jueves, 27 de febrero de 2020

Dejemos que Jesús vaya con nosotros en este camino que iniciamos, tendremos momentos de silencio intenso como momentos en que sentiremos que nos habla al corazón


Dejemos que Jesús vaya con nosotros en este camino que iniciamos, tendremos momentos de silencio intenso como momentos en que sentiremos que nos habla al corazón

Deuteronomio 30, 15-20; Sal 1; Lucas 9, 22-25
No nos vale que nos digan vamos conmigo si no nos dicen a donde vamos; no es un simple paseo de entretenimiento, aunque a veces esos paseos son muy interesantes y enriquecedores. Al ir caminando juntos va surgiendo la conversación con confianza y aunque parezca en principio que estamos hablando de cosas sin importancia – socorrido es el tema de hablar del tiempo cuando no sabemos cómo comenzar una conversación – pero pronto surgirá el ir compartiendo emociones de lo mismo que se está viviendo o contemplando en el paseo pero que se trasladará fácilmente a otras emociones más interiores y surgen las confidencias. Enriquecedora en el conocimiento mutuo que se va adquiriendo, enriquecedor el paseo por cuanto se va anudando una amistad. No íbamos a ninguna parte quizá, pero llegamos a cosas y momentos bien hermosos.
Parece que nos salimos del tema, por cuanto comenzamos hablando de saber a donde vamos cuando alguien nos invita a ir con él; quizás de una forma subliminal nos lo estaba dando a entender. Pero en este camino queríamos expresar también cómo en el camino que ayer miércoles de ceniza emprendimos necesitamos tener claro a donde vamos, cual es la meta. Aquí se trata de un seguimiento de Jesús, como lo es toda la vida cristiana, pero que se hace muy concreto en estos cuarenta días que nos conducen a la pascua. Ese es el camino cuaresmal emprendido. Algo, es cierto, que tenemos que tomarnos con seriedad apartándonos de toda rutina, porque siempre ha de ser un camino de vida.
Por eso la liturgia nos ofrece este hermoso texto del evangelio. Por una parte el anuncio de Jesús de lo que significa su subida a Jerusalén. ‘El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día’. Por otra parte lo que significa para nosotros, sus discípulos, ponernos a seguir a Jesús. Y nos hablará de negarnos a nosotros mismos, de tomar la cruz, y de seguir sus pasos.
Es el anuncio de la pasión y de la muerte, pero es el anuncio de la vida. Ahí se encierra el misterio de Cristo, su Pascua. Porque es el verdadero paso de Dios que así se nos va a manifestar en Cristo, en su pascua, en su pasión y muerte y en su resurrección. Cuesta entenderlo. A los discípulos no les cabía en la cabeza. Nosotros también le damos vueltas en la cabeza y nos hacemos bonitas explicaciones pero no es fácil aceptarlo, porque Jesús nos está diciendo que es un paso también para nosotros. Por eso nos habla de negarnos a nosotros mismos, nos habla de cruz, nos habla de perder la vida para ganarla. Pero también se nos hace difícil.
Pero aunque nos cueste Jesús nos está diciendo que vayamos con El. Seguirle. Seguir sus pasos, caminar con El que El camina con nosotros. Es importante que nos decidamos aunque nos cueste, aunque nos parezca dura la meta que nos propone, a ponernos en camino con El. Con El caminando a nuestro lado comenzaremos a verlo distinto. Comenzaremos a sentir como se nos comunica al interior de nosotros mismos, al corazón. Será la experiencia que vivirán los discípulos que se marcharon a Emaús en la tarde de pascua. Aceptaron a aquel caminante que les parecía desconocido a hacer el camino con ellos, y al final reconocieron que les ardía el corazón, al final terminaron reconociendo a Jesús.
Es lo que queremos hacer en este camino, dejar que Jesús vaya con nosotros, tendremos momentos de silencio intenso como tendremos momentos en que sentiremos que nos habla al corazón. Solo falta por nuestra parte disponibilidad, acogida, decidirnos, ponernos a caminar y dejar que El vaya a nuestro lado o en fin de cuentas seamos nosotros los que vayamos a su lado. Cuando llegue la Pascua le podremos reconocer de verdad. Habrá sido un camino que ha merecido la pena.

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