lunes, 8 de abril de 2024

Por puro don de la liberalidad del amor de Dios nos ha tomado en gracia, somos también, como María, los que hemos encontrado gracia ante Dios que nos regala tanto amor

 


Por puro don de la liberalidad del amor de Dios nos ha tomado en gracia, somos también, como María, los que hemos encontrado gracia ante Dios que nos regala tanto amor

Isaías 7, 10-14; 8, 10b; Salmo 39; Hebreos 10, 4-10; Lucas 1, 26-38

Al leer el evangelio de este día en que de alguna manera hacemos como paréntesis en el tiempo pascual en el que estamos para celebrar el misterio de la Encarnación que hubiera correspondido al pasado lunes santo me he querido fijar en una hermosa expresión con la que el ángel se dirige a María. ‘No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios’.

Caer en gracia, es una expresión coloquial con la cual queremos decir mucho. Cae en gracia una persona ante otras cuando destaca por sus valores y cualidades, cuando aparece reluciente su lealtad y su cercanía, cuando se hace merecedora por su forma de ser y de hacer de la atención y del cariño de los demás. Cae en gracia una persona cuando alguien generosa y gratuitamente le regala su amistad o le hace beneficiaron de muchos dones, aunque parezca que la persona quizás no se lo merezca, pera a quien le cae en gracia le hace ese regalo de sus preferencias.

Hoy el ángel del Señor viene a decirle a María que le ha caído en gracia a Dios. Miramos su humildad y su sencillez, miramos la disponibilidad y la generosidad con que manifiesta en la vida ante Dios y ante los demás, miramos la ternura que se derrama de su presencia y podíamos decir que el corazón de Dios se derrite ante María, ‘ha encontrado gracia ante Dios’, y Dios le regala su gracia, le regala sus dones, le regala el don de la maternidad divina, porque la quiere hacer su madre.

Pero yo me atrevo a decir, y lo uno a la celebración de esta festividad, que en María nosotros también nos sentimos agraciados ante Dios. No será por merecimientos propios porque tenemos que reconocer nuestro pecado y la falta de lealtad con que tantas veces vivimos, pero sí podemos decir que en María tenemos el regalo de Dios. Y como nos explicaría san Juan en sus cartas, no es que nosotros hayamos amado a Dios sino que Dios nos amó primero. Somos la criatura preferida de toda su creación porque Dios todo lo realizó para nosotros y en nuestras manos ha puesto todas las criaturas – recordemos los textos que nos hablan de la creación de Dios en el Génesis – engrandeciendo al hombre cuando lo ha creado a su imagen y semejanza.

Y Dios sigue pensando en nosotros, Dios sigue amándonos y regalándonos su gracia para hacernos a nosotros también los agraciados de Dios. Contemplar, pues, hoy a María ‘la que ha encontrado gracia ante Dios’, nos hace pensar que lo hace por nosotros. Hemos encontrado también gracia ante Dios. ¿Puede haber regalo más grande que lo que Dios hace por nosotros, que por nuestro amor nos entrega a su Hijo único? Es el misterio que hoy precisamente estamos celebrando, la Encarnación de Dios en el seno de María, en las entrañas virginales de María para estar tan cerca de nosotros que por nosotros se ha hecho hombre.

Es lo que leemos en el evangelio de este día – la anunciación del ángel a María de que iba a ser la Madre de Dios -, lo que nos expresa el profeta cuando nos habla de la Virgen que da a luz un hijo que será para nosotros Emmanuel, Dios con nosotros, y es de lo que nos habla la carta del apóstol que nos habla del sacrificio de Cristo por nosotros porque no quiere otra cosa que hacer la voluntad de Dios.

Por puro don de la liberalidad de Dios nos ha tomado en gracia, somos también los que hemos encontrado gracia ante Dios que así nos regala tanto amor. ¿Cuál es la respuesta de lealtad que nosotros hemos de dar a Dios ante tanta generosidad? también tenemos que aprender a decir ‘Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad’, como hemos repetido en el salmo. Así nos llenaremos y rebosaremos de la gracia de Dios.

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