miércoles, 10 de enero de 2024

Caminos nuevos que se abren ante nosotros para la tarea de la evangelización porque hay otras partes a donde también tenemos que ir

 


Caminos nuevos que se abren ante nosotros para la tarea de la evangelización porque hay otras partes a donde también tenemos que ir

1 Samuel 3, 1-10. 19-20; Sal 39; Marcos 1, 29-39

¿Sabremos estar atentos nosotros ante lo que sucede a nuestro alrededor? Reconocemos que muchas veces vamos tan enfrascados en nuestros intereses, en nuestras preocupaciones, en los problemas que nos van apareciendo, o quizás muy entretenidos en esos buenos momentos que también la vida nos depara que no somos capaces de mirar en nuestro entorno. Ya sean las sombras que nos envuelven, o ya sean los momentos de luz que también nos aparecen no pensamos sino en nosotros mismos. Hemos de aprender a mirar con otra mirada nuestro entorno, para levantar los ojos de aquello que más brilla en nosotros o que más nos llama la atención por lo que nos pueda afectar. No podemos caminar solos en la vida y aislados de todo y de todos.

Jesús ha comenzado a predicar ahora en Cafarnaún, como lo irá haciendo también por las aldeas y los pueblos de Galilea; ha de hacer el anuncio del Reino de Dios; hay una palabra de vida que proclamar, pero que no se puede quedar solo en palabras sino que tiene que saber expresar como una realidad que se impone en la vida a través de una serie de señales que hagan creíble su mensaje. Es lo que le vemos hacer.

Ha salido de la sinagoga donde ha proclamado esa Buena Noticia con sus palabras pero también con sus gestos y signos, como la curación de aquel endemoniado, y cuando parece que pueda llegar la hora del descanso se encontrará en casa de Simón a donde le llevan con que su suegra está en cama con fiebres. ¿No ha venido a señalar que comienza un mundo nuevo donde el mal será vencido? Ahora es la oportunidad de dar señales de ello, por eso levanta de la mano a la suegra de Simón que se ve curada de su enfermedad y se pondrá a servirles.

Es significativo y tiene que recordarnos algo. La gracia del Señor que nos libera del mal, que nos cura y que nos sana, va a poner actitudes nuevas en nuestro corazón. Seguir en la pasividad de solo pensar en nosotros significaría que no se están realizando las señales del Reino de Dios. Nuestra vida no puede estar nunca envuelta por la pasividad sino que ha de resplandecer por el servicio. ¿Venimos por ejemplo a la Iglesia, recibimos la gracia de los sacramentos, y seguimos con actitudes y posturas de insolidaridad? Serían señales de una incongruencia grande.

Pero la acción se Jesús no se ve constreñida por unos limites. Su campo será siempre un campo abierto y con una amplitud universal. Nos narra el evangelista que de madrugada se fue Jesús al descampado a orar. Allí lo encuentran los discípulos más cercanos que vienen en su búsqueda. ¿Qué haces aquí? Todo el mundo te busca, vienen a decirle aquellos primeros discípulos. Parece que no comprendan el significado de lo que Jesús está haciendo. Es como si todo a partir de ahora se redujera a una mecánica de curaciones, porque hay que tener contentas a la gente. ¿Van por caminos del activismo?

Nos sucede muchas veces o lo pensamos y hasta lo manifestamos, cuando no comprendemos esos momentos de silencio y de oración que hemos de saber tener en la vida; es la reacción de tantos que no comprenden lo que es la vida contemplativa de unos religiosos o religiosas que o bien dedican plenamente su vida a la oración y contemplación – monjes y monjas de clausura -, o no comprenden que en medio de tantas tareas que tengamos que realizar sepamos hacer paradas para el silencio, para la reflexión, para la oración, como si eso fuera tiempo perdido. Y es que tenemos que pensar ¿dónde está el motor de nuestra actividad y de nuestra vida? Es lo que Jesús está haciendo cuando le encuentran los discípulos en aquel amanecer.

Pero como decíamos la acción de Jesús no se ve constreñida con unos límites que sean más o menos cercanos. ‘Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido’. Una simple pregunta que nos haga plantearnos la amplitud de la tarea de evangelización que hemos de realizar, ¿cuáles son esos otros sitios, esa otra parte, a donde además tendríamos que ir a hacer el anuncio y el testimonio del evangelio? Seguro que también tenemos un campo muy amplio delante de nosotros.

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