martes, 16 de enero de 2024

Encontremos el verdadero sentido de nuestro vivir, descubramos la sabiduría para saber hacer, saber encontrar y saber saborear la vida en toda su dignidad

 


Encontremos el verdadero sentido de nuestro vivir, descubramos la sabiduría para saber hacer, saber encontrar y saber saborear la vida en toda su dignidad

1Samuel 16, 1-13; Sal 88; Marcos 2, 23-28

Unos raíles, es cierto, que nos valen para que el ferrocarril no se salga de su camino, de la vía y pueda llegar a término; pero está constreñido a ese corto espacio que medio entre los raíles y de ahí se puede salir; un camino abierto en el campo es más amplio, y te permitirá moverte con mayor libertad mientras cuides no salirte de sus límites para evitar la caída por los precipicios.

Son imágenes, es cierto, que nos valen y nos ayudan en cierto modo para entender el camino de la vida que tenemos que hacer, pero la vida es algo más que un camino constreñido por unos límites, porque vivir es también la libertad, donde nos hacemos el camino, aunque tenemos que saber donde están los peligros que nos pueden dañar; serán quizás unas señales que nos ayuden a encontrar la dirección dentro de esa libertad de movimientos que es el vivir, y que nos harán evitar también los peligros, pero dependiendo de nosotros mismos que tomemos las decisiones más acertadas para no perder el rumbo de ese camino. Porque ya lo importante somos nosotros con nuestras decisiones, con nuestra libertad, con nuestra inteligencia que nos ayude a discernir lo que es bueno, lo que me va a ayudar a vivir la vida en la mayor plenitud.

¿Necesitaremos cauces que encarrilen la vida? ¿Necesitaremos señales que incluso puedan poner límites? Pero necesitamos fundamentalmente el discernimiento de la persona que busca y que elige, que se enamora de lo bello y de lo bueno y sin confundirse escogerá siempre lo mejor. Es la grandeza de la persona, es su valor, es su propia dignidad, descubriendo, repito sin confundirnos, esa semilla de belleza y de verdad que llevamos en el corazón. Es la sabiduría de la vida.

Sí, tener esa sabiduría para saber vivir. No podemos vernos restringidos solamente por unas normas que se nos imponen, no siendo capaces de aprender a vivir en libertad. Pero si tenemos que saber escuchar aquello que nos enseña cual es el camino para saber actuar por nosotros mismos, aunque eso se nos haga difícil en ocasiones. Cuando la vida la convertimos en el cumplimiento ciego de unas normas terminando no siendo nosotros mismos los que actuamos y nuestro único merito sería, si es que lo podemos llamar mérito, para cumplir ciegamente eso que parece que nos viene como una imposición.

Tenemos, pues, que entender bien el sentido de unos mandamientos para poder saber actuar con sabiduría en todo momento encontrando esa ayuda que nos señala cauces, pero que al mismo tiempo nos deja actuar con libertad, que es un don que Dios también ha puesto en el corazón del hombre.

Es lo que nos está proponiendo Jesús en el evangelio. Parece como si fuera solamente una lucha rebelde contra todo lo que fuera la imposición de las miles de normas con que habían llenado sus vidas los israelitas, y el actuar con conciencia de libertad, pero también como con una ofrenda de amor que hacemos con nuestra vida para encontrar ese camino que nos conduzca a mayor plenitud como personas.

Hoy se nos habla en el evangelio de unos preceptos que habían ido acrecentándose alrededor de los mandamientos del Señor y que venían a constreñir la vida de los creyentes de manera incluso que no llegaban a encontrarle un sabor agradable a la vida. Es un detalle que pudiera parecer insignificante, pero que expresa ese cinturón que de alguna manera envolvía a la persona impidiéndole incluso llegar a ser ella misma. No podían coger ni unos granos de trigo mientras caminaban un sábado por medio de los sembrados porque unas normas que se habían impuesto se lo impedían porque así podría parecer que eran infieles a Dios. Y Jesús les dice que no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. Es necesario, sí, el descanso, pero es necesario cuidar todo lo que signifique la dignidad de la persona.

Vivamos y vivamos con dignidad, disfrutemos del vivir pero sin dañar nunca la dignidad de la persona; encontremos el verdadero sentido de nuestro vivir, descubramos la sabiduría para saber hacer, saber encontrar y saber saborear la vida en toda su dignidad. Y claro nos miramos a nosotros, pero miramos y cuidamos también la dignidad de los que nos rodean.

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