martes, 24 de diciembre de 2024

Nos quedan unas horas para llegar a la nochebuena, pensemos seriamente el recorrido que hacer para que sea verdadera Navidad, auténtica encrucijada para nuestra vida

 

Nos quedan unas horas para llegar a la nochebuena, pensemos seriamente el recorrido que hacer para que sea verdadera Navidad, auténtica encrucijada para nuestra vida

Isaías 9, 1-6; Salmo 95; Tito 2, 11-14; Lucas 2, 1-14

Hay caminos que se entrecruzan y que en una primera impresión nos parecen de locura; unos que caminan en una dirección y otros en la opuesta, parecería que nos chocáramos y fuera difícil encontrarnos y entendernos. Pero realmente son encrucijadas que se convierten en punto de partida, en punto desde el cual podemos encontrar la dirección y el sentido del camino que queremos realizar, punto en el que finalmente se encauza todo ese tráfico para hacer que luego el recorrido tenga una verdadera fluidez.

¿Será ese punto de la historia que tiene por centro del nacimiento de Jesús como en este día celebramos? Por algo en algún momento de la historia centramos el calendario precisamente a partir del nacimiento de Jesús, más allá de los errores de cálculo que pudiera haber al señalar ese punto cero de la historia para decir antes de Cristo o después de Cristo. Pero me pregunta es algo más y ya es haciendo referencia a lo que en este momento nosotros estamos celebrando y lo que tiene que ser su sentido. ¿Nos encontraremos hoy también en una encrucijada de la historia y de la vida donde tendremos en verdad que encontrar esa dirección que necesitamos? Creo que una verdadera celebración de la navidad tendría que ir por ese planteamiento.

¿Qué nos ofrece realmente el mensaje de la navidad? ¿Qué es lo que realmente busca el hombre al menos en ese día a día de nuestra vida? Queremos paz pero vivimos en un mundo convulso de guerras y violencias. Queremos bienestar y felicidad pero estamos pensando en una carrera por la posesión de cosas o por el poder, y poder será tener influencia, poder será quizás poderme sentir por encima de los otros, y poder es querer disponer de todo lo que me pueda satisfacer de la manera que sea, y poder se convierte en ambición y en vanidad que me envuelve de superficialidad, y poder es decir que somos libres pero no pensando en lo que sea mejor para todos sino solo mejor para mi mismo, y poder es una autosuficiencia que al final me aísla o me endiosa creando barreras y abismos en mi derredor para que nadie me moleste o me inquiete con sus problemas.

Pero cuando con sinceridad, con espíritu abierto nos acercamos a la navidad, no la que imaginamos, sino la que realmente tuvo su origen en esa cueva de Belén que tanto contemplamos en estos días otra cosa será lo que nos encontremos. Un matrimonio pobre que ha tenido que desplazarse por el capricho de un gobernante que quería hacer un censo y que no teniendo donde cobijarse porque nadie le ofrece posada, se refugiará en un establo de animales en las afueras de Belén, unos humildes pastores que pasan al raso la noche en aquellos campos cuidando de sus ovejas o ganados, la pequeñez y humildad de un niño que no tendrá una cuna en su nacimiento sino el humilde pesebre comedero de unos animales.

Y ahí escucharemos un mensaje. Hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador… y se les dará una señal, encontrareis un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Y en torno aparecerá el resplandor de la gloria de Dios que cantan los ángeles anunciando la paz para los hombres a los que Dios ama.

¿Cómo encajamos este cuadro de Belén que para nosotros es Evangelio, es una buena noticia como la que dan los ángeles a los pastores, con aquellos deseos de la humanidad que tenemos en estos mismos momentos? Y nos atreveremos a decir que este momento es encrucijada de la historia, tiene que ser encrucijada para nuestra vida.

Ese es el gran misterio de la Navidad, no solo de la que recordamos y queremos celebrar de lo acaecido hace más de dos mil años en Belén, sino que es, tiene que ser el misterio que hoy celebramos y que tenemos que hacerlo en su cruda realidad. Porque emigrantes como María y José seguimos encontrándonos a cada paso; gente que no tiene posada, que se ha quedado sin nada, o a los que vemos en los lugares más humildes, si abrimos los ojos nos estarán saliendo continuamente al paso; personas que viven en el frío de la soledad, que no son tenidos en cuenta porque no son de nuestra condición, a los que no valoramos o de los que desconfiamos en las calles del Belén de nuestra vida, de lo que sucede a nuestro alrededor nos vamos a encontrar muchos; y podemos seguir hablando de las violencias de la vida que no son solo las guerras sino también las que tenemos con los que están a nuestro lado y con los que no nos hablamos o ante quienes pasamos indiferentes, son el padrenuestro de cada día.

Y ahí en medio tenemos que celebrar Navidad hoy. Ahi viene Dios en el hoy de nuestra vida y nos ofrece un evangelio de salvación. Este momento que vivimos tendría que ser en verdad una encrucijada para nuestra vida, porque de este momento de la navidad no podemos salir de la misma manera, con la misma insensibilidad e indiferencias, con las mismas barreras y abismos que nos hemos creado. Algo nuevo tendría que comenzar en nuestra vida.

¿Qué vamos a hacer de nuestra navidad? ¿Solo unas palabras bonitas que nos decimos para felicitarnos y que se van a quedar en flor de un día que pronto se marchita o luz parpadeante que pronto se apaga?  ¿Llegaremos a sentir esa presencia de Dios que viene con su salvacion a ese mundo en que vivimos?

Nos quedan unas horas para llegar a lo que llamamos la nochebuena, pensemos seriamente el recorrido que aun tenemos que hacer para que sea verdaderamente Navidad, auténtica encrucijada para nuestra vida. Esa buena noticia que hoy escuchamos, ¿transformará realmente lo que son esos deseos de nuestra vida?

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