martes, 22 de enero de 2019

El camino del que sigue a Jesús es un camino de libertad en el amor que humaniza nuestras vidas


El camino del que sigue a Jesús es un camino de libertad en el amor que humaniza nuestras vidas

Hebreos 6,10-20; Sal 110; Marcos 2,23-28

Hay quien dice que no necesita ni normas ni leyes para vivir; invocando la libertad personal de cada uno dicen que cada uno ha de sentirse responsable y sabe por sí mismo sin que nadie tenga que imponérselo que es lo que tiene que hacer. Puede parecer una utopía, pero puede ser una utopía peligrosa, porque bien sabemos cómo somos y cómo las pasiones nos dominan y esos nos puede llevar a una anarquía, en que cada uno porque se siente libre hace lo que quiere pronto aparecen esas pasiones y surgen los deseos de dominio o de imposición de los unos sobre los otros. las normas y las leyes, dicen, coartan la libertad de cada uno porque nos sujetan a una forma de vivir en que, dicen, no podemos vivir nuestra entera libertad.
Nos olvidamos que las leyes y las normas son esos cauces que hemos de tener en la vida que no van a facilitar esa convivencia, y que nos van a ayudar por otra parte a nuestro crecimiento personal, a la maduración de nuestra vida y a hacer posible esa armonía entre todos que es la que nos va a hacer sacar a flote nuestros valores con los que enriquecemos también la vida de los demás. nunca la norma o la ley va a ser una imposición despiadada y siempre tiene que ayudarnos a nuestra superación personal al mismo tiempo que facilita la convivencia.
Sin embargo sabemos, por otra parte, que algunos se toman con tal radicalidad esas normas, o esas leyes que realmente sí esclavizan sus vidas, las convierten en cadenas inhumanas que tenemos que cumplir asi como asi y entonces no sabemos disfrutar de esos cauces que nos harían más agradable nuestra vida; convierten así su vida en un tormento porque luego estarán llenos de escrúpulos y atormentados sin alegría ni paz en sus vidas, sino agobiados por esa radicalidad inhumana que han impuesto a sus vidas.
Por eso tendríamos que decir que ni una cosa, una vida sin ley, ni otra, una vida llena de tormentos escrupulosos por un cumplimiento ciego de las leyes que tendrían que darnos verdadera libertad y verdadera alegría a la vida.
Hoy le plantean a Jesús el tema del sábado. La ocasión surge porque en un sábado que iban caminando de aldea en aldea como solía hacer Jesús siempre, los discípulos al pasar por un sembrado - quizá por ese desmayo que se produce en una caminata larga y sobre todo si se acercan las horas del mediodía - arrancan unas espigas, que estrujan con sus manos y las van comiendo. Aquí los fariseos tan observantes siempre se dan cuenta de lo que hacen los discípulos y allá andan escandalizados porque están trabajando en sábado.
El descanso sabático en la ley de Moisés era estricta, prohibiendo todo tipo de trabajo para que el día del Señor se dedicase al descanso y al culto divino escuchando la lectura de la ley y los profetas en la sinagoga. Era buena aquella norma, que permitía el descanso del hombre trabajador y de alguna manera evitaba el abuso por parte de los ricos poderosos sobre los trabajadores que tuvieran a su cargo; era bueno porque además se podía dedicar el día del sábado al culto al Señor escuchando su Ley y alabando al Señor con la oración.
Pero el ritualismo en el cumplimiento de la ley sabática les llevaba a algo tan inhumano que  no pudieran aliviar un desmayo cogiendo unas espigas en el campo porque eso se considerase un trabajo, como si estuvieran en la ciega. la cerrazón de unas mentes convertía la ley y la norma en algo opresivo e inhumano. El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para estar esclavizado del sábado’, les viene a decir Jesús.
El camino del que sigue a Jesús es un camino de libertad en el amor. Y es que en aquello que  hacemos siempre tiene que prevalecer el amor que humaniza la vida del hombre. no podemos vivir desde el temor y el agobio del cumplimiento de unas normas o leyes. hemos de saber hacer incluso ofrenda de nuestro yo y nuestra voluntad en un camino de fidelidad, pero una fidelidad nacida del amor.

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