lunes, 1 de septiembre de 2025

Una buena noticia que nos trae Jesús en el hoy de nuestra vida que se ha de extender como un reguero de pólvora que a todos llegue y a todos les afecte

 

Una buena noticia que no
s trae Jesús en el hoy de nuestra vida que se ha de extender como un reguero de pólvora que a todos llegue y a todos les afecte

1Tesalonicenses 4, 13-18; Salmo 95; Lucas 4, 16-30

Las noticias suelen correr como reguero de pólvora, y si son buenas noticias que nos llenan de esperanza ante la situación que vivamos mucho más; es cierto que algunas veces somos lúgubres y parece que nos gustan las malas noticias, porque enseguida les damos pábulo y pronto también nos hacemos eco y portavoces. Pero cuando estamos pasando por situaciones difíciles, por ejemplo, el que nos anuncien que aquello acabará pronto, que se van a solucionar los problemas o que encontramos un camino, aunque sea costoso, para salir de aquella ocasión, hace renacer la alegría y esperanza en nuestros corazones y pronto estaremos hablando de ello o comunicándola a cuantos nos quieran escuchar.

Jesús cuando comenzó a predicar decía que anunciaba una buena noticia – evangelio lo llamamos porque eso es su significado – y entre la gente se fue despertando la esperanza. El camino de la historia de Israel no había sido fácil, la esclavitud en Egipto, un duro desierto que atravesar en búsqueda de caminos de liberación, pero todo lo que les había costado establecerse en aquella tierra, que Dios les había prometido, con tantos incidentes a través de los siglos de su historia; ahora tampoco eran fáciles los momentos que vivían, y todo lo que anunciaba Jesús les sonaba a liberación; podían salir de aquel mundo de sombras.

Pero no siempre sabían interpretar el anuncio que Jesús les hacía. Muchas veces se quedaban solo en lo material, le llevaban a los enfermos con toda clase de enfermedades, sentían llegada la hora de la liberación que lo que significaba vivir bajo el yugo de pueblos extranjeros, y les parecía que eso eran lo inmediato. ¿Era realmente eso lo que Jesús les anunciaba?

Una buena noticia quería anunciarles Jesús y decía que estaba inundado del Espíritu de Dios para poder realizarlo. Hablaba sí de curación y de liberación, hablaba de un año jubilar, de jubilo y liberación, año de gracia porque era un regalo de Dios, año de comenzar algo nuevo y distinto. Y la curación tenía que comenzar por ellos mismos, de esos males que dejamos meter dentro de nosotros mismos que son peor que una invalidez o una lepra, liberar nuestro corazón de angustias y desesperanzas, liberarnos interiormente de esas heridas que guardamos en nuestro corazón cuando no entendemos del perdón, esas heridas que en nuestras desconfianzas hacen que estemos poniendo abismos entre nosotros, una libertad que no es hacer solo lo que queremos hacer por capricho sino para saber caminar sin dejarnos influir por nada ni por nadie fieles a nosotros mismos y fieles a ese Dios en quien creemos que es el que nos traza las sendas para nuestra vida.

De nada nos vale que no utilicemos muletas para poder caminar o nos levantemos de la camilla del enfermo, si seguimos enfermos dentro de nosotros porque ni nos perdonamos a nosotros mismos ni sabemos ofrecer el perdón de una manera generosa a los demás; de nada nos vemos liberados de una lepra, si seguimos con el corazón lleno de podredumbre porque no somos capaces de quitar malicias y resentimientos. Es la salud que Cristo viene a ofrecernos, es el regalo de libertad que quiere darnos, es la gracia de la paz que quiere sembrar en nuestros corazones.

Escuchemos en todo su sentido esta buena noticia que nos trae Jesús en este evangelio, que es para nosotros hoy anuncio de salvación para nosotros y para nuestro mundo. No nos hagamos sordos, creemos en esa buena noticia y también como un reguero de pólvora hacemos que llegue a los demás, pueda llegar a todos los hombres.

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