miércoles, 15 de agosto de 2018

María de Candelaria, lucero del alba de la evangelización de nuestra tierra siga siendo Estrella de la evangelización y estimulo que con su presencia suscite esperanza en nuestros corazones


María de Candelaria, lucero del alba de la evangelización de nuestra tierra siga siendo Estrella de la evangelización y estimulo que con su presencia suscite esperanza en nuestros corazones

Apoc. 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab; Sal 44; 1Cor. 15, 20-27ª; Lc. 1, 39-56

Todos necesitamos en algún momento un estimulo que nos anime en nuestro camino, algo que suscite esperanza y nos haga ver las cosas sin negruras ni pesimismos sino que de alguna manera nos esté diciendo que es posible, que podemos, que hemos de tener ánimo para levantar el vuelo y no quedarnos ni en superficialidades ni en puro materialismo, que nos dé como un sentido nuevo que llene nuestro espíritu, llene nuestro ser y nos impulse a seguir caminando con ilusión y esperanza.
Algunas veces nos confundimos y podemos pensar en estimulantes efímeros que si nos dan quizá un poco de fervor se nos queda en algo momentáneo que luego nos dejará vacíos. Los estímulos no están en las cosas, los estímulos los podemos encontrar en personas que se convierten en tipo y figura de lo que tiene que ser nuestra vida y que con su ejemplo y testimonio no nos agobian ni nos hunden sino todo lo contrario  nos llenan de ilusión y esperanza nueva. En cuantas personas de nuestro entorno podemos encontrar ese ejemplo.
Un estimulo cierto lo tenemos en la cercanía y en el amor de nuestra madre que siempre estará a nuestro lado creyendo en nosotros a pesar de los errores o fracasos que algunas veces podamos cosechar en la vida. La presencia de la madre la tenemos desde nuestro nacimiento y nunca nos faltará. Aunque un día se adelante a nosotros en su muerte siempre sin embargo la podremos sentir junto a nosotros porque recordaremos su testimonio y recordaremos las palabras que quizás tantas veces nos repitió en vida y no le hicimos mucho caso, pero que ahora en soledades y momentos difíciles seguiremos haciendo presente en nuestro recuerdo.
Los discípulos de Jesús en nuestro camino de vida cristiana, en nuestro camino de seguimiento de Jesús tenemos el estimulo de cuantos antes que nosotros nos han precedido en el camino de la vida y con una vida ejemplar hoy son para nosotros ese espejo en el que nos miramos, esa imagen de lo que es vivir el evangelio convirtiéndose así en un recuerdo permanente de lo que ha de ser nuestra vida cristiana.
Pero tenemos sobre todo a María, la Madre de Jesús, que El quiso dejarnos también como esa madre que esté a nuestro lado siendo modelo estimulo para nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro compromiso en el amor. Por eso para los cristianos las fiestas en que conmemoramos a María tienen un especial significado. Las queremos llevar incluso físicamente junto a nosotros en sus sagradas imágenes por esos mismos caminos que nosotros tenemos que hacer en la vida cada día, porque así su recuerdo y su presencia se convierten en memoria y estimulo permanente.
Por eso nos llenan tanto de alegría las fiestas de María, porque con la madre nos regocijamos, a la madre celebramos, la presencia viva de la madre sentimos junto a nosotros y con ella queremos seguir haciendo el camino con ilusión y con esperanza. De ahí tantos y variados nombres con los que la invocamos, que como un rosario de piropos queremos dedicar a nuestra amada.
Hoy es una fiesta especial para ese estímulo y para animar nuestra esperanza, porque es el triunfo de María cuando la vemos glorificada como primicia ya en el cielo. En todos nosotros desde nuestra fe está la esperanza de la resurrección, pero a ella hoy la vemos como adelantada participando de la gloria de su Hijo en el cielo, es su Asunción, su glorificación, el contemplarla en cuerpo y alma en el cielo que es lo que expresamos en esta fiesta y es como un adelanto de la resurrección de la carne para María.
María se puso en camino, como  hoy nos dice el evangelio y hoy la vemos al término de ese camino en su glorificación en el cielo. Como María nos queremos nosotros también poner en camino, y aunque nos vamos a encontrar en la vida tantas veces ese dragón del maligno y de la tentación como la contemplamos en la imagen del Apocalipsis, a ella la vemos vencedora, y nosotros también podremos vernos un día vencedores para llegar a participar de la misma gloria en el cielo.
No siempre es fácil nuestro camino. Como decíamos al principio, necesitamos esos estímulos que nos den esperanza, que sean espejo en el que contemplarnos, y hoy nosotros miramos a María y con ella queremos seguir haciendo nuestro camino porque sabemos muy bien que ella viene con nosotros en nuestro caminar. Es la alegría y el gozo de la fiesta que hoy celebramos.
Nosotros los canarios miramos a María hoy con una mirada muy especial cuando la invocamos como Candelaria, la que antes incluso de la conquista de estas tierras ya su presencia estaba con nosotros siendo su imagen un preanuncio de evangelización para los moradores de la tierra canaria.
En nuestro tierra tinerfeña y podemos decir que en toda canarias, todos los caminos hoy conducen a Candelaria, todos los caminos conducen hasta María. Muchos incluso con grandes esfuerzos recorriendo a pie los caminos antiguos de la isla quieren acercarse hasta el Santuario y Basílica de la Morenita, como  nosotros cariñosamente la llamamos. Es toda una imagen ese camino.
Mucho esfuerzo quizá tengamos que hacer en el mundo que vivimos para mantener nuestra fe; María como estrella de la evangelización ahí está orientándonos en ese camino que tenemos que hacer, porque ella siempre apuntará al Norte verdadero de nuestra vida, porque ella siempre nos conducirá a Jesús. María es la Madre y Maestra de ese camino de nueva evangelización en el que queremos estar comprometidos con nuestra tierra y con el evangelio. Que en verdad sintamos la presencia, la fuerza de María, la gracia que ella nos trae de parte del Señor y no decaigamos por fuerte que sea el dragón fuerte de increencia o indiferencia que vamos a encontrar en muchos.
Que María de Candelaria, que fue lucero del alba de la evangelización de nuestra tierra, siga siendo esa estrella de la evangelización en quien nos sintamos estimulados para mantener firmes el legado de nuestra fe en nuestra tierra.

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