lunes, 4 de mayo de 2020


El Señor nos conoce por nuestro nombre y nos tiene en cuenta, aprendamos a sintonizar con El para poder tener una sintonía de amor también con los demás

Hechos 11, 1-18; Sal 41; Juan, 10, 1-18
Cuando nos sentimos apreciados y valorados, cuando somos tenidos en cuenta y somos algo más que una pieza de puzzle o un número de una lista, nos sentimos mejor, nos sentimos más felices en lo que somos y en lo que hacemos y de alguna manera nos vemos estimulados a ser mejores, a dar lo mejor de nosotros mismos y a superarnos en aquellas cosas en las que quizás no damos la talla.
Esto que parece como muy elemental sin embargo es algo en lo que fallamos, e incluso aquellos que nos dolemos porque no se nos tiene en cuenta quizás actuamos también de la misma manera con los demás; podemos volvernos imprescindibles – o al menos eso nos creemos – y entonces vayamos también por la vida ignorando a los demás.
Qué cosa más bonita sentimos en nuestro interior cuando en una relacion con los demás, incluso más aun cuando es con personas que quizás no están tan cercanas a nuestro círculo, sin embargo nos llaman por nuestro nombre, nos valoran en lo que somos y nos tienen en cuenta en los proyectos que juntos podamos realizar. Ojalá en la vida siempre actuemos así, porque muchas veces nuestro individualismo es un lastre, y pero aun cuando es el orgullo que el mueve nuestra manera de actuar.
No puede pasar en el ámbito familiar, en el lugar de trabajo, en nuestras relaciones sociales, o simplemente en el trato con los que consideramos amigos; siempre podemos estar haciéndonos distinciones, tenemos el peligro de discriminar a alguien, o pasar de los que están más cercanos a nosotros. Lo malo sería también que en el ámbito de la iglesia, de nuestra comunidad cristiana tengamos también esos criterios restrictivos.
En el evangelio hoy volvemos con el tema del Buen Pastor. Y Jesús nos da unos buenos detalles en los que ha de manifestarse un buen pastor, y en como El se nos manifiesta como Buen Pastor de nuestras vidas. Es una imagen muy rica y que nos da hermosas lecciones.
No solo nos dice que es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, sino que nos está hablando de ese cuidado cotidiano que El tiene con nosotros, como el pastor hace con cada una de las ovejas de su rebaño a las que conoce por su nombre. No es como el asalariado a quien no le importa las ovejas, sino que las siente como suyas, como algo propio a lo que se ama y entonces se cuida. ‘Yo soy el Buen Pastor que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por mis ovejas’. Por eso sus ovejas lo escuchan y le siguen, conocen su voz.
Nos tendría que hacer pensar mucho todo esto que nos está diciendo el evangelio, en nuestra relacion con Jesús, en el escuchar su voz y seguirle. ¿Sabremos escuchar la voz de Jesús, la voz de Dios que nos habla y que nos llama? Algunas veces no hemos sabido captar la sintonía de Dios en nuestra vida. Esa sintonía está ahí, pero quizá para nosotros permanece oculta porque estamos queriendo atender a otras voces, a otros cantos de sirena que nos distraen.
Y esto se puede manifestar en nuestra vida de muchas maneras. Pero pensemos, por ejemplo, en nuestra oracion, que tendría que ser en verdad ese escuchar esa sintonía de Dios en nuestra vida, pero decimos que rezamos, que queremos orar, pero que nunca sabemos lo que el Señor nos dice o quiere de nosotros. ¿En verdad nos habremos puesto en esa sintonía de Dios? ¿Habremos sabido hacer ese silencio interior para escuchar a Dios o vamos a la oracion sin aislarnos de todos esos ruidos de la vida? ¿No tendríamos también que aun en medio de esos ruidos saber entender, escuchar, atender lo que en medio de todo el Señor quiere decirnos?
También lo que estamos reflexionando puede ser un punto a tener en cuenta para saber también tener esa sintonía con los demás, para escucharles y saber estar atentos a lo que pasa en sus vida, para tenerles en cuenta y para saber valorarles, para saber apreciar todo lo bueno que hay en los demás y para aprender a caminar haciendo camino juntos.

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