jueves, 30 de marzo de 2023

Pongamos nuestra fe en Jesús, creamos en su palabra y nos llenaremos de vida, sabremos lo que no es morir para siempre

 


Pongamos nuestra fe en Jesús, creamos en su palabra y nos llenaremos de vida, sabremos lo que no es morir para siempre

Génesis 17, 3-9; Sal 104; Juan 8, 51-59

Nadie se quiere morir, queremos vivir, aunque en ocasiones la vida se nos haga dura, problemas, enfermedades, luchas y contratiempos, soledades y abandonos… queremos vivir. Y sabemos de la realidad de la muerte, un día se nos acaba, porque se debilita, se consume y se apaga, porque nos aparece una enfermedad, porque vamos gestando esa muerte según el uso, digámoslo así, que le damos a lo que vivimos, porque de repente un día nos llega el final.

Pero queremos vivir, queremos prolongar la vida, queremos disfrutar de la vida. Y ante eso hay diferentes posturas, desde los que te dicen la vida son cuatro días, aprovecha y disfruta todo lo que puedas y de ahí saldrán las diferentes maneras de entender ese disfrute, o queremos que aunque la vida se nos apague dejemos una huella, una semilla, y serán los hijos, será la familia, serán esas obras que vamos creando con nuestro trabajo, será lo que podamos ir haciendo por ese mundo en que estamos para que otros puedan vivir mejor. Se reflejará así la responsabilidad con que la asumimos, o la pendiente de la superficialidad por la que nos podemos dejar caer.

Hoy Jesús en el evangelio nos habla de que El nos puede dar una vida que no se acaba, no verá la muerte para siempre. Y allí están los entendidos de siempre poco menos que burlándose de Jesús y de alguna manera lo están considerando como un iluso cuando habla de estas cosas, porque todos tienen la experiencia de lo que es el morir. Pero es algo de lo que Jesús nos hablará muchas veces. Es necesario confiarnos en El, es necesario creer su palabra, es necesario vaciarnos de tantos sin sentidos con que vivimos muchas veces para que en El descubramos el sentido hondo profundo que le quiere dar a nuestra vida. Que no son solo las sumas de los años que podamos acumular en nuestro calendario particular. Es algo hondo que tenemos que descubrir desde lo más profundo de nosotros mismos.

¿Cuál es precisamente la buena nueva, la buena noticia que El quiere transmitirnos? Nos quedamos muchas veces en nuestros prejuicios, en lo que nosotros nos decimos que creemos desde siempre y no terminamos de ver ese sentido nuevo que Jesús está ofreciendo a nuestra vida. Nos preguntamos tantas veces para que vivimos, por qué vivimos. Nuestra vida no se puede quedar en acumular cosas que un día de nada nos servirán porque al final todo se va a quedar ahí y ni siquiera sabremos disfrutarlo bien. ¿No recordamos la parábola que un día nos propuso Jesús de aquel hombre ambicioso que porque un día tuvo una buena cosecha que llenó sus graneros y bodegas pensaba que ya todo lo tenía y le llegó la hora de la muerte y todo se quedó atrás?

Son otros los valores que hemos de sembrar en nuestro corazón que verdaderamente enriquecerán nuestra vida. Jesús nos está enseñando que la vida no consiste en vivir para nosotros mismos; Jesús nos abre a otros horizontes en esas personas que hacen camino a nuestro lado y en ese mundo que tenemos de llenar de buenas cosas; Jesús nos enseña a hacer una siembra distinta con una semilla nueva que en verdad transformará el mundo; sembremos paz, sembremos concordia, sembremos entendimiento entre unos y otros, sembremos de generosidad el corazón, creemos verdaderos nidos de armonía donde todos nos sintamos valorados y queridos, hagamos regueros de justicia, de bondad, de unidad, regalemos palabras y sonrisas de amabilidad, y estaremos llenándonos de una vida que bien merece la pena vivir porque pondrá más felicidad en nuestros corazones.

Pongamos nuestra fe en Jesús, creamos en su palabra y nos llenaremos de vida, sabremos lo que no es morir para siempre. Para eso El dio su vida por nosotros, aprendamos nosotros a dar la vida y tendremos vida para siempre. ¿No es así como le vamos a contemplar a El en la Pascua?

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