miércoles, 6 de noviembre de 2024

Palabras del evangelio que nos comprometen, que no son el entusiasmo de un día, palabras de vida que nos hacen encontrar el camino de la salvación

 


Palabras del evangelio que nos comprometen, que no son el entusiasmo de un día, palabras de vida que nos hacen encontrar el camino de la salvación

Filipenses 2, 12-18; Salmo 26; Lucas 14, 25-33

Habremos escuchado o lo hemos utilizado nosotros mismos un día que viene a manifestar la superficialidad y novelería con que muchas veces nos tomamos las cosas, y las cosas serias. ‘¿A dónde vas Vicente? A dónde va la gente’. Somos noveleros, allí donde se aglomera la gente enseguida nos apuntamos; decimos que para saber si ocurrió algo malo donde podamos poner algún remedio, sino que en el fondo buscamos el chascarrillo, lo que luego vamos a comentar, la curiosidad de la novedad sin fijarnos quizá en el valor que la cosa pueda tener en sí misma y allá vamos corriendo de un lado para otro, con los correspondientes comentarios, con las noticias que queremos llevar a todos, no tanto por el valor que tenga en sí mismo lo que haya sucedido sino desde esa novelería en que siempre vamos buscando algo nuevo.

Y sucede en muchos aspectos de la vida, y nos sucede en las expresiones religiosas que podamos tener de nuestra fe. Allí donde fue el último milagro estamos enseguida para apuntarnos; allí en esos lugares mágicos y a los que hemos dado fama de milagrosos enseguida nos apuntamos para ir, y organizamos peregrinaciones y marchas, y nos encontraremos aglomeración de gentes llegadas de todas partes, que muchas veces lo que andan buscando es el recurso fácil para solucionar los problemas de cada día.

Hoy nos dice el evangelio que ‘mucha gente acompañaba a Jesús’ en su caminar de aldea en aldea cuando iba anunciando el evangelio del nuevo Reino de Dios. Pero Jesús se detiene y se vuelve hacia ellos para hacerlos pensar. ¿Qué buscan o por qué van detrás de El? Y les dice que las cosas hay que pensárselas bien. No es solo aquello que a donde va Vicente va toda la gente, sino que tenemos que ir a algo mucho más hondo, porque el Reino de Dios que El está anunciando tiene que ser algo muy comprometedor en sus vidas.

Y les pone unas comparaciones o ejemplos. Y habla del que quiere realizar una construcción, una torre dice, un granero, un depósito para almacén sus cosechas quizás, una casa donde vivir, sea lo que sea, hay que pensárselo antes a ver si en verdad hay posibilidades de poder alcanzar eso que son sus deseos, su torre, su almacén o lo que sea. Hay que pensar si lo puede realizar y cuenta con medios, para que no se quede a medias y sea el hazmerreír de las gentes.

O les habla del rey que va a emprender una guerra, una batalla. Tiene que pensar antes si tiene medios y fuerza para emprender esa batalla y ganarla; si no va a poder conseguirlo, mejor es antes ir a buscar condiciones de paz, a razonar las cosas.

Muchos están siguiendo a Jesús, ¿de verdad tienen claro lo que significará ese seguimiento de Jesús? Y les habla de entrega como les habla de amor hasta la muerte, les habla de que hay que saber escoger y seleccionar bien lo que se está buscando haciendo una verdadera escala de valores para encontrar y para buscar lo que es lo principal. Y eso significará sacrificios, eso puede significar también renuncias, eso significará tener que dejar quizás el camino que están haciendo porque seguir a Jesús es encontrar otro camino.

Y esas elecciones son fáciles, porque siempre tenemos la tentación de ir a buscar lo que es más fácil y más cómodo. Por eso de alguna manera el seguir a Jesús es seguir un camino de cruz. Jesús tuvo que tomarlo porque quería lo mejor para nosotros, y cargó la cruz y subió hasta el calvario en un camino de fidelidad total al Padre del cielo. ¿Seremos capaces nosotros de seguir un camino de fidelidad así?

No es buscar la cruz por la cruz, es buscar un camino de entrega y de amor, y siempre los caminos de entrega y de amor no son fáciles. Aunque el amor sea lo más sublime del mundo, el que ama sufre también porque siempre estará buscando lo mejor. Y tendrá que arrancarse de cosas que incluso le parecían buenas pero que ahora ha encontrado algo mejor, y se pueden encontrar con desgarros del corazón. Seguir a Jesús no es el mero entusiasmo de un rato o de un día porque quizás contemplamos la realización de un milagro, es algo que tiene que comprometer toda nuestra vida. El milagro tiene que producirse en nosotros cuando nos comprometemos totalmente por el camino de Jesús.

Ahí están las palabras del evangelio, que tenemos que saber escuchar en lo hondo del corazón, aunque parezca a veces que nos hieran, pero son palabras de vida; en ellas encontramos el verdadero camino de salvación.


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