viernes, 27 de abril de 2012


Caminos de Dios que viene hasta nosotros

Hechos, 9, 1-20; Sal. 116; Jn. 6; 53-60
Los caminos de Dios son caminos que vienen de Dios hasta nosotros. Me explico. Aunque pensamos que somos nosotros los que hacemos caminos buscando a Dios en el fondo es más bien Dios el que viene hasta nosotros, se nos hace el encontradizo con nuestra vida, viene a nuestro encuentro.
Es cierto que puede haber inquietud en nuestro corazón y buenos deseos, que pueden haber ansias de plenitud y deseos de algo grande, como también nos puede suceder que andemos caminos de rebeldía y de rechazo así porque sí sin saber algunas veces realmente porque tenemos esa rebeldía y rechazo de Dios en nuestro interior. Muchos vemos a nuestro alrededor muchas veces con actitudes así o nos habrá podido pasar a nosotros en determinados momentos. Se nos oscurece la vida por los problemas o porque no alcanzamos aquello que deseamos y nos ofuscamos en nuestra rebeldía y muchas veces sin razón.
Pero hemos de reconocer que la gracia de Dios es más poderosa que todo eso y, sin violentarnos ni hacernos perder nuestra libertad, sin embargo mueve nuestro corazón para que tengamos un momento de luz cuando llega a nuestra vida y podamos dar una buena respuesta.
Hemos escuchado cómo Jesús resucitado le sale al encuentro a Saulo en el camino de Damasco. Era un hombre bueno, hemos de reconocer, que quería actuar con rectitud desde lo que él sabía o creía saber. Le vemos rebelde dando coses contra el aguijón, y por eso va a Damasco buscando a los que seguían el camino de Jesús porque era algo que no podía soportar.
¿Qué sabía de Jesús? ¿Qué conocimiento tenía de El? Ahora se va a encontrar con Jesús, porque Jesús viene a su encuentro, le sale al paso en el camino a la entrada de la ciudad, y todo va a ser distinto. Fue tan grande la luz que lo iluminó que sus ojos de la carne se le cegaron, pero la gracia de Jesús le iba a abrir bien los ojos para que pudiera disfrutar de esa Luz.
‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?... ¿Quién eres, Señor?... Soy Jesús a quien tú persigues. Entra en la ciudad y allí te dirán lo que tienes que hacer’. Es el encuentro con el Señor. La gracia del Señor que le tumbó de su orgullo y su prepotencia. Siempre se dice que fue derribado del caballo, aunque en el texto sagrado nunca aparece ningún caballo, pero sí tenemos que pensar en ese caballo que llevaba en su interior en su prepotencia y en su orgullo. Ahora tendrá que aprender a dejarse hacer por el Señor.
Mientras van sucediendo estas cosas a las puertas de la ciudad, el Señor se le manifiesta a Ananías para darle instrucciones de lo que ha de hacer. ‘Señor, he oído hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus fieles en Jerusalén. Además trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre’.
Conocida era la rebeldía interior de Saulo, pero el Señor lo ha escogido para algo grande. ‘Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes. Ya le enseñaré yo lo que tiene que sufrir por mi nombre’. Era un elegido del Señor. ‘Instrumento elegido’, dice el Señor. grande sería la obra de Saulo que luego ya se llamará Pablo en sus recorridos por el mundo anunciando el nombre de Jesús y con sus cartas apostólicas que siguen siendo alimento para nuestra fe y nuestra vida cristiana, porque las reconocemos como Palabra de Dios.
Y todo esto ¿qué nos dice a nosotros? El Señor también viene a nuestro encuentro con la riqueza de su gracia que nos llama a una vida nueva. Nos cuesta abajarnos muchas veces de ese caballo en el que nos hemos subido y nos cuesta dejarnos conducir por el Señor. Pero cuánto estará esperando el Señor de nosotros. También somos unos elegidos del Señor y el Señor tiene sus planes sobre nosotros y nuestra vida.
Dejémonos conducir por la gracia del Señor, dejémonos encontrar con El. Espera mucho de nosotros. Nos invita hoy a que le comamos para tener vida en El para siempre, como hemos escuchado en el Evangelio. ‘El que me come vivirá por mí… el que coma de este pan vivirá para siempre…’ nos dice.

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