miércoles, 26 de febrero de 2020

Entramos en la cuaresma no solo porque es miércoles de ceniza, sino porque vamos a dejarnos interpelar por el amor de Dios para vivir nosotros en un mismo amor


Entramos en la cuaresma no solo porque es miércoles de ceniza, sino porque vamos a dejarnos interpelar por el amor de Dios para vivir nosotros en un mismo amor

Joel 2, 12-18; Sal 50; 2Corintios 5, 20 – 6, 2; Mateo 6, 1-6. 16-18
Ceniza, cuaresma, conversión, arrepentimiento, pascua… son algunas palabras que vamos a repetir o vamos a escuchar repetidamente estos días. Pero quiero hacerme una pregunta ¿qué eco van a tener o tienen estas palabras en la gente que nos rodea? La gente sigue con sus fiestas, con sus ocupaciones, sus luchas de cada día por salir adelante y en algunos casos por su supervivencia, en esa loca carrera de la vida por no dejar escapar una oportunidad, o en ese ritmo que nos impone la vida moderna en el que ya parece que no tenemos tiempo ni para nosotros mismos, ni para pensar un poco, ¿a qué les suenan estas palabras? ¿Tendrán eco en sus vidas? Pudiera ser incluso que nos miraran con cara rara cuando las mencionemos porque otros serán quizá sus intereses.
Pero no vamos a pensar en los otros – aunque creo que tendría que ser algo para preocuparnos – sino vamos a pensar en nosotros mismos; sí, los que vamos a la Iglesia, los que incluso vamos hoy miércoles de ceniza porque decimos que queremos de verdad entrar en la cuaresma, ¿qué eco tienen en nosotros? La ceniza ¿un rito que hay que realizar aunque al final nos diga poco? ¿Las otras palabras como algo que se impone hablar de ello por el tiempo en que estamos y siempre se ha hecho así? ¿Harán alguna mella en nosotros?
Porque decir que hacen eco es porque van a encontrar algo en lo que se reflecta ese sonido y el eco viene a ser como una respuesta. Por eso realmente lo que tenemos que preguntarnos es qué respuesta va a haber en nosotros. Esa muralla de nuestra vida en la que han de chocar esos sonidos tendrá que significar una interpelación a nuestra vida. Porque depende de nuestra respuesta para que se ilumine una rayito de luz también para los demás y pudieran comenzar a tener un eco en sus vidas.
Hoy se nos dice claramente que es tiempo de gracia y de salvación. Hoy se nos dice que no echemos en saco roto esa gracia de Dios. Hoy se nos pide que nos dejemos reconciliar, que nos dejemos conducir porque experimentemos en nuestra vida todo lo que es el amor y la misericordia de Dios sintiendo al mismo tiempo la miseria de lo que hacemos, la miseria de nuestro pecado. Si no nos dejamos interpelar no va a haber ningún eco en nuestra vida. Pero ya sabemos que no nos gusta que nos interpelen, que nos hagan ver la realidad de nuestra vida. Pero la interpelación más hermosa será encontrarnos con el amor y la misericordia de Dios.
Pero, ¿sabéis una cosa hermosa? Es que ese encuentro con la misericordia de Dios, con su amor misericordioso es para que nosotros nos hagamos de la misma manera. Quien experimenta que es amado no le queda otra que amar también de la misma manera. Si después de sentir el amor de Dios en nosotros no somos capaces de obrar con ese mismo amor y misericordia con los demás, algo nos ha fallado, aquel encuentro no fue del todo vital, quizá nos quedamos demasiado en un rito o en una rutina, porque no nos hemos sentidos caldeados por ese amor.
La olla que ponemos al fuego, en su contacto con el fuego se caldea de tal manera que trasmitirá ese calor a lo que es su contenido. Es lo que necesitamos de verdad en nuestra vida. Es lo que tenemos que hacer que sea en verdad este tiempo cuaresmal que iniciamos para que no perdamos el tiempo, para que no se nos pierda ese ardor, ese calor del amor de Dios.
Solo así ayudaremos también a que todo esto pueda tener eco en el corazón de los demás. Porque descubran en nosotros que es posible el amor verdadero, que es posible sentir la paz en el corazón a pesar de todas las perturbaciones con que nos encontremos en la vida; porque con nuestros gestos de comprensión, de amor, de cercanía, de misericordia que nosotros tengamos con el que está a nuestro lado les estaremos hablando y de la mejor manera posible de que Dios nos ama y merece la pena probar lo que es ese amor de Dios y poco a poco saborearlo.
Entramos en la cuaresma porque es miércoles de ceniza; entramos en la cuaresma porque vamos a dejarnos interpelar por el amor de Dios para vivir nosotros en un mismo amor.

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