viernes, 8 de diciembre de 2023

La fiesta de la Inmaculada, una invitación a que lancemos un grito de esperanza en la búsqueda de la paz que hoy necesita nuestro mundo

 


La fiesta de la Inmaculada, una invitación a que lancemos un grito de esperanza en la búsqueda de la paz que hoy necesita nuestro mundo

Génesis 3, 9-15. 20; Sal 97; Efesios 1, 3-6. 11-12; Lucas 1, 26-38

Apenas iniciado el camino del Adviento nos aparece la figura de María en esta hermosa fiesta tan entrañable para todos de la Inmaculada Concepción de María. Viene como a condensar todo el camino que vamos haciendo acompañados de los profetas y de Juan Bautista, donde María nos aparecerá también en el momento oportuno en la cercanía de la Navidad. Pero hoy nos aparece esta fiesta que es una fuerte invitación a que lancemos el grito de la esperanza porque tenemos la certeza de la victoria de la vida del amor sobre la muerte.

Bien necesitamos ese aliento para el camino que en Maria encontramos. A veces nos encontramos desalentados cuando nos sentimos envueltos en tantas negruras de muerte y de violencia, de enfrentamientos sin sentido ni razón, de insensibilidad y de inferencia que nos hace insolidarios y egoístas porque solo nos miramos a nosotros mismos y no sabemos abrir el corazón a lo que en verdad nos pueda elevar y trascender. Pero es posible un mundo nuevo y distinto; no van a ser los orgullos y las ambiciones los que nos dominen y sigan esclavizando, porque con Maria aprendemos a abrir nuestra vida para que se llene de Dios cuando sabemos abrir el corazón con mirada nueva a los que nos rodean.

Es el aliento que de Maria recibimos haciendo renacer las esperanzas en nuestro corazón. El orgullo de querer ser como Dios destruyó el plan de Dios que quería una humanidad para la dicha y la felicidad; por algo en la imagen de la Biblia aparece el hombre colocado en un jardín que tenía que ser las delicias para la humanidad, pero cuando nos endiosamos nos destruimos a nosotros mismos y causamos destrucción a nuestro alrededor. Qué pronto comenzó la desconfianza en el corazón del hombre cuando se dejó seducir por el pecado; se escondieron porque se dieron cuenta de que estaban desnudos, nos dice el autor sagrado. Y pronto comenzarán las culpabilizaciones, como siempre hacemos en la vida, cuando no queremos reconocer nuestros errores y siempre se los queremos aplicar a los demás. Fue el querer pasarse la pelota entre Adán y Eva, finalmente terminando en la serpiente del maligno.

Es la historia de las negruras de nuestra vida, pero hoy contemplamos a quien no se esconde aunque sienta la humildad de su pequeñez sino que se siente sorprendida con el misterio de Dios que el ángel le está comunicando. Le cuesta entender el misterio – se puso a rumiar y considerar lo que significaban aquellas palabras – pero está pronta, aunque se siente pequeña, para ponerse a disposición del plan de Dios. ‘Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra’.

Una nueva aurora se despliega para la humanidad. Será posible la victoria del amor y de la vida. María nos está abriendo el camino. El velo de sombras se va a descorrer porque algo nuevo va a comenzar. Dios está con nosotros, va a ser para siempre el Emmanuel y el sí de aquella doncella de Nazaret hizo posible el nacimiento de una nueva humanidad, porque Dios sigue creyendo en el  hombre, sigue contando con el  hombre y por eso El mismo se hace hombre. ‘Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros’.

Es cierto que es el Misterio de la Navidad para el que nos estamos preparando y que pronto vamos a celebrar. Hoy con María Inmaculada estamos ya pregustando los gozos de esa fiesta, porque ha renacido la esperanza en nuestros corazones. Es el grito de la esperanza que con María en esta fiesta en que la contemplamos toda pura, sin pecado concebida en virtud de los méritos del que iba a nacer de sus entrañas nosotros queremos proclamar. Es posible ese mundo nuevo en que ya nunca nos escondamos con nuestras malicias y nuestras desconfianzas, en que ya para siempre seamos capaces de tendernos la mano para caminar junto, en que nuestras palabras no serán ya más para el enfrentamiento acalorado culpando siempre a los demás de nuestros males y por eso queramos destruirlos, sino que va a nacer un reino nuevo de amor, de justicia y de paz.

Para nosotros es un compromiso y muy serio. Porque celebrar esta fiesta de María no es para quedarnos estáticos y cada uno en su rincón, sino que es y tiene que ser un ponernos en camino. Como lo hizo María, pronto la veremos en camino para buscar un lugar donde ir a servir, donde llegar la alegría de Dios que desbordará incluso de la casa de Zacarías e Isabel porque se trasportará por todas las montañas de Judea como un adelanto de los cánticos y de gloria y de paz que meses mas tarde harán resonar los ángeles por los campos de Belén anunciando el nacimiento del Salvador.

¿Será lo que nosotros también tenemos que hacer ya desde este día y desde esta fiesta de la Inmaculada? ¿Cuáles van a ser los verdaderos cánticos de paz que tienen que resonar en la noche de la navidad? ¿Veremos pronto la paz en aquellos lugares de conflicto y de guerra o seguirá sin poderse celebrar la noche de Navidad en Belén como algunos anuncian que sucederá en este año? ¿No podremos cambiar nosotros esos anuncios porque allí donde estemos construyamos más comprometidamente la paz?

Creo que María Inmaculada a eso nos está invitando. Ojalá podamos cantar ese cántico nuevo porque sentimos que el Señor sigue haciendo maravillas.

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