sábado, 1 de mayo de 2021

Cultivemos nuestra espiritualidad, buscando desde nuestra oración y la escucha de la Palabra, alimento y Viático de nuestra vida, en esa identificación con Jesús

 


Cultivemos nuestra espiritualidad, buscando desde nuestra oración y la escucha de la Palabra, alimento y Viático de nuestra vida, en esa identificación con Jesús

Hechos de los apóstoles 13, 44-52; Sal 97; Juan 14, 7-14

‘Es igualito que se padre’, habremos dicho o habremos escuchado esa expresión alguna vez; o en referencia a la madre ‘se parece en todo a su madre’, haciendo que esa madre se sienta orgullosa y con esas palabras vea premiados sus desvelos, el amor de madre que puso en la educación de aquel hijo. Y no es que en esos parecidos nos estemos refiriendo a parecidos físicos sino que es algo mucho más hondo en lo que descubrimos esa identificación, como todos comprendemos.

Ante la petición que le hace uno de los apóstoles en la ultima cena ‘Muéstranos al Padre y eso no basta’, Jesús le responde ‘Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre’, para añadir a continuación ‘yo estoy en el Padre y el Padre en mí’. Y es que no podía ser de otra manera. Jesús viene a mostrarnos el rostro de Dios y en el actuar de Jesús, en las obras de Jesús, en toda su vida estaremos siempre viendo las obras de Dios, a Dios mismos. ‘Yo y el Padre somos uno’, nos dirá en otro momento. Por eso había comenzado diciéndonos; ‘Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto’.

‘Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad’ nos dice la carta a los Hebreos que fue la voluntad y fueron las palabras de Jesús en su entrada en el mundo. ‘Mi alimento es hacer la voluntad del Padre’, nos dirá en otro momento. Y continuamente se nos estará manifestando con el enviado del Padre que realiza las obras que el Padre quiere. Nos habla de esa unidad en una misma naturaleza divina que hay entre las tres divinas personas, el Misterio de la Trinidad de Dios. Pero vemos a lo largo del evangelio cómo Jesús busca esa unidad con el Padre, se retira a solas a orar lo vemos repetidamente y si nos enseña cómo hemos de orar nosotros llamando a Dios Padre es porque quiere que nosotros vivamos también esa unidad con Dios.  

En ese diálogo de Jesús con los apóstoles hay una queja por parte de Jesús. No han terminado de conocer a Jesús. ‘Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?’. Grande ha sido la intimidad con que Jesús se ha manifestado con sus discípulos. Era una convivencia diaria por donde quiera que fueran. Cuando convivimos con tal intensidad justo es que lleguemos a conocernos; vamos conociendo el secreto de cada ser y de alguna manera en nuestro amor vamos cada vez más identificándonos con aquella persona amada.

Es lo que pueden decir los que se aman, los que son amigos o los que se sienten cercanos, o los que llegan a una intimidad más profunda por el amor. Aunque bien sabemos que muchas veces nos cegamos y no es ya que nos ciegue el amor sino que muchas veces son otras cosas, otros intereses que dejamos meter en medio de nuestra relación y terminamos desvirtuando ese conocimiento. Son tentaciones a las que todos estamos sometidos y que tendríamos que saber superar.

Es lo que nos pasa muchas veces en todo lo que hace referencia a nuestra vida cristiana y al conocimiento que tendríamos que tener de Jesús. Si en verdad viviéramos nuestra unión con Jesús como de un cristiano tendría que esperarse estaríamos totalmente identificados con Jesús de manera que quien nos viera a nosotros necesariamente tendría que dirigir su corazón a Dios. Pero nos falta mucho en esa identificación con Jesús, ese nosotros hacernos uno con El.

Serán, como decíamos antes, intereses que metemos por medio en nuestra relación con El, será falta de interés por nuestra parte para llegar a tener ese conocimiento de Jesús, será ese poco cultivo espiritual que hacemos de nuestra vida y donde en consecuencia no crecemos en esa espiritualidad cristiana que tendría que sostener nuestra vida, serán nuestras superficialidades o el materialismo de la vida que nos hace encerrarnos en una visión excesivamente terrena y material de la vida. Como decíamos, son muchas las tentaciones que nos acechan y que tenemos que aprender a superar.

Cultivemos nuestra espiritualidad, busquemos la manera de vivir desde nuestra oración en esa unión íntima y profunda con Jesús, crezcamos en el conocimiento de la Palabra de Dios que sea siempre el alimento de nuestra vida y el Viático que nos acompaña. ¿Podría alguien llegar a decir de nosotros ‘igualito a Jesús’?

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