miércoles, 17 de enero de 2024

Los caminos nuevos del evangelio nos llevan a una mayor plenitud poniendo sensibilidad en nuestros corazones para la gloria de Dios

 


Los caminos nuevos del evangelio nos llevan a una mayor plenitud poniendo sensibilidad en nuestros corazones para la gloria de Dios

1Samuel 17, 32-51; Sal 143; Marcos 3, 1-6

Nos acostumbramos a todo y entramos en decadencia y en rutina. Ni sentimos admiración por lo bueno o por lo bello, a todo lo damos la misma importancia y valor, nos falta esa chispa, vamos a decirlo asó, en los ojos del alma para descubrir lo que sea nuevo, para captar donde hay un rasgo de belleza, donde nos pueda llamar la atención lo que es distinto y nunca habíamos visto – yo diría entramos en una rutina del espíritu que nos impide ver lo bello – pero es que nos acostumbramos también a lo que no es tan bueno, nos insensibilizamos ante el sufrimiento, ni sufrimos por nosotros mismos, porque más bien nos amargamos, ni captamos el sufrimiento de los demás ante el que algo tendríamos que hacer.

Es triste la insensibilidad en la que podemos caer y de la que podemos contagiarnos. Cuando estamos al lado de personas insensibles así, hay el peligro que se nos produzca un bloqueo también nosotros mismos, quizás en principio nos pueda extrañar esa insensibilidad en los otros, pero podemos terminar contagiándonos nosotros. Quizás intentamos con entusiasmo mostrar lo que nosotros contemplamos y admiramos, pero al encontrarnos con esa pasividad, tan habitual a veces en el mundo que nos rodea, nos podemos sentir también nosotros como bloqueados y paralizados y ya no sabemos qué decir o cómo actuar.

¿Por qué llegamos a situaciones así? ¿Por qué terminamos en esa insensibilidad? ¿Por qué nos importa tan poco el sufrimiento de los que están a nuestro lado? Hemos convertido la vida en una rutina, en unos cumplimientos, en un hacer las cosas porque sí, porque están mandadas, pero sin buscar algo más profundo en lo que hacemos, un por qué, un lado de humanidad o una motivación de amor desde lo más hondo de nosotros mismos. ¿Qué necesitamos para despertar?

Es lo que Jesús quiere realizar en nosotros, es la Buena Nueva que Jesús nos anuncia, que las cosas pueden ser distintas, que tenemos que saber darle sentido profundo a la vida, que nos tenemos que llenar de mas humanidad. Dios no nos pide cumplimientos por cumplimientos; Dios quiere autenticidad en nuestra vida y eso significa más humanidad, más mirar al que está a nuestro lado, más sentir lo que vive el  otro también en nuestra propia carne.

‘¿Qué está permitido hacer en sábado?’, se pregunta Jesús ante la situación en que se encuentra. Allí delante hay un hombre que sufre, que tiene una limitación, que se le puede liberar de esa limitación, pero es sábado y parece que el sábado no se puede curar a un hombre, que hay que dejarlo en su sufrimiento para cumplir una norma de descanso sabático cuya finalidad era la gloria del Señor. Pero ¿cómo tenemos que darle gloria al Señor? ¿No será liberando al hombre de su sufrimiento como en verdad le estaremos dando gloria al Señor? La gloria de Dios es la felicidad del hombre, porque Dios nos ha creado para que nos realicemos en plenitud y podamos entonces ser felices.

Son los caminos nuevos que nos ofrece el evangelio. Es lo que nos llevará a una mayor plenitud de nuestra vida poniendo sensibilidad en nuestro corazón. ¿No es el mandamiento del amor el principal mandamiento que nos va a dejar Jesús?

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