lunes, 6 de octubre de 2025

‘¿Quién se portó como prójimo de aquel hombre?’… ‘pues, vete y haz tú lo mismo’… ¿legalidad o humanidad?

 


‘¿Quién se portó como prójimo de aquel hombre?’… ‘pues, vete y haz tú lo mismo’… ¿legalidad o humanidad?

Jonás 1,1–2,1.11; Sal.: Jon 2,3.4.5.8;  Lucas 10,25-37

De alguna manera la pregunta que le hace aquel maestro de la ley a Jesús es una pregunta que nos hacemos nosotros también y no sé si nosotros andaremos en la honda de lo que era la práctica de aquellos maestros de la ley o de la honda con la que Jesús pretende que sintonicemos. ¿No andaremos también nosotros preguntándonos por cosas que tengamos que hacer, pero sin mover en lo más mínimo las actitudes que tengamos dentro de nosotros? ¿No andaremos también buscando esa lista de cosas imprescindibles para decir que cumplimos pero dejando que nuestro corazón ande por otras partes?

De ahí esa pregunta que no sé si diremos ociosa que se hace aquel hombre ante la respuesta tan formal aparentemente de Jesús. Una pregunta que podría parecer innecesaria pero que se convierte su respuesta en algo fundamental según lo que Jesús nos está queriendo enseñar. ‘¿Quién es mi prójimo?’

Jesús nos propone esta magnífica parábola a la que tantas veces le habremos dando vueltas y vueltas en nuestras reflexiones. El caso de aquel hombre malherido al borde del camino asaltado, robado y maltratado por aquellos ladrones de caminos tan habituales, no sólo en aquellos tiempos sino también en el hoy que vivimos aunque algunas veces se haga con mayor sutileza. Es solo la imagen de punto de partida, aunque también nos tendría que hacer reflexionar.

Pero la parábola comienza a desarrollarse cuando por aquel camino que conduce entre Jericó y Jerusalén transitan un sacerdote y un levita; muy preocupados quizás por llegar puntualmente al templo para la hora de los sacrificios, pero no solo puntualmente sino con la necesaria pureza para poder ejercer su oficio. No solo sería el retraso y la tardanza que se produciría al tener que atender a un hombre herido y maltratado sino las consecuencias en las cuestiones de pureza legal a causa del contacto con la sangre y quizás de un moribundo. Mejor hacerse el distraído. Ellos querían cumplir, ellos querían mantenerse en su pureza legal, ellos querían ser fieles a la ley mosaica, pero, ¿dónde estaba la humanidad? ¿No se casan legalidad y humanidad? Había cosas que cumplir que parece que eran las primordiales.

Será un samaritano, ni siquiera era judío aunque quizás por sus negocios estuviera transitando por aquellos caminos. ¿Iría también con sus preocupaciones y sus prisas por las cosas que traía en mano? Pero aquel hombre supo lo que era lo primordial. Se detuvo junto al caído sin importarle ni preguntarle su procedencia o nacionalidad. La humanidad no tiene que tener esas etiquetas que separan y que distancian. Puso a disposición su cabalgadura, cambió los planes de la organización de su trabajo, ahora había que buscar una posada, ahora había que tener quien atendiera a aquel hombre mal herido, ahora había que disponer de lo que fuera necesario para que aquella persona se recobrara.

No echaba cuentas de lo que se iba a necesitar. ¿Qué interrogante se nos plantea dentro de nosotros cuando andamos preguntando y contando cuánto nos estamos gastando con aquellos inmigrantes ‘ilegales’, y estamos haciendo comparación con lo que nosotros necesitaríamos para salir adelante y que no podemos alcanzar porque se lo dan a otros que tienen menos ‘méritos’ que nosotros. ¿No son esas cuestiones que nos planteamos muchas veces? ¿No son legalidades que queremos reclamar olvidándonos de la verdadera humanidad? Podríamos seguir pensando en muchas cosas que son como el padrenuestro de cada día en nuestras reclamaciones, en nuestras protestas o en nuestras exigencias.

Jesús solo pregunta ‘¿Quién se portó como prójimo de aquel hombre?’ Y solo nos dirá para terminar, ‘pues, vete y haz tú lo mismo’.


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