jueves, 15 de diciembre de 2022

No son calzadas para el paso fácil y cómodo de quienes tengan que atravesar el desierto o vayan allá por curiosidad, sino un camino que abrir en el corazón

 


No son calzadas para el paso fácil y cómodo de quienes tengan que atravesar el desierto o vayan allá por curiosidad, sino un camino que abrir en el corazón

 Isaías 54,1-10; Sal 29; Lucas 7,24-30

¿Qué es lo que nos llama la atención y nos hace detenernos en nuestro camino para contemplarlo? La respuesta puede ser muy variada y muy personal; cada uno tenemos ese punto de atracción, eso que nos puede llamar la atención como para que nos detengamos en nuestro camino para contemplarlo; no siempre son cosas, aunque la naturaleza si estuviéramos más atentos a ella nos ofrece mucho que contemplar, que descubrir y ante lo que admirarnos. ¿Quién no se ha detenido alguna vez en la carretera para contemplar una bella puesta de sol, o un bello amanecer? Aunque vamos tan a la carrera por la vida no sé a qué dándole más importancia, que no solemos detenernos ante una cosa tan sencilla y tan maravillosa a la vez.

No son cosas, decíamos, no son acontecimientos, pero puede ser una persona, unas actitudes muy especiales ante determinados acontecimiento, una forma de ser o de vestir, unos planteamientos que con su testimonio pudieran ser para nosotros unos interrogantes. ¿Qué nos llama la atención hasta el punto de detenernos en el camino? Seguimos preguntándonos.

Es lo que Jesús está hoy planteándonos en el evangelio. Habían venido los discípulos del Bautista a buscar señales de si era en verdad el Mesías, como Juan había anunciado. Tras su marcha con lo que han descubierto en Jesús, tras lo que han convivido con El, con el mensaje que han de llevar a Juan, el evangelista nos presenta la figura del Bautista en lo que Jesús decía de él.

Comienza Jesús preguntando ¿qué es lo que han ido a buscar en el desierto, qué es lo que han contemplado? No se habrán ido allá solamente por ver unas cañas que se mueven al son y al ritmo del viento del desierto. Lo que sí les había llamado la atención en el desierto era la figura de Juan. Era su presentación un tanto extraña con aquellas vestiduras de pieles de animales, con aquella austeridad incluso en su comida que solo se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Pero es que a la figura así descrita se añaden las palabras de Juan.

Es la voz que grita en el desierto preparando los caminos del Señor. Una voz que resuena y que no todos escuchan de la misma manera incluso en aquellos que han tenido el atrevimiento o la valentía de llegar hasta el desierto. Ya no era camino fácil el acceder a aquellos lugares donde no habría caminos. Pero allí estaba una voz que quería abrir caminos. No son calzadas para el paso fácil y cómodo de los que tengan que atravesarlo o vayan allá por simple curiosidad – no es la comodidad de un turista que en un autobús con aire acondicionado lo atraviesa por curiosidad -, sino que es un camino que hay que abrir en el corazón.

Y es eso lo que resuena fuerte y que no todos escucharán de la misma manera. Como hemos reflexionado en más de una ocasión solo aquellos que son capaces de mirar con sinceridad su vida reconociendo la verdad de su propia realidad, tendrán la valentía de querer empezar a abrir caminos. Quienes se encierran en si mismos, en sus logros o sus orgullos, en su autosuficiencia y en la vanidad de ponerse por encima de esas cosas y solo querer mirar de lejos, serán lo que en verdad se llenarán de oscuridades y no sabrán ni se imaginarán como podrán empezar a hacer nuevos caminos.

Nos habla de los publicanos y de los pecadores que escuchan la invitación a la conversión y se bañarán en las aguas del Jordán, pero los habla de lo que desde la distancia, desde esas distancias que bien saben poner por medio, los fariseos y los maestros de la ley rechazarán las palabras de Juan, ‘frustrando el proyecto de Dios para ellos.

¿Dónde nos colocamos nosotros? ¿En la sinceridad de quien quiere intentar comenzar a abrir caminos, o la postura del que se encierra en las negruras de su orgullo que tan confundidos están que se creen poseedores de la luz?

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