jueves, 14 de febrero de 2013


Compromiso apostólico en medio del mundo y oración por las vocaciones

Hechos, 13, 46-49; Sal. 116; Lc. 10, 1-9
Aunque apenas iniciamos ayer el tiempo de Cuaresma hoy sin embargo la liturgia nos ofrece la celebración de la fiesta de los Santos Cirilo y Metodio a quien Juan Pablo II declaró patronos de Europa. En el siglo X fueron apóstoles y misioneros de grandes regiones de Europa en las que sembraron las semillas del Evangelio. Habían sido enviados en principio por el Obispo de Constantinopla pues que procedían de aquella zona, fueron luego confirmados en su misión por el Papa de Roma que consagro obispo y envío como legado suyo a Metodio por aquellas regiones eslavas de la Europa oriental.
La Palabra del Señor proclamada en esta fiesta nos ha hablado en la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles del momento en que Pablo y Bernabé que iban haciendo su recorrido e instituyendo las diversas iglesias, se dedican de manera especial al anuncio del evangelio a los gentiles, a causa del rechazo de los judíos. ‘Te he puesto como luz de las naciones para que lleves la salvación hasta los confines de la tierra, recuerdan cual era su misión’.
Por su parte en el evangelio hemos escuchado el envío de los setenta y dos discípulos de dos en dos a anunciar el Reino de Dios. Un camino que han de hacer desde una disponibilidad total y siempre con el mensaje del amor y de la paz. ‘Curad a los enfermos que haya y decidles el Reino de Dios esta llegando a vosotros’.
Pero hay también una recomendación que les hace Jesús. ‘La mies es abundante y los obreros pocos. Rogad por tanto al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Creo que la celebración de estos dos santos misioneros de Europa entre otras cosas nos ha de ayudar a reflexionar por una parte en esa misión que a nosotros también Jesús nos confía de anunciar el Reino de Dios.
Todo cristiano ha de sentir ese ardor misionero en su corazón de querer extender el Reino de Dios a todas partes. No todos quizás tenemos la vocación o la llamada del Señor para ir a lejanas tierras para hacer ese anuncio de Jesús y de su evangelio, pero si todos hemos de sentir la inquietud en el corazón de que Jesús sea conocido. No será necesario quizás ir a lejanas tierras para encontrar un lugar donde hacer ese anuncio de Jesús, porque a nuestro lado, cerca de nosotros tenemos a tantos que no conocen a Jesús.
Aunque creamos que todos somos cristianos no siempre es así porque nuestra sociedad se ha descristianizado, porque hay muchos a nuestro lado han perdido la fe, o su fe es tan débil que viven como si no tuvieran fe. Un campo inmenso donde tenemos que sembrar la semilla del evangelio, multitudes a nuestro lado que necesitan esa luz de Jesús. Y eso es tarea nuestra, preocupación y responsabilidad. Hemos de ser cristianos intrépidos que no tengamos miedo de hacer ese anuncio de Jesús con nuestra palabra y con nuestra vida para despertar la fe de tantos a nuestro alrededor que quizás la han perdido.
‘La mies es abundante, nos dice Jesús, los obreros son pocos’. Esa es otra hermosa tarea que tenemos que realizar. Rogar a Dios que sean muchos los llamados, porque el Señor siempre llama, pero que sean muchos los que respondan con generosidad a esa llamada de Dios. Que sean numerosas las vocaciones y numerosos los jóvenes o mayores que den respuesta al Señor para convertirse en evangelizadores en la vida sacerdotal, en la vida religiosa, o desde el compromiso apostólico desde su propia vida en el seno de sus familias o viviendo en el mundo del trabajo en medio de la sociedad.
Un compromiso y una oración, nos esta pidiendo la Palabra de Dios en la fiesta de estos dos grandes misioneros de Europa.

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