sábado, 7 de enero de 2023

Ante los sufrimientos que constatamos que hay en el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo cuánto tenemos que curar en el nombre de Jesús

 


Ante los sufrimientos que constatamos que hay en el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo cuánto tenemos que curar en el nombre de Jesús

Juan 3, 22 – 4, 6; Sal 2; Mateo 4, 12-17. 23-25

Igual cuando nos ponemos a pensar en los tiempos que vivimos nos decimos que vivimos tiempos oscuros; y no es porque vivamos con pesimismo, dentro de mi siempre quisiera tener un espíritu optimista y positivo, pero cuando observamos la realidad de la vida es cierto que de alguna manera nos oscurecemos. Una guerra que nos ha llegado en las puertas de Europa cuando pensábamos que en estas latitudes eran cosas superadas, unos tiempos duros de pandemia que hemos pasado y que aun no vemos salida por sus continuos rebrotes, el ambiente de crispación social que se vive, que por cualquier cosa salta la chispa y surge la violencia en nuestras calles, la vida económica que no termina de despegar y no vemos unos dirigentes que nos puedan llevar a buen puerto, y así tantas cosas que si descendemos a la vida de cada día en nuestro entorno se multiplican más y más.

¿Dónde encontramos quien nos saque de este atolladero? ¿Dónde podemos ver una luz que se encienda para la esperanza? Todo eso que hemos ido describiendo produce mucha desazón en los corazones. Hay inquietud en tantos corazones, hay tristeza aunque tratemos de acallarla o disimularla con nuestras fiestas, hay desánimo porque la lucha se nos hace dura. Terminamos diciéndonos que estamos en tiempos oscuros.

Es necesario detenernos de vez en cuando en ver nuestra realidad aunque eso nos amargue un poco el corazón, porque también tenemos que seguir buscando fuerza en nuestro interior para poner esperanza en el camino, o tenemos que pedir esa fuerza que necesitamos de lo Alto que mueva nuestros corazones, nos mueva todos por luchar de verdad y sin cansarnos para salir de estas oscuridades, porque tenemos que buscar ese salvador de nuestra vida que sea nuestra luz, nuestra fuerza, nuestro sentido en los momentos en que vivimos.

Como creyentes que somos tenemos que pensar en lo que tendríamos que hacer, en donde vamos a buscar esa luz y esa fuerza. Como creyentes y cristianos también tenemos un compromiso. Como creyentes y cristianos también tenemos que saber acudir al evangelio que sigue siendo buena nueva de salvación para el hoy de nuestra vida. Aquella buena nueva de Jesús, aquel anuncio que hacía Jesús en aquel momento del Reino de Dios que llegaba, es también anuncio que ahora tenemos que escuchar.

El evangelio nos dice hoy que la aparición de Jesús por aquellos lugares de Galilea anunciando el Reino de Dios fue como una luz que comenzaba a brillar en las tinieblas, y el evangelista nos recuerda los anuncios antiguos de los profetas que entonces comenzaban a tener cumplimiento. También vivían tiempos oscuros y difíciles. Y eso es lo que hoy nosotros también necesitamos escuchar, para que nos aparezca ese rayo de luz que disipe tinieblas, que levante esperanzas, que nos haga ponernos en camino de hacer en verdad ese mundo nuevo y mejor.

¿Qué tenemos que hacer? no tenemos otra cosa que hacer que lo mismo que hizo Jesús. Nuestra vida tiene que dar signos de ese Reino de Dios que se nos anuncia. Los mismos signos de Jesús tenemos que dar nosotros. Anunciaba Jesús la Palabra y aquella Palabra que anunciaba despertaba esperanza; hacía el anuncio del Reino de Dios pero lo mostraba también con signos. ‘Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo’.

Son los signos que también nosotros tenemos que mostrar ante los sufrimientos que constatamos que hay en el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Cuánto tenemos que curar. Cuantas angustias llenan el corazón de las personas que están a nuestro alrededor, cuántas penas y desesperanzas, cuántas amarguras y desilusiones, cuantos corazones doloridos porque hay muchas cosas que los hacen sufrir. Tenemos que curar, tenemos que llevar paz, tenemos que despertar a la vida, tenemos que abrir caminos, tenemos que saber acompañar y estar, tenemos que ir poniendo nuevas sonrisas en el corazón.

Son muchas las cosas que podemos y tenemos que realizar. Grande es nuestra tarea. Pero sabemos que Jesús con nosotros está, que no nos faltará la fuerza de su espíritu. Pongámonos en camino de llevar una nueva luz a nuestro mundo.

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