sábado, 20 de enero de 2024

Los familiares de Jesús querían llevárselo, nos dice hoy el evangelio, porque no estaba en sus cabales, nos recuerda muchas cosas

 


Los familiares de Jesús querían llevárselo, nos dice hoy el evangelio, porque no estaba en sus cabales, nos recuerda muchas cosas

2Samuel 1, 1-27; Sal 79; Marcos 3, 20-21

‘Se le fue el baifo’, es una expresión canaria que los que no son de nuestra tierra no lo entenderán, pero que me ha venido de forma espontánea a la mente al escuchar el texto que nos ofrece hoy el evangelio. El baifo en nuestra tierra es la cría de la cabra, un cabrito, que como todo cachorro de animal es juguetón, le gusta saltar y correr y algunas veces hasta se pierde de la manada. Aquí en Canarias empleamos esa expresión para referirnos a alguien que no anda bien de su cabeza, no está en sus cabales, como se suele decir también.

Es lo que en esos pocos versículos del Evangelio de hoy se nos dice. Querían retener a Jesús sus familiares, por el jaleo tan tremendo que se había formado a su alrededor, que ni lo dejaban comer – en otro momento será Jesús el que se quiera ir con sus discípulos más cercanos a un lugar apartado para descansar porque eran tantos los que iban y venían que no les daban tiempo ni para comer. Ahora son los familiares de Jesús los que se lo quieren llevar.

¿Cuáles eran los comentarios que se iban formando en torno a Jesús? Ya los evangelistas nos van diciendo como hay gente entusiasmada por seguirle, por sus escuchar sus palabras, por beneficiarse de sus milagros y por eso le traen toda clase de enfermos con las más diversas dolencias, pero mientras va surgiendo una oposición, un descontento por parte de muchos a los que escandalizan las palabras y los gestos que Jesús va realizando. No se atreven a actuar, nos dirán en otros momentos los evangelistas, porque son muchos los que le siguen y se crearía una revuelta, pero andan buscando la ocasión.

Si nos ponemos con una cierta distancia ante las palabras y los gestos de Jesús es cierto que son provocadores, que desconciertan a muchos; algo nuevo está ofreciendo que obligaría a un cambio, a una toma de posturas distintas; para muchos anclados en sus costumbres y sus rutinas, que son los que nunca quieren cambiar, aquella manera de actuar de Jesús en cierto modo es revolucionaria. Ya veremos que más tarde incluso en el Sanedrín temen que el Procurador pueda tomar unas decisiones drásticas y será por eso por lo que acuerdan quitar de en medio a Jesús.

Ahora, repito, son los familiares los que no terminan de entender las palabras y la manera de actuar de Jesús. Pero eso sucedió entonces y sigue sucediendo hoy. Quien escucha por primera vez que hay que amar a los enemigos, que para ganar la vida hay que perderla, que no se puede servir a Dios y al dinero porque a uno u a otro se amará o se odiará, serán cosas que  no entienda, porque siempre han actuado de otra manera.

Quien escuche que hay que perdonar hasta siete veces siete para entender que eso significa que hay que perdonar siempre, cuando lo que buscamos en la revancha, la justicia por nuestra mano o el condenar de la forma que sea a quien me haya herido o molestado, le costará comprender las palabras de Jesús.

Quien escuche que tenemos que ser capaces de lavarles los pies a los otros, aunque sepamos que entre ellos esté alguien que me haya traicionado, dirá que eso es cosa de locos, que eso es imposible.

Quien contempla la radicalidad que plantea Jesús en lo que a su amor toca, de manera que nos diga que quien ame a su padre o a su madre, a su hijo o a su hija, más que a Él no es digno de ser discípulo suyo, terminará seguramente pensando igual que aquellos familiares que se lo querían llevar porque no estaba en sus cabales.

Seamos sinceros. ¿No será acaso lo que hemos pensado en alguna ocasión cuando escuchamos una predicación valiente de un sacerdote, o del mismo Papa, que nos plantea las cosas de forma radical siguiendo a fondo el espíritu del Evangelio? Muchos testimonios en este sentido podríamos aportar. Muchas cosas siguen sucediendo así en nuestro mundo de hoy.

¿No ha habido recientemente en alguna nación que han expulsado, desterrado a sacerdotes, a misioneros, incluso a Obispos, por su palabra valiente va en contra de los intereses de sus gobernantes? Son noticias de estos mismos días. Y en nuestro entorno bien sabemos las interferencias mediáticas que hay en contra de la Iglesia para tratar de manchar su imagen porque su presencia es denuncia de situaciones graves que padecemos en nuestra sociedad.

Los familiares de Jesús querían llevárselo, nos dice hoy el evangelio, porque no estaba en sus cabales. Nos recuerda muchas cosas.

 

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