miércoles, 3 de enero de 2024

El Niño al que llamamos Jesús y que contemplamos y celebramos nacido en Belén es el Hijo de Dios, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y nos inunda con su Espíritu

 


El Niño al que llamamos Jesús y que contemplamos y celebramos nacido en Belén es el Hijo de Dios, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y  nos inunda con su Espíritu

1Juan 2, 29 – 3, 6; Sal 97; Juan 1, 29-34

‘Yo lo he visto, y he dado testimonio, soy testigo, lo que he visto y casi he palpado no lo puedo callar, diré siempre la verdad…’ Pueden parecer las palabras de cualquiera de nuestro entorno, que es recto y empieza por ser leal consigo mismo, que ha contemplado cualquier hecho o cualquier acontecimiento, un suceso que ha acaecido y que ha podido implicar a tantos, pero del que quizás muchos dan testimonios no tan convergentes, pero que quiere proclamar la verdad, dar testimonio de la verdad, de lo que él ha visto.

Lo que estamos diciendo nos sugiere multitud de acontecimientos, de hechos, de testimonios, que escuchamos todos los días, que damos nosotros mismos cuando en verdad queremos actuar con rectitud. Pero en lo dicho anteriormente solamente estoy refiriéndome a lo que es el evangelio en el que creemos, del que incluso estamos tomando palabras textuales, de lo que nos está hablando el evangelio de hoy.

Es el testimonio de Juan Bautista, pero es el testimonio que nos ofrece con lo escrito Juan el evangelista, aquel que estuvo tan cerca de Jesús, que se sentía amado de manera especial por Jesús, al que el resto de los discípulos llamará incluso el discípulo amado.

Por eso esa afirmación final que no parece como salida de los labios de Juan Bautista y que parecen ser mejor lo que Juan el Evangelista nos quiere reflejar con su evangelio. Si hoy casi al final de su primer capítulo nos hace esta afirmación ‘y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios’ parece que en labios del Bautista, es lo que nos dirá al final de su evangelio que se ha escrito para que todos crean que Jesús es el Hijo de Dios.

Esta es la afirmación rotunda que se convierte en evangelio para nosotros, que es buena noticia para nosotros. Pero esta breve página del evangelio contiene otras afirmaciones rotundamente hermosas. Comienza señalando Juan el Bautista a Jesús como ‘el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’. La imagen de san Juan bautista ya normalmente se nos representará con el Cordero de Dios en su mano o a sus pies, como recordarnos esta afirmación tan importante. Es el Cordero inmolado, que nos habían anunciado los profetas que sería llevado al matadero sin proferir balido alguno. Son las palabras que recoge repetidamente la liturgia para que así invoquemos a Jesús y que tenga piedad de nosotros. ‘Tú que quitas el pecado del mundo… tú que estás sentado a la derecha del Padre… ten piedad de nosotros… danos la paz…’

Pero también recordando estas palabras del Bautista así se nos presenta a Jesús a quien tenemos la dicha de comer para que tengamos vida eterna. Se hace comida y alimento por nosotros y nos invita a que con alegría participes de su banquete que es como antesala del cielo. ‘Dichosos los invitados a esta cena’. ¿O acaso seremos como aquellos invitados que rehusaron ir al banquete de bodas al que habían sido invitados? Nos lo tenemos que pensar, cual es la actitud con que nosotros venimos a la Eucaristía.

Pero todavía quiere decirnos algo más de Jesús. ‘He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él’. Reconoce que no lo conocía. ¿Se habrían encontrado, a pesar de ser primos, alguna vez que cuando ambos estaban en el seno de sus respectivas madres, y Juan saltó de alegría con la presencia de Jesús en el seno de María? Ahora lo señala como aquel sobre el que ha visto posarse sobre El al Espíritu Santo. Está haciéndonos referencia a la teofanía del momento del Bautismo de Jesús. Ahora nos anuncia Juan un nuevo bautismo; él ha bautizado con agua ‘para que sea manifestado a Israel’ Era el preparar los caminos del Señor, que era la misión del Bautista, el Precursor de los caminos del Señor. Pero ahora habrá un nuevo Bautismo, en el Espíritu. ‘Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo’. Es lo que nos está señalando Juan acerca de Jesús.

Una página del evangelio de profundo sentido teológico; una página que nos ayuda a conocer a Jesús; una página que nos está señalando que aquel Niño que hemos visto nacer en Belén, como en estos días celebramos, es mucho más, es el Hijo de Dios, es el Cordero de Dios que nos quita el pecado – para eso se ha inmolado como Cordero en la Cruz, y es el que nos va a llenar del Espíritu Santo para inundarnos de una vida nueva. Hoy es el día del santo Nombre de Jesús, por quien invocándolo obtenemos la salvación.

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