domingo, 25 de febrero de 2024

Subamos hoy a la montaña y disfrutemos del Tabor para que un día también podamos subir al Calvario, el camino de la vida estará siempre iluminado por la luz de la Pascua

 


Subamos hoy a la montaña y disfrutemos del Tabor para que un día también podamos subir al Calvario, el camino de la vida estará siempre iluminado por la luz de la Pascua

Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18; Salmo 115; Romanos 8, 31b-34;  Marcos 9, 2-10

Si no sabemos subir a la montaña y no disfrutamos de su altura, me atrevo a decir que no sabremos caminar bien por la llanura. Puede parecer atrevida esta afirmación, porque a algunos no les gusta subir a la montaña; significa esfuerzo y deseos de superación, porque la subida se hace dura, cuanto más vayamos subiendo parece que más dificultad encontramos y necesitamos el esfuerzo de la superación en cada momento para ser capaces de ir más allá y más arriba; hay quien tampoco sabe disfrutar de la altura y no es capaz de contemplar nada, le parece que todo está como difuminado y no será capaz de contemplar los detalles, por eso digo no va a saber caminar por la llanura.

Esto tendría que ser imagen del camino de la vida. Ascensión, pero sabiendo que hemos de caminar por la llanura de la vida que no siempre va a estar tan llana porque también serán muchos los obstáculos y tropezones que vamos a encontrar. Aquella subida, como decíamos, nos habrá enseñado. Pero es tarea necesaria la Ascensión, el estar en actitud y postura de subida, de querer ascender porque buscamos otras visiones, otras perspectivas, porque queremos encontrar un sentido que nos haga al mismo tiempo ahondar en lo más profundo para encontrar el sentido y la fuerza para ese camino.

Es tradicional en la liturgia de la Iglesia que en este segundo domingo de Cuaresma nos encontremos con el evangelio de la transfiguración. Jesús también nos invita a subir al Tabor, como irá luego también delante de nosotros en la subida del calvario. Ahora será una subida que nos lleva a la contemplación de la Transfiguración, como la subida del Calvario será la subida a la Pascua. Que es el camino que vamos haciendo a lo largo de la Cuaresma, un camino hasta la Pascua.

No podemos olvidar que este episodio en los relatos de los distintos evangelistas siempre viene como enmarcado por los anuncios que hace Jesús de su subida a Jerusalén y de lo que allí ha de pasar. Por eso este momento del Tabor viene a ser algo así como un anticipo de la Pascua. Alguno de los evangelistas nos dirá que lo que hablaban Jesús y Moisés y Elías que aparecen en este momento de la Transfiguración es de lo que en Jerusalén ha de suceder. Y finalmente Jesús les dirá los discípulos  que han contemplado este momento de Transfiguración que no han de hablar de ello hasta después de la resurrección, aunque ellos seguirán siempre sin terminar de entender las palabras de Jesús.

Pero allí en lo alto, después del camino duro de la Ascensión, se va a contemplar la gloria del cielo. Una voz desde lo alto va a señalar a Jesús como el Hijo amado de Dios a quien hemos de escuchar. Sin embargo, los discípulos que ya estaban pensando en quedarse allí para siempre – ‘haremos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’ – se sentirán sobrecogidos con la voz del cielo cayendo por tierra, pero cuando Jesús los levanta les dirá que hay que bajar de nuevo.

Una subida con la dureza del camino de la ascensión, un momento de gloria cuando estando Jesús en oración se transfigura en la presencia de sus discípulos, un anuncio del cielo de que hay que seguir el camino de Jesús, todo lo cual va a ser como anticipo de todo lo que entraña el camino de subida a Jerusalén, con el calvario y con la Pascua como meta.

En el Tabor tenemos mucho que aprender para el sentido del camino de nuestra vida, y ahora de nuestra cuaresma. Subida que es ascesis, que es camino de superación, camino de mirar a lo alto, pero también para ponernos en sintonía de escuchar la voz que nos viene de lo alto. Es la manera de aprender para luego saber hacer el camino ordinario de todos los días. Será así como podremos seguir realizando el camino de cada día, con sus luchas, con sus dificultades, con sus momentos de desánimo y decaimiento; pero camino que tenemos que saber hacer con esperanza, porque estamos seguros de lo que nos vamos a encontrar en la Pascua.

Ya hemos contemplado como el anticipo en la transfiguración del Tabor; el centurión después del Calvario podrá exclamar que quien había muerto pendiendo de una Cruz era un hombre justo, un inocente, que era como vislumbrar la acción de Dios, el paso de Dios en aquellas circunstancias, pero nosotros de antemano tenemos la certeza, lo  hemos escuchado en la voz venida del cielo, que a quien luego contemplaremos colgado del madero es verdaderamente el Hijo de Dios. Y claro, finalmente lo veremos resucitado y podremos decir ¡es el Señor!

Subamos, pues, a la montaña y disfrutemos del momento. Subamos hoy al Tabor para que un día también podamos subir al Calvario y no nos escandalicemos ni nos escondamos en aquellos momentos duros. La Pascua estará siempre iluminando el camino de nuestra vida. ¿Qué vamos a hacer en el camino que nos queda de Cuaresma? Escuchemos al Hijo amado del Padre.

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