jueves, 5 de enero de 2023

No tengamos miedo a esas inquietudes que puedan surgir en nuestro interior, metámonos hondamente en nosotros mismos, pero también dejémonos conducir

 


No tengamos miedo a esas inquietudes que puedan surgir en nuestro interior, metámonos hondamente en nosotros mismos, pero también dejémonos conducir

1Juan 3,11-21; Sal 99; Juan 1,43-51

En la vida nos encontramos con gente que nos dice siempre que tienen las cosas muy claras, que saben lo que quieren y no entienden a aquellos que cuando tienen que tomar una decisión importante se lo piensan mucho antes de decidirse. Nos creemos que tenemos las cosas claras y muchas veces es solo apariencia para sentirnos como por encima de los demás, pero seguro que allá en su interior tienen dudas como todos, se hacen sus razonamientos, porque en ocasiones también se llenan de desconfianza y guardan muchos secretos en su interior para no manifestar su fragilidad que es como la de todos aunque quieran manifestar otra apariencia.

Las decisiones no se pueden tomar a la ligera sobre todo en cosas fundamentales que de alguna manera definen nuestro ser, nuestro sentido de la vida y de las cosas, y los raíles por los que va a circular el tren de su vida. Mucho hay que rumiar en el interior, mucho también tenemos que dejarnos aconsejar, mucho cuidado hay que tener por otra parte con los prejuicios que se nos meten en la vida porque son malos consejeros, mucho tenemos que madurar en nuestro ser; es todo un proceso que todos intentamos seguir en la vida salvo que nos dejemos arrastrar por la superficialidad.

Es el diálogo que se plantea en el evangelio entre aquellos que son llamados o invitados a seguir a Jesús. Mucho tendrían que haber hablado en profundidad de esas inquietudes del alma entre Felipe y Natanael. Si Felipe cuando ha tomado la decisión de seguir a Jesús ante su llamada, viene a invitar a su amigo Natanael porque han encontrado al que anunciaban las Escrituras, presupone que entre ellos había habido íntimas conversaciones en la espera de la pronta llegada del Mesías, como todos deseaban.

Parece que la reacción de Natanael no era la que realmente esperaba Felipe cuando lo invita a venir a ver a Jesús, pero bien puede expresar esa lucha interior que el de Caná de Galilea estaba manteniendo dentro de sí. Salen a flote los prejuicios cuando le dicen que Jesús es de Nazaret y también esas disputas entre vecinos de pueblos colindantes sobre qué pueblo es el mejor o tiene mejores cosas. ‘¿De Nazaret puede salir algo bueno?’ le replica a Felipe.

Pero finalmente se deja aconsejar, se deja conducir y llega a la presencia de Jesús; bastarán pocas palabras, porque se siente interrogado y cautivado al mismo tiempo por Jesús. Le recuerda Jesús la rectitud de su corazón, a pesar de sus dudas y desconfianzas, de sus recelos y sus prejuicios; Jesús le está dando un voto de confianza cuando lo valora y le da su importancia.

A todos nos gusta sentirnos valorados; a todos nos gusta que nos recuerden algo bueno que podamos tener en nosotros y que quizá no siempre se manifiesta; le hace pensar Jesús en los secretos de su corazón, pero quizá de esas inquietudes que lleva dentro de sí. Siempre nos ponemos a hacer muchas cavilaciones sobre el sentido de las palabras de Jesús cuando le recuerda que lo había visto bajo la higuera; simplemente Jesús lo hace reflexionar y meterse dentro de sí pero para salir con mas fuerza a buscar.

Es el reconocimiento que Natanael hace de Jesús con lo que afirma mucho más de lo que le había anunciado su amigo Felipe. Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’. A lo que replicará Jesús: ‘Mayores cosas verás’. Algo nuevo y grande se está abriendo en la vida de quien desde ahora va a ser discípulo de Jesús.

No tengamos miedo a esas inquietudes que puedan surgir en nuestro interior; no temamos tener que darle mil y una vueltas cuando todavía no vemos las cosas claras, metámonos hondamente en nuestro interior, pero también dejémonos conducir. Ese camino en el que muchas veces alguien tendrá que llevarnos de la mano va a terminar con un encuentro de luz y de vida, como le sucedió a Natanael. Demos los pasos con confianza. El Espíritu del Señor está con nosotros y es la luz para nuestro camino, la sabiduría de nuestra vida.

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