miércoles, 9 de junio de 2021

El camino de los mandamientos del Señor es el que nos llevar a la más plena realización de nuestra vida y a la mayor felicidad para todos

 


El camino de los mandamientos del Señor es el que nos llevar a la más plena realización de nuestra vida y a la mayor felicidad para todos

2Corintios 3, 4-11; Sal 98; Mateo 5, 17-19

Algunas veces tenemos el peligro de simplificar tanto las cosas que le hacemos perder toda la amplitud y profundidad. Una simplificación muchas veces superficial y en ocasiones interesada cuando nos queremos quitar algo de encima

Cuántas veces escuchamos decir a la gente que ellos no tienen pecado porque ni matan ni roban; han simplificado tanto los mandamientos que al final han terminado por cargarse la mayoría de los mandamientos, pero nos indica también una superficialidad cuando no llegamos a comprender toda la amplitud y toda la profundidad que ha de tener el mandamiento de amor a los demás. Nos quedamos en la letra, en sus formas más elementales, pero no profundizamos en el espíritu que ha de animar nuestra vida y el cumplimiento del mandamiento del amor.

Hoy Jesús, en el sermón del monte, respondiendo quizás a actitudes y posturas de ese tipo que siempre pueden aparecer en el corazón de todos, nos viene a decir que El no ha venido a abolir la ley y los profetas sino a darle plenitud. Quizás entre aquellos oyentes de Jesús se había podido producir el hastío de tantas normas, reglamentos y preceptos con que habían rodeado la ley de Moisés y estaban esperando un Mesías que les liberara de tantos preceptos que reglamentaban tanto la vida que el cumplimiento de la ley era un agobio.

Ya escucharemos en otra ocasión decir a Jesús que vayamos a El todos los que nos sentimos agobiados porque en El encontraríamos nuestro descanso, porque su yugo era llevadero y su carga ligera. La palabra yugo venía a hacer referencia a ese peso de la ley tan meticulosamente reglamentada que resultaba algo muy duro de cumplir. Pero Jesús nos dice que su yugo es llevadero y su carga es ligera. Y es que quien sigue a Jesús ha encontrado de verdad el sentido de todo, el sentido de su vida y de lo que ha de hacer y ya el mandamiento del Señor no es algo que haya que cumplir como algo pesado y duro en la vida, sino que venía a tener un sentido de liberación interior para buscar y hacer siempre lo que era la voluntad del Señor pero llenos de mucha paz.

Y es que quien se siente amado de Dios ya no lo verá todo como algo que hay que cumplir sin remedio, sino como una respuesta de amor a tanto amor como por otra parte recibimos. El enamorado está dispuesto a todo por mantener su amor, por agradar y complacer a la persona amada, por manifestarle con mil gestos y detalles todo lo que es el amor que le ofrece, el amor con que responde a ese sentirse amado; quien ama de verdad llega a olvidarse de sí mismo por ese amor del que se siente cautivado y que llena en plenitud su vida.

Por ese camino tenemos que entender las palabras de Jesús que hoy escuchamos. Pudiera parecerle a algunos que estas palabras podrían resultar duras y como un jarro de agua fría para quienes soñaban con verse liberados de mandamientos y preceptos, pero entendiendo bien las palabras de Jesús nos daremos cuenta que encontraremos la verdadera libertad, la que nace del amor y la que nos lleva a la mayor plenitud de nuestra vida. Será así, descubriendo lo que es la verdadera voluntad del Señor cómo nos sentiremos más plenamente realizados y cómo alcanzaremos el mejor camino de felicidad para todos.

¿Sentiremos de verdad que el cumplimiento de lo que es la voluntad del Señor, expresada y manifestada en los mandamientos, nos hace alcanzar la mejor realización de nuestra vida? ¿Nos sentiremos en verdad liberados en el Señor cuando aprendemos a hacer las cosas desde el sentido del amor? ¿Nos daremos cuenta que ese es el mejor camino para la felicidad de todos?

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