lunes, 22 de mayo de 2023

Las palabras de Jesús no son para el desaliento, son para inspirar confianza, para ayudarnos a mantener la paz, a asegurarnos la victoria final

 


Las palabras de Jesús no son para el desaliento, son para inspirar confianza, para ayudarnos a mantener la paz, a asegurarnos la victoria final

Hechos 19, 1-8; Sal 67; Juan 16, 29-33

Nos sucede muchas veces y en las más variadas situaciones; no quiero con lo que voy a decir echar un jarro de agua fría sobre nuestros entusiasmos, pero detrás de la euforia de un entusiasmo puede venir pronto el enfriamiento de aquel primer entusiasmo y termine todo, como se suele decir, como el rosario de la aurora, nos perdemos, nos dispersamos, abandonamos porque nos sentimos hundidos, cansados, defraudados. Muchas amistades que comenzaron con mucho entusiasmo, prometiéndonos amistades eternas, pronto pueden comenzar los distanciamientos, la incomprensión,  la perdida de aquel primer fervor. Muchas cosas que iniciamos con muchas ganas pensando que ya tenemos la solución para todo y tenemos el mundo ganado, pronto vemos que la realidad no es tal, que las dificultades parece que crecen cada día, y podemos tener el peligro de abandonar pronto.

No es solo ese fervor inicial el que va a ayudarnos a mantenernos firmes y fieles, se necesita algo más, una convicción más profunda, una reflexión más hondo sobre la realidad, un estudio más detallado de lo que vamos a hacer con sus pro y sus contra, siendo conscientes de las dificultades que vamos a encontrar, como de la riqueza que vamos a encontrar y por la que merece la pena toda clase de sacrificios. La perseverancia es un valor necesario a tener en cuenta, como el tener muy claro a lo que nos vamos a enfrentar. Necesitamos, de alguna manera, prepararnos.

Esas cosas nos pasan también en el ámbito de la fe, de nuestra vida y prácticas religiosas, como de todo lo que es y significa nuestra vida cristiana. Es para lo que Jesús está preparando a los discípulos en aquel, llamémoslo así, discurso de la ultima cena. Son los acontecimientos que ya de inmediato se van a suceder a partir de la traición de Judas y del prendimiento en el huerto, pero la Palabra de Jesús sigue siendo viva y sigue resonando en nuestro corazón a lo largo de la historia y de todos los tiempos.

Y de ello Jesús les está hablando ahora claramente. Van a dispersarse, a huir y a dejarlo solo. Será lo que suceda en el huerto aquella noche. Van a aparecer los miedos y las cobardías cuando antes habían prometido tantas fidelidades y defensas, y unos se refugiaron en el cenáculo con las puertas bien cerradas, y quien se siente más valiente y se atreve a llegar al patio del sumo pontífice para ver en qué va a acabar aquello, terminará negándole ante las preguntas de unos criados porque lo delata su acento y alguien ha llegado a verlo en el huerto cuando incluso a pretendido defender a Jesús con una espada.

‘Pues mirad, les dice Jesús, está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre’. A Pedro que tanto porfía por estar al lado de Jesús, le dirá que antes que el gallo cante dos veces, le habrá negado tres.

Pero las palabras de Jesús no son para el desaliento, no son una regañina o un echar en cara. Jesús quiere algo distinto. ‘Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo’. Son palabras de aliento, son palabras para inspirar confianza, son palabras que ayudan a mantener la paz en el corazón.

Vendrán las flaquezas y las debilidades, pero no habrán de perder la paz. Serán fuertes las luchas, pero no nos tiene que faltar valor porque con Cristo la victoria está asegurada. Su muerte no será una derrota ni un fracaso, será un camino de vida porque será siempre un camino de amor. Y a Jesús le podremos contemplar vivo y resucitado. Es la victoria de Cristo que nos asegura también nuestra victoria.

El eco de las palabras de Jesús sigue llegando hoy a nuestros corazones, que también muchas veces se pueden ver turbados en medio de nuestras luchas. Tenemos abierto ante nosotros un camino de esperanza. No perdamos el entusiasmo, perseveremos, porque el que persevere hasta el final vencerá, alcanzará también la victoria.

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