viernes, 6 de diciembre de 2019

Que salga a flote nuestra fe para tener la confianza de que el Señor que viene renueva nuestra vida y nos hace salir de nuestras limitaciones y debilidades


Que salga a flote nuestra fe para tener la confianza de que el Señor que viene renueva nuestra vida y nos hace salir de nuestras limitaciones y debilidades

 Isaías 29, 17-24; Sal 26;  Mateo 9, 27-31
Afrontar las dificultades de la vida es algo que en muchas ocasiones nos cuesta y casi preferiríamos evadirnos, no querer ver ni saber para no tener que pasar por ese esfuerzo, repito, muchas veces costoso y que nos podría acarrear también en ocasiones muchos sufrimientos. Huimos de aquello que nos hace ver la realidad, que nos puede hacer sufrir, preferimos, repito, cerrar los ojos.
Pero no quiero pensar en este momento en las dificultades que podamos encontrar, por así decirlo, enfrente, sino quiero pensar en lo que encontramos en nosotros mismos, nuestras limitaciones, o las malas costumbres que se convierten en vicio y que tenemos que esforzarnos por superar. No queremos reconocer nuestras limitaciones, o los errores que hayamos podido cometer en la vida; queremos creernos perfectos, fuertes y poderosos e incluso cuando la enfermedad nos toca por algún lado no queremos pensar en ello o tardamos en ocasiones en dar pasos por superar esa situación. Enfermedades que se vuelven crónicas con todos sus inconvenientes, o malas costumbres que se convierten no solo en rutinas sino también en vicios en nuestra vida.
Pero bien sabemos que la solución no pasa por cerrar los ojos, sino por afrontar la realidad, reconocer eso que nos limita o que nos hace daño, para encontrar caminos luego de solución, de reparación o de encuentro con una vida renovada. No es la actitud pasiva, de esperar a ver si por si mismo se solucionan las cosas la que nos puede ayudar sino una actitud positiva de caminar y de dar pasos hacia delante buscando camino y solución.
Creo que es el estilo de esperanza activa que hemos de vivir en este tiempo de Adviento. No podemos simplemente dejar pasar el tiempo. No es decir, viene la navidad y ya vivimos en esos momentos la alegría de la fiesta o nos llenaremos de nostalgias y tristezas como les sucede a muchos. Es otra la manera de celebrar el nacimiento del Señor, pero haciendo de verdad que el Señor venga a nuestra vida con su salvación. Claro que necesitamos reconocer que estamos necesitados de esa salvación. Y para ello tenemos que mirarnos frente a frente a nosotros mismos para reconocer cómo somos, qué es lo que hay en nuestra vida que necesita la renovación de esa salvación que nos trae el Señor.
Hoy vemos a dos ciegos en búsqueda de Jesús. Le siguen aunque pueda parecer que Jesús no los escucha, insisten y llegan incluso a las puertas de la casa donde está Jesús. Reconocen su ceguera y esperan la compasión y el amor del Señor. Seguramente se habrán valido incluso de alguien que les lleve y les conduzca hasta Jesús porque en su ceguera les sería difícil seguir el camino. Pero allí están.
¿Puede Jesús curarles? ¿Puede el Señor renovar de verdad nuestra vida tan llena de limitaciones, de errores, de pecados? Ahí tiene que estar nuestra fe que nos da seguridad. Ahí tiene que estar nuestra fe para dejarnos curar por Jesús. Porque algunas veces no nos dejamos curar, preferimos quizá seguir cómo estamos o sean otros los remedios que se nos ofrezcan. Pero dejar que el Señor llegue a nuestra vida tiene que ser algo radical, en una disponibilidad total para recibir y aceptar la gracia que el Señor nos ofrece y comenzar luego a vivir con un sentido nuevo, con una vida nueva. Que no queramos seguir como antes, como tantas veces hacemos.

1 comentario:

  1. ¡Pues claro! El Señor es el Señor de los valientes. Estamos llamados a serlos. Confianza en que Él nos ayudará para que sigamos firmes hacia adelante en el camino que nos traza Jesús. Sí. ¡Que nos levantemos, que no lloremos más! Que andemos. Que no pequemos más. Que vayamos anunciando el Reino de Dios. Ciertamente a veces nos decimos: ahh podré? y cómo haré? Qué lindo que es el Evangelio porque nos va dando ejemplos para ir resolviendo estas cuestiones. Qué interesante el profundo deseo de ser sanado. Ahora que vamos viendo, ¿qué vemos? ¿qué hacemos con lo que vemos? Qué lindo poder ir ayudando a otros seres a ir abriendo los ojos.
    Caballero, le mando un ramillete de flores de alegría, sí sí, puede usted repartir muchas de ellas con quienes se vaya encontrando. Saludos cordiales.

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