nuestra vida. El camino de la piscina de Siloé – el enviado - es bien significativo para que el ciego de nacimiento recobre la luz de sus ojos. Nos encontramos con el enviado del Padre como hoy mismo nos está diciendo Jesús.

‘El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas’.

Creemos en Jesús que es creer en quien le ha enviado. Creemos en Jesús y en El encontramos la Luz. Creemos en Jesús y comenzamos a encontrar el camino. Creemos en Jesús y se disiparán las tinieblas que tantas veces nos oprimen. Creemos en Jesús y todo es vida para nosotros, porque la vida adquiere un nuevo sentido. Pongamos nuestra fe en Jesús y nunca nos veremos defraudados. El ha venido al mundo como luz para que no queremos en tinieblas. Es la luz que es vida y que es salvación, es la luz que nos arranca de las tinieblas y en la que vamos a encontrar el perdón. No rechacemos la luz.

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