sábado, 22 de febrero de 2025

La barca puede parecer que hace agua por todas partes y está a punto de hundirse, pero Jesús nos ha garantizado que el poder del abismo no la derrotará

 


La barca puede parecer que hace agua por todas partes y está a punto de hundirse, pero Jesús nos ha garantizado que el poder del abismo no la derrotará

1Pedro 5, 1-4; Salmo 22; Mateo 16, 13-19

Cuando nos anuncian  que viene un temporal – ahora nos estamos acostumbrando demasiado a las alertas amarillas o no sé de qué color que al final no les hacemos caso – buscamos refugio seguro, si nos encontramos en descampado buscamos donde guarecernos y algo que nos sirva de apoyo para que no nos arrastren los tormentosos vientos.

Así hacemos y nos prevenimos frente a los fenómenos de la naturaleza, pero no sé si en la vida estaremos atentos a muchas cosas que podían hacer peligrar no quizás nuestra vida física, pero sí la integridad que hemos de tener como personas. Serán corrientes de opinión, ideologías o formas de pensar que no cuidan los valores más humanos que tendríamos que salvaguardar, formas que van apareciendo en la sociedad que sentimos que todo lo destruyen queriendo hacer desaparecer los cimientos sobre los que hemos ido construyendo nuestra vida y nuestro mundo. ¿Estaremos atentos de verdad a los nuevos ritmos que se quieren imponer? ¿Cómo nos protegemos?

Pero igual nos sucede en el ámbito de nuestra fe; también son muchos los peligros que algunas veces tenemos en nosotros mismos porque no sabemos cuidar ni alimentar nuestra fe; estamos envueltos en un mundo convulso, como vemos en todos los aspectos de la vida, pero que también nos afecta; la indiferencia y el materialismo de la vida, la superficialidad con que vivimos o las vanidades que nos cautivan, ese mundo confuso de ideas y pensamientos que también nos afectan en lo religioso, nuestra propia debilidad que hace que perdamos muchas veces y en muchas cosas nuestra estabilidad y nos sentimos inseguros, malos ejemplos que nos arrastran además de la oposición que vamos encontrando en la sociedad misma a todo lo que suene a religioso o a principios cristianos.

La Iglesia, como dijo Benedicto XVI, en algunos momentos: ‘nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes’. Pero es ahora donde tenemos que escuchar las palabras de Jesús que son siempre palabra de vida para nosotros. Lo hemos escuchado hoy en el evangelio. No hace mucho ya hemos hecho algún comentario sobre este texto. Hoy lo escuchamos de nuevo en esta fiesta de la Cátedra de san Pedro.

Está por una parte la respuesta de los discípulos de lo que la gente pensaba de Jesús, pero está también la confesión de fe de Pedro. Algo, es cierto, que tenemos que renovar en nosotros. Que tengamos claro quien es Jesús para nosotros, que tengamos claro cual es el fundamento de nuestra fe. Es necesario fortalecernos y eso ha de pasar también por una verdadera formación en todo lo que es el ámbito de nuestra fe. Algo que realmente nos falta y que es lo que más nos debilita, porque nos hace sentirnos inseguros.

Pero escuchamos las palabras de Jesús. Ya vemos en el evangelio en muchas ocasiones la admiración de Jesús ante la fe de la gente, ante el centurión romano, ante la mujer cananea, ante aquella mujer que se atreve a tocar la orla de su manto, ante la mujer pecadora, ante el paso que da Zaqueo al sentir que ha llegado la salvación a aquella casa… y así podríamos pensar en muchos más momentos.

Es la admiración de Jesús por la fe de Pedro a partir de lo cual es Jesús el que comienza a confiar en Pedro. ‘Tú eres piedra’, le dice; va a ser Pedro fundamento de su Iglesia, ‘y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no la derrotará’.

¿No nos sirven de consuelo y estímulo estas palabras de Jesús? Tenemos el apoyo frente a los fuertes vientos que parece asolar la Iglesia, asolar nuestra fe; tenemos el refugio que nos da seguridad y fortaleza frente a esas tempestades de la vida, frente a ese mar embravecido. La barca puede parecer que hace agua por todas partes y está a punto de hundirse, pero Jesús nos ha garantizado que el poder del abismo no la derrotará.

Es la Palabra de Jesús que nos ha asegurado que estará con nosotros hasta el final de los tiempos. Y certeza de esa presencia de Jesús la tenemos en la Iglesia que nos trasmite la Palabra de Jesús; es en la Iglesia donde podemos sentirnos seguros porque allí sentiremos siempre la presencia de Jesús. La tenemos en la Palabra que nos llega a través del magisterio de la Iglesia, la tenemos en los sacramentos donde nos llenamos de la gracia de Dios, nos alimentamos o curamos nuestras heridas, porque tenemos la certeza de la misericordia y del perdón; la tenemos en la misma comunidad de hermanos que formamos todos los que somos Iglesia, porque allí donde dos o tres se reúnan en mi nombre allí estaré yo, que nos dice Jesús.

¿Queremos mejor refugio frente a esos vendavales? ¿Queremos mayor seguridad frente a esos vientos impetuosos? La barca de la Iglesia no se hundirá, nos lo ha dicho el Señor. ¡Qué seguridad de gracia podemos tener!

 

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