lunes, 21 de agosto de 2023

No son cosas que adosamos como un adorno ni las banalidades de los oropeles que nos dejan un vacío mayor, es la búsqueda de auténticos valores para sendas de plenitud

 


No son cosas que adosamos como un adorno ni las banalidades de los oropeles que nos dejan un vacío mayor, es la búsqueda de auténticos valores para sendas de plenitud

Jueces 2,11-19; Sal 105; Mateo 19,16-22

¿Qué es lo que tengo que hacer? Una pregunta muy socorrida, una pregunta muy repetida, una pregunta que nosotros mismos nos habremos hecho en alguna ocasión o más de una vez.

Es lo que se pregunta el que tiene que hacer un trabajo y no tiene claro lo que tiene que hacer; es lo que se pregunta el que quiere obtener un trabajo y se pregunta a quien tiene que acudir, qué trámites tiene que realizar, qué pasos tiene que dar; es la pregunta que nos hacemos y que de alguna manera tiene relación con el futuro de nuestra vida; es la pregunta que le hace el niño o el joven a su padre aunque sea de una forma indirecta para ver cómo llegar a ser como su padre que es el ideal de su vida; es la pregunta fundamental que nos hacemos cuando nos planteamos la vida, cuando nos planteamos una vocación, cuando nos planteamos un futuro vital para nosotros mismos donde en el fondo estamos preguntando por algo más que por cosas. Es la pregunta que le hacemos a aquella persona de nuestra confianza y que va a ser el consejero de nuestra vida.

Es importante hacerse preguntas así; son las preguntas que nos llevaran por el camino de algo mejor, de algo que nos supera y nos hace superarnos a nosotros mismos, que nos hacen descubrir toda la riqueza de la vida; son las preguntas sobre el sentido de la vida, son las preguntas de las opciones fundamentales de nuestra existencia.

Hay algo importante para responder, que nos da la pauta de nuestra existencia, que nos señala metas pero también nos hace vislumbrar el camino, que nos hace entrar por una senda de rectitud y de búsqueda de la verdad de la existencia, por la búsqueda del sentido de la vida. Son cosas que nos tienen que hacer pensar, que van a dar profundidad a nuestra existencia, donde entonces no nos podemos quedar en la superficialidad de cosas que adosamos casi como pegostes a nuestra vida, pero que son tan débiles e inútiles que un día desaparecerán. Es cierto que tenemos la tentación de lo fácil y de lo menos costoso, pero en la respuesta se nos va a trazar una senda de superación que nos exige esfuerzo, lucha interior, pero lucha también en lo externo para desterrar vanidades y cosas superficiales, y esto muchas veces no es fácil, tiene su costo.

Jesús se ha sentido sorprendido en la petición de aquel joven y está viendo en él posibilidades de cosas grandes, de una grandeza de espíritu que podría alcanzar. Se regocija Jesús en aquel muchacho. Y simplemente le dice que cumpla los mandamientos.  Ahí tiene la pauta y la senda, donde no van a ser cosas sino actitudes nuevas las que tienen que surgir el corazón del hombre.

Pero aquello muchacho en un paso más dice que eso lo ha cumplido desde su niñez. El gozo en el espíritu de Jesús se va acrecentando. Hay un paso más que puede dar, desprenderse de cuanto tiene para que ese no sea el apoyo de su vida y compartirlo todo con los pobres. De ahí aquel joven ya no pudo pasar. Era rico, en muchas cosas había puesto todo el apoyo de su vida; ahora pensaba que con dar alguna de esas cosas era suficiente, como una compraventa. Pero ese no es el camino de Jesús que va por la vía del desprendimiento. ‘Vende lo que tienes y dalo a los pobres’, le dice Jesús. Ya fue un paso imposible para él; era muy rico, dice el evangelista.

¿Queremos comprar cosas que pongamos como adornos en la vida sin llegar a comprometernos más? Por otro lado van los derroteros del evangelio. No siempre es fácil dar el paso adelante, porque tenemos muchas cosas enredadas en nuestros pies, en nuestro corazón. Tenemos que quitar redes, tenemos que quitar pesos muertos, tenemos que arrojar lejos de nosotros tantas banalidades que nos dejan en la superficie sin enterrar bien nuestras raíces allí donde pueda nacer esa planta nueva, tenemos que dejar a un lado lo que de verdad nos lleva una plenitud en la vida.

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