martes, 17 de diciembre de 2024

En el hoy de nuestra vida y nuestra historia, con sus luces y sombras, hemos de descubrir la presencia del Dios que hace historia de salvación para nosotros

 


En el hoy de nuestra vida y nuestra historia, con sus luces y sombras, hemos de descubrir la presencia del Dios que hace historia de salvación para nosotros

Génesis 49, 1-2. 8-10; Salmo 71; Mateo 1, 1-17

Todos tenemos nuestra historia. Y si tuviéramos ahora que comenzar a contar nuestra historia de entrada seguramente nos quedaríamos con la duda de cómo comenzar, como hacernos el planteamiento de esa nuestra historia que queremos contar. Mirando hacia atrás podríamos comenzar contando nuestros orígenes, nuestros antepasados, aquellos que con la historia de su vida fueron poniendo el fundamento de lo que es nuestra historia. Ahí donde estamos enraizados, y podemos pensar en personajes como podemos pensar en lugares, podemos pensar en acontecimientos o como podemos quedarnos en hechos concretos que casi como anécdotas vienen a redondear la historia que queremos contar.

¿Sólo ahí, en esas cosas del pasado, nos vamos a quedar a la hora de contar nuestra historia? No son solo hechos o personajes lo que queremos recordar, porque nuestra historia está construida a partir de vivencias, vivencias de nosotros mismos o de quien han ido antes que nosotros; vivencias que nos van a trasmitir un pensamiento, una manera de comprender la vida, algo que va a dejar traslucir lo más profundo de nuestro yo. Es la razón o motivo de nuestra historia, lo que además la va a definir, donde vamos a encontrar su profundidad, lo que va a ser la base de un futuro porque esa es una historia inacabada e inacabable, porque la seguimos construyendo, porque la seguimos escribiendo, porque va a ser la vida que nos defina.

Hoy, en este día en que con intensidad nos adentramos en la preparación de la próxima navidad, la Iglesia en la Palabra de Dios que nos ofrece nos habla de esa historia de Jesús. ‘Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán…’ se nos dice en este comienzo del evangelio de san Mateo. Se nos presenta el libro de la historia de Jesús, el Cristo, el hijo de David, el hijo de Abrahán, se nos dice.

No es simplemente la relación de unos personajes, es algo más lo que se nos quiere presentar. Es hablarnos de una historia que está enraizada en un pueblo, el pueblo de Israel, por eso se nos dirá el Hijo de David, el Hijo de Abrahán. Y cuando se nos van desgranando esos diversos nombres de la historia de Israel se nos está describiendo una historia de salvación. Es la historia de un pueblo que se siente amado y elegido de Dios, lo cual nos está describiendo y definiendo el verdadero sentido de la historia y de la vida de Jesús.

Se nos está describiendo el camino de Dios que se acerca al hombre y se va haciendo presente en su historia. Pero no será ya solo el pasado sino que será mirar el presente. Y es entonces la historia de la presencia de Dios en el hoy de nuestra historia. Como aparecieron en el relato de Mateo diversos personajes con sus luces y con sus sombras así Dios quiere seguir haciendo presente en nuestra historia que también tiene sus luces y sus sombras.

Pero ahí está Dios, ahí se hará presente Jesús como lo vemos en el evangelio en todas las circunstancias de su historia pero también de los personajes que irán apareciendo en el entorno de Jesús, como se quiere seguir haciendo presente en nuestra vida, en lo que somos y vivimos también con nuestras luces y con nuestras sombras.

Porque es historia de salvación en el hoy de nuestra vida, donde vamos a sentir ese amor de Dios, su misericordia y su compasión, en tantas sombras que seguimos viendo en nuestro mundo, en nuestra historia de hoy; miremos sin miedo el panorama que nos rodea con tantas cosas que no es necesario ahora volver a relatar aquí pero que sabemos que ahí están y donde Dios hoy quiere hacerse presente. Por ese hombre y ese mundo Jesús quiere transformarlo, hacer un hombre nuevo y un mundo nuevo. Y nosotros tenemos que dejarnos hacer por ese hacer de Dios, para que sea en verdad historia de salvación para nosotros y nuestro mundo hoy.

¿Será ahí cómo vamos a afrontar estos últimos pasos del Adviento para llegar a una auténtica navidad donde en el hoy de nuestra vida y nuestra historia descubramos la presencia del Dios que es nuestra salvación?

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