jueves, 31 de agosto de 2023

Hoy jesús en el evangelio nos está diciendo que nos preparemos y andemos vigilantes, no nos podemos quedar, pues, en una pasividad de la vida, sino en poner actitudes nuevas y positivas


  

Hoy Jesús en el evangelio nos está diciendo que nos preparemos y andemos vigilantes, no nos podemos quedar, pues, en una pasividad de la vida, sino en poner actitudes nuevas y positivas

1 Tesalonicenses 3, 7-13; Sal 89; Mateo 24, 42-51

'La próxima semana hay examen', le dice el profesor a sus alumnos, 'prepárense', y allá veremos a los alumnos preocupados quizás por lo inesperado del anuncio pero poniendo todo su empeño y esfuerzo para preparar debidamente el examen. Prepararse significa un repaso más exhaustivo de lo estudiado, significa dedicar más tiempo para el estudio renunciando, aunque fuera de momento, a otras actividades, organizar su tiempo, sus ocupaciones, sus horarios; no pueden quedarse quietos, no significa quedarse pasivamente que llegue la hora del examen para ver cuales son las preguntas que se van a plantear, sino estudiar todas las posibilidades para poder dar respuesta adecuadamente.

Así podríamos o tendríamos que pensarlo de muchas situaciones a las que nos enfrentamos en la vida; así tendríamos que pensarlo de la vida misma que vamos viviendo cada día y que muchas veces no sabemos darle la intensidad adecuada. Es lo que vamos haciendo en años de formación, de estudio, de aprendizaje y de prácticas que vamos realizando y nos irá conduciendo a una madurez en la vida, a vivirla mejor y aprovechar también todas las oportunidades que se nos van ofreciendo.

Hoy Jesús en el evangelio nos está diciendo también que nos preparemos, que andemos vigilantes. Y nos habla de la vigilancia que ha de tener el dueño de cada para que nadie, por ejemplo, le entre a robar en ella, o para que ninguna situación adversa lo encuentre desprevenido y se puedan producir daños en sus posesiones. Y nos habla del servidor, del que está encargado de los servicios de la cada y tendrá que estar atento para abrir la puerta cuando llamen a ella, o cuando llegue su amo, y que tendrá que saber organizar todo el servicio para todas las cosas estén a punto en el momento oportuno.

Nos propone Jesús diversos ejemplos de situaciones de la vida como modelo de esta vigilancia interior que cada uno ha de vivir en su propia vida. No podemos vivir la vida a la ligera; no podemos vivir la vida a lo loco; hemos de saber mostrarnos responsables de lo que somos, de lo que tenemos, de todo lo que es la vida que tenemos en nuestras manos. Es amplio el espectro en el que tendríamos que fijarnos. No es solo la materialidad de las cosas que podamos poseer, sino es todo lo que conforma nuestra vida desde lo más profundo de nosotros mismos. Aquí tendriamos que mirar nuestra interioridad, ahí tendríamos que mirar a nuestra conciencia, a nuestros valores, a los principios que rigen nuestra vida, a todo aquello que da sentido a nuestra existencia.

Quizás andamos preocupados por los bienes o las cosas materiales que podamos poseer y estamos muy atentos a no perderlas, pero fácilmente nos olvidamos de nuestro espíritu y no nos preocupamos tanto de fortalecer una espiritualidad que nos eleve, que nos haga encontrar nuestra grandeza, que le dé verdadero sentido a nuestra vida, que nos conduzca a una verdadera plenitud.

¿Nos preocupamos de nuestra vida espiritual? ¿Nos preocupamos de creer interiormente? ¿Nos preocupamos de ir superándonos más y más en el día a día de nuestra vida para corregir errores, para enderezar caminos equivocados, para arrancar malas costumbres de nuestras vidas que se van arraigando poco a poco en nosotros y nos crean vicios y dependencias? ¿Sabremos hacer crecer más y más el amor en nuestra vida manifestando en nuestros gestos y en nuestras palabras, en los detalles de delicadeza que tengamos con los demás o en esa generosidad de nuestro compartir?

Hoy nos decía san Pablo en la carta a los Tesalonicenses que hiciéramos creer más y más nuestro amor hasta rebosar para inundar y para empapar cuanto nos rodea.

'En cuanto a vosotros, que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos'.

¿Será así el crecimiento de nuestro amor? ¿Será así como respondemos a esa invitación que nos está haciendo Jesús para que estemos preparados?


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