sábado, 7 de diciembre de 2019

La mies es mucha y los operarios son pocos no solo porque haya pocos sacerdotes o religiosos sino porque no siempre los cristianos nos tomamos en serio la tarea de la evangelización


La mies es mucha y los operarios son pocos no solo porque haya pocos sacerdotes o religiosos sino porque no siempre los cristianos nos tomamos en serio la tarea de la evangelización

Isaías 30, 19-21. 23-26; Sal 146; Mateo 9, 35-10, 1. 5a. 6-8
¡Cuánto trabajo por hacer, cuántas cosas quedan pendientes! Cosas así escuchamos muchas veces de boca de quienes quizá se sienten agobiados por el mucho trabajo, pero sobre todo de boca de aquellos que se han tomado la vida con responsabilidad; se lo toman todo muy en serio, quieren abarcar a todo y no pueden llegar; es el padre o madre de familia y no solo trabajar por traer un salario a casa con lo que pueda atender con dignidad a sus responsabilidades en el hogar y a sus responsabilidades como padre, sino que quiere llegar más allá atento siempre a la tarea educadora de sus hijos y al logro de la mejor armonía en su hogar para que sea ese recinto de amor donde todos desarrollen su vida.
Pero podemos pensar en quien tiene un proyecto para su vida, para su trabajo, queriendo lograr sus metas, queriéndolo desarrollarlo de la mejor manera no solo para lograr unos beneficios para su empresa sino porque piensa cuanto está haciendo por la sociedad. Quisiera tener más manos para poder atender a todo, que el día tuviera más horas para ver avanzar en sus proyectos, contar con más colaboradores en que todos a una pudieran lograr lo mejor.
Ya sé que luego nos encontraremos a muchos que mano sobre mano, de brazos cruzados, están sin hacer nada, porque nadie les ha ofrecido un trabajo, o porque no han sido tener las iniciativas que les lleven a emprender nuevas tareas o no encuentran la ayuda necesaria para salir de ese impase de la vida. Contamos también con la situación de crisis económica, es cierto, que se vive en nuestra sociedad, aunque también tendríamos que contar con la negatividad, la pasividad con que muchos se toman la vida sin ser capaces de intentar emprender algo nuevo. El emprendedor siempre intenta abrirse caminos en la vida.
Contemplamos hoy en el evangelio a Jesús realizando su acción evangelizadora queriendo llegar a todos, recorriendo aldeas y ciudades, enseñando a la gente, curando enfermos, acogiendo a cuantos acudían a El. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor’. Y es entonces cuando le habla a los discípulos de que la mies es mucha, pero los obreros son pocos, invitándoles a rezar al dueño de la mies para que envíe operarios a su mies.
Luego El enviará a sus discípulos para que realicen y continúen su labor. Y los envía con unas instrucciones muy concretas, pero también con una misión y unos poderes para poder realizar su misión.
En este texto normalmente vemos unas indicaciones que nos hemos tomado muy en concreto para orar por las vocaciones; y cuando  hablamos de vocaciones pensamos siempre en aquellos llamados con una vocación especial para consagrar su vida en el sacerdocio, la vida religiosa o la vida misionera. Miramos la realidad de nuestra Iglesia y constatamos esa ausencia de vocaciones, esas carencias que se ven en nuestras comunidades que no siempre pueden contar con un sacerdote o que no tienen a su lado el testimonio de unas personas consagradas en la vida religiosa y que realicen también su valor. Y oramos por las vocaciones queriendo que haya más sacerdotes, queriendo que haya mas consagrados en la vida religiosa, o quienes sientan la vocación misionera para ir a otros lugares para el anuncio del evangelio.
Pero ¿no nos estará faltando el pensar en algo más? la misión evangelizadora en la Iglesia no tiene que ser solo de los sacerdotes o de los consagrados; la misión evangelizadora de la Iglesia nos compete a todos, también a los no consagrados, a los seglares. Cada cristiano tendría que sentirse un evangelizador, llamado también a hacer ese anuncio del evangelio allí donde realiza su vida. Creo que es algo que tenemos que despertar en la Iglesia, esa conciencia en todos los cristianos de que todos tenemos que ser evangelizadores, que todos podemos realizar una labor apostólica en la Iglesia, que todos tenemos esa misión recibida de Jesús. Mucho más tendríamos que reflexionar.
Que se despierte la vocación evangelizadora de todo cristiano. Que se despierte esa iniciativa en cada uno de nosotros. Salgamos de la pasividad. ¿No sería un buen compromiso nacido en este Adviento que vivimos para que Jesús pueda nacer en cada corazón?

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