miércoles, 31 de agosto de 2022

Queremos sentirnos unidos a Jesús pero hemos de ser conscientes de que nos sentimos enviados al anuncio del evangelio para que otros también puedan estar con Jesús

 


Queremos sentirnos unidos a Jesús pero hemos de ser conscientes de que nos sentimos enviados al anuncio del evangelio para que otros también puedan estar con Jesús

1Corintios 3, 1-9; Sal 32; Lucas 4, 38-44

Cuando alguien nos cae bien, nos agrada estar con él; cuando queremos a alguien no nos queremos separar de la persona que amamos; los familiares se quieren y lo que desean es estar siempre unidos; los amigos que se quieren buscan la manera de estar juntos el mayor tiempo posible; los enamorados quieren permanecer unidos en su amor.

Antes era la cercanía familiar, la relaciones entre las personas de un mismo lugar, los que se conocían por alguna circunstancia y entraban en sintonía aunque fueran de poblaciones distintas buscaban el medio de estar en contacto, de hablar, de encontrarse; hoy con los medios que tenemos que podemos comunicarnos fácilmente con gente de cualquier parte del mundo, nos habremos encontrado con alguien con quien sintonizamos de manera especial y aunque estemos en lugares distantes estamos con el deseo de un día encontrarnos. Estamos hechos para los demás, para la relación, para el encuentro.

Me ha venido a la mente esta reflexión el contemplar la reacción de las gentes de Cafarnaún tan pronto conocieron a Jesús. Lo buscaban donde estuviera y no querían que Jesús se fuese a otros lugares. Estamos escuchando en el evangelio el inicio de la predicación de Jesús por las ciudades y las aldeas de Galilea. Ha llegado a Cafarnaún, como hemos escuchado en días anteriores, en la sinagoga curó a un hombre poseído por el mal después de haber estado enseñando a la gente, y al llegar a casa de Simón Pedro, su suegra está enferma; le piden que le imponga las manos y la mujer se puso a servirles.

Al atardecer, hemos de recordar que era un sábado cuando había ido a la sinagoga y hasta la tarde estaban obligados al descanso sabático, según se pone el sol le traen multitud de enfermos para que Jesús los cure. ‘Al ponerse el sol, nos dice el evangelista, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando’.

Sin embargo a la mañana siguiente temprano Jesús se fue a un descampado, un evangelista nos dirá que a orar, y la gente lo busca, y vienen los primeros discípulos a decirle que la gente lo anda buscando, no quieren que se vaya a ningún otro lugar, pero El les dice que tiene que ir por otros lugares porque en todas partes ha de anunciarse el Reino de Dios. ‘Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado’.

Hay dos aspectos que hemos de subrayar en este momento. Por una parte el hambre de Dios que aquella gente tiene; han encontrado en Jesús una palabra de vida, una palabra que les llena de esperanza; han descubierto que con Jesús su vida puede ser distinta; ahí están los signos que está realizando; no es solo que cure en enfermos o arroje los espíritus malignos de los endemoniados, es la señal de algo nuevo que va a comenzar. Lo que había anunciado en la sinagoga de Nazaret. Estaba lleno del Espíritu de Dios que le enviaba a anunciar la Buena Nueva a los pobres, y todos se verían liberados del mal. Era lo que ahora allí estaban palpando, y por lo que querían estar con Jesús, porque sentían que con Jesús algo nuevo comenzaba.

Y el otro aspecto que hemos de subrayar es precisamente lo anunciado en la sinagoga de Nazaret, lleno del Espíritu del Señor era enviado a anunciar el evangelio a los pobres, a todas las gentes. Era lo que Jesús quería realizar, lo que estaba significando que quiera ir a otros lugares para proclamar allí el Reino de Dios. Aunque la gente Cafarnaún quisiera tener a Jesús para ellos solos.

¿Queremos estar con Jesús? ¿Encontramos en Jesús esa palabra de vida y de esperanza que llena y transforma totalmente nuestra vida? ¿Buscamos a Jesús y no queremos separarnos de El? ¿En qué medida se convierte así de importante para nosotros Jesús, el evangelio, el Reino de Dios? Y finalmente, si así queremos sentirnos unidos con Jesús ¿estaremos siendo conscientes que de El recibimos una misión y otras partes también hemos de ir para hacer el anuncio del Reino de Dios?

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